En lo que va de este año se produjeron en Rosario 243 homicidios, una cifra que, aunque faltan más de dos meses para terminar el año, superó a la de todo 2021, cuando se cometieron 241 asesinatos. El recrudecimiento de la violencia que supura del narcotráfico se agudizó en zonas de la ciudad, donde se enfrentan miembros de las principales organizaciones criminales, como Los Monos, la que lidera Esteban Alvarado y René Ungaro. Los tres jefes narco se encuentran detenidos en cárceles federales, y desde allí dictan órdenes a sus soldaditos que derraman violencia con armas de fuego fundamentalmente en el sur, oeste y norte de Rosario.
Como publicó AIRE, los crímenes durante la última década superaron las 2.300 víctimas. Es una cifra que encierra dolor. Es la cantidad de personas asesinadas en Rosario en los últimos diez años, un periodo en el que la violencia eclosionó a partir de 2012, a causa de la llamada guerra narco, y nunca logró detenerse y retornar a los niveles de 2010, cuando se cometieron 97 crímenes, una cifra que, aunque estaba un poco más alta, era similar a la de Córdoba.
Desde hace tiempo aparece el clisé de comparar a Rosario con Medellín, por su historia centrada en la década del 90, cuando esa ciudad era escenario de la guerra de los carteles en pleno auge de Pablo Escobar. Una vieja postal que nada tiene que ver con la Rosario de hoy. En 1991 se cometieron 6.809 asesinatos en Medellín, pero la situación es otra actualmente. Después de grandes cambios a nivel urbano y social, esa ciudad colombiana tiene una tasa de homicidios de 15,6 cada cien mil habitantes. En conclusión, si Rosario va a sobrepasar los 21 asesinatos cada 100.000 habitantes se podría interpretar que hoy está peor que la capital de Antioquia.
Si la lupa se amplía un poco más allá de la última década en Rosario se ve claramente el salto y el cambio que proporcionan las estadísticas. En 2010 se cometieron 97 asesinatos en Rosario. Era una cifra “tolerable” en una ciudad, donde empezaba a crecer la inseguridad, y los casos sangrientos vinculados al narcotráfico empezaban a aparecer en el radar, pero de manera esporádica. En lo que va de 2022 se produjeron 243 asesinatos, una cifra que muestra un recrudecimiento de la violencia, similar al de hace una década atrás.
Si Rosario va a sobrepasar los 21 asesinatos cada 100.000 habitantes se podría interpretar que hoy está peor que Medellín
Dos crímenes se registraron con pocas horas de diferencia en Rosario entre el jueves y viernes. En uno de los casos, la víctima fue la adolescente de 16 años Soraya Rubiolo, que fue ultimada en la zona de barrio Santa Lucía y en el otro hecho un hombre también joven fue acribillado en el barrio Tiro Suizo, en el sur de la ciudad. El caso de Soraya encierra las múltiples caras de una violencia que gira en torno al narcotráfico y tiene como víctimas a jóvenes de corta edad que se transforman en engranajes de un negocio que sólo se alimenta con tiros y recauda millones. A los 16 años Soraya era mamá de un bebé y lo criaba en el barrio Santa Lucia, una zona que el año pasado fue epicentro de casos de una violencia extrema. Cuando los familiares velaban en una cochería del centro los restos de la joven dos sicarios en una moto pasaron por la casa de Soraya y balearon el frente, una maniobra que dejó al descubierto el nivel de impunidad con la que actúan quienes fueron los responsables del crimen de la chica de 16 años.
El último informe del Observatorio de Seguridad Pública señala que este rasgo, de la utilización de sicarios y la planificación previa de los crímenes está en crecimiento durante este año. Según consta en el estudio oficial, “en tres de cada cuatro casos se visualizó una planificación”. El 69,4 por ciento de los asesinatos fue planeado durante 2022, siendo este porcentaje mayor al del año pasado, que alcanzó el 61,9 de los crímenes. Esta tendencia va en crecimiento en los últimos años. Durante 2020 el 50,9 por ciento de los homicidios había tenido un nivel de planificación previa.
Otro componente que suma preponderancia a la figura del sicario en las tramas criminales es el uso de armas de fuego. En nueve de cada diez crímenes que se cometieron en Rosario en 2022 se usaron armas de fuego. En este punto también se registra un incremento con respecto al año pasado y a los periodos anteriores. En el 90 por ciento de los asesinatos se usaron armas de fuego este año, mientras que en 2021 ese porcentaje fue del 85,7 y en 2020 del 78,5 por ciento.
Esta foto del problema de la violencia en Rosario también se completa los supuestos daños colaterales que provocan la enorme cantidad de balaceras que se cometen diariamente en la ciudad, donde se conjugan dos negocios que van en paralelo: el narcomenudeo y las extorsiones. En este periodo, de acuerdo a los datos oficiales, hubo 12 víctimas que “no eran las destinatarias de la agresión”, es decir, fueron por “error”.
En el 90 por ciento de los asesinatos se usaron armas de fuego este año, mientras que en 2021 ese porcentaje fue del 85,7 y en 2020 del 78,5 por ciento.
También se registró este año un incremento en la cantidad de mujeres víctimas de homicidios, que totalizan en Rosario el 23,4 por ciento. El año pasado este porcentaje llegó al 9,4. Esta tendencia responde a que hay una mayor cantidad de mujeres al frente de los negocios criminales que antes estaban en manos de sus parejas, que están muertos o en la cárcel.
Esta semana en Rosario se produjeron nueve homicidios en apenas 48 horas, entre el domingo y el jueves. Entre las víctimas figura una anciana discapacitada que tomaba mates en la puerta de su casa en la zona sur y quedó en el medio de un tiroteo entre narcos.
El capítulo de violencia narco de esta semana comenzó el domingo en Ayolas y Circunvalación, en el sur de Rosario, donde fueron acribillados César Luis Pucheta y Ramón Gregorio Benítez. Las víctimas estaban dentro de una casa en la que irrumpieron los sicarios. En el mismo ataque resultó herida una mujer de 41 años que recibió un tiro en la axila derecha. Los Pucheta son parte de un clan narco que los apodan los Comegatos. Leonardo Pucheta, quien está preso en el penal de Piñero, hermano de la víctima, era quien recibía a través de una ong alimentos del municipio de Rosario que terminaban en la casa de Máximo Cantero, el histórico líder de Los Monos, que distribuía cajas con comida en el barrio Vía Honda, donde funciona su comedor comunitario Gauchito Gil.
Detrás del crimen de César Pucheta y Benítez aparece otra vez la sombra de los Funes, que actúan en el negocio de la droga y de la violencia en alianza con René Ungaro. Una fuente del barrio señaló que el doble crimen podría ser una respuesta de los Funes a la expansión en el barrio La Tablada de soldaditos que tributan para los Cantero.
El Viejo Cantero retornó a prisión en mayo pasado, luego de que quedara en el centro de la escena de una causa en la que se entremezclaba asistencia social y narcotráfico, con el agregado de otros negocios paralelos vinculados a la violencia. Y en esa trama aparecían los Pucheta como gerentes del manejo de la asistencia pública, que después terminaba en manos del Viejo Cantero.
En la investigación judicial que llevaron adelante los fiscales Valeria Haurigot, Franco Carbone y Gastón Ávila se comprobó que los alimentos y las cajas del plan Cuidar que fueron secuestradas en la casa de Cantero en Vía Honda estaban destinados a la asociación civil "El Ceibo-Manos que trabajan", cuyo presidente es Leonardo Pucheta y su tesorera es Cintia Macarena Berón, pareja del llamado “comegatos”. Una semana después del allanamiento se incendió de manera intencional la sede de la secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad.
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