"Hemos investigado en algunos barrios de Rosario, donde se da una situación de desamparo social, simbólica, tutelar y cultural que la aparición del narco se transforma en un espejo en el que se reflejan profundos deseos. Se refleja en una vida rumbosa, con acceso al dinero, a coches y mujeres atractivas que cala en los deseos de los pibes", reflexionó el psicólogo Horacio Tabares, director de Vínculo, autor del libro “Drogas. Debate sobre políticas públicas”.
Tabares cree que el narco ganó la batalla primero en los barrios en el plano social y económico, y ahora lo está haciendo en la profundidad de lo cultural. “Los chicos se nutren de historias que configuran una trama cultural que determina su comportamiento en el que no hay límites difusos entre lo legal e ilegal”, apunta Tabares, que agrega que “la cultura narco tiene como principal aliada una cultura consumista y efímera”.
Hay decenas de historias de jóvenes como Mujikha, el cantante de trap que fue asesinado el jueves a la noche, pertenecientes a una generación postmillenials, muchos de ellos nacidos y criados con autos importados y pistolas 9 milímetros. En un clima de violencia extrema, atravesada por el consumo y venta de droga.
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La historia de Jorgelina Selerpe, ex novia de Alan Funes, ambos procesados por asociación ilícita y tráfico de drogas, se ajusta a ese perfil al que le cantaba Mujikha.
Chipi, como la llaman, es la tercera generación Selerpe en el narcotráfico. Su abuelo Froilán y su padre Jorge, conocido como El Negro en La Tablada, fueron pioneros en la instalación de las primeras cocinas de cocaína en Rosario.
Allí trabajaba su tío Domingo y también Rosa, la madre de Chipi. Jorgelina se crió entre olores fuertes, que emanaban los bidones de ácidos clorhídrico y sulfúrico, éter y acetona, los precursores químicos que usaban en casa para transformar en cocaína la pasta base que les llegaba de Bolivia.
Ese laboratorio clandestino fue allanado en 2010 por orden del juez Marcelo Bailaque y encontraron 20 kilos de cocaína. Unos meses más tarde terminó muerto en un infernal tiroteo el tío de Chipi, y también los dos sicarios que fueron a silenciarlo.
Esta nueva generación de delincuentes muy jóvenes y violentos tiene otra matriz que sus antecesores. No vivieron en la pobreza, ni la marginación. Andan con las armas y los autos de alta gama de sus padres. La herencia generacional es seguir siendo el más malo del barrio. Y sobre todo mostrarlo. No interesa cortar el hilo de ese destino que termina en la muerte o tarde o temprano en un pabellón en Piñero o Coronda.
“Hoy me siente Daddy comandando la DEA”, cantaba Diego Mujica con una mirada desafiante. Fue acribillado el jueves a la noche en Rosario, cuando fue sorprendido por dos sicarios cuando se encontraba sentado dentro de un auto a unos metros de su casa, con un arma entre las piernas.
Mujikha tenía 24 años y era conocido en Youtube y en las redes sociales por sus videos de trap que reflejaban ese entorno cargado de desenfreno, armas y drogas. “Atrevido”, uno de sus temas más famosos que fue subido a la red de videos en diciembre pasado y actualmente tiene más de 127.000 visualizaciones, muestra ese costado cultural ligado a lo delictivo.
En ese clip, Diego Mujica ficciona un robo a un bar del centro de Rosario, que asaltan con armas 9 milímetros con un compañero y toman de rehén a una empleada. “La yuta me tira corchos. Con mis maleantes estamos de cacería”, rapea el joven. En su perfil de Instagram Mujica subió fotos en la que se lo ve con armas de guerra todo tipo.
Mujikha fue blanco de su propia cacería. Según fuentes ligadas a la investigación, se sospecha detrás de su crimen está un ex convicto que salió de prisión hace unos días y buscaba al músico para matarlo por una vieja deuda. Por lo que señalan fuentes judiciales, la vida de este muchacho de 24 años estaba vinculada al mundo del tráfico de drogas y el entramado de violencia, como delineaba en sus canciones.
Desde hacía un par de meses que Mujikha se había mudado a un departamento de barrio Parque, en Riccheri al 2100, el macrocentro de Rosario. El jueves estaba sentado en un auto VW Gol Country, con un revólver calibre 22 entre las piernas, cuando fue sorprendido.
Un auto color blanco, según los vecinos, estacionó frente a él, con la intención de impedir que escapara. Del vehículo bajó un hombre, según las fuentes policiales, que le dijo unas palabras al trapero y después comenzó a disparar con una pistola 9 milímetros con cargador de 30 proyectiles, que funciona de manera automática como una ametralladora.
Esa arma es la que ganó protagonismo en los últimos crímenes con sello narco en Rosario. Es una pistola que tras ser modificada e intervenida de manera simple por un armero funciona de forma automática como una ametralladora y dispara dos balas por segundo. Es la misma que Mujikha muestra en las fotos que subió meses atrás a Instagram. La idea, como sucedió hace dos años con los Funes, no es ocultar el arsenal de armas a las que pueden acceder estos muchachos sino todo lo contrario exhibirlas como trofeos.
Luego de que se escuchara la ráfaga de disparos y después que los atacantes huyeran a toda velocidad el jueves a la noche en el barrio Parque, en el macrocentro de Rosario, de la casa del joven salió su novia que fue quien encontró el cuerpo ensangrentado del cantante dentro del auto.
“Hay todo un circuito en el que se empezaron a entrelazar la música y el dinero narco. Un ejemplo es Ema Pimpi”, remarca una fuente judicial.
En octubre pasado, en un ataque con un grupo comando fue acribillado en una mansión en el barrio de La Florida en Rosario, Emanuel Sandoval, un joven que admitió en la justicia ser el que atentó contra el entonces gobernador Antonio Bonfatti en 2013, quien había incursionado en el mismo rubro artístico que Mujikha, tras crear el sello y la productora Emgroup.
Ema repetía en sus perfiles de redes sociales que ahora se dedicaba a la producción musical en los géneros trap y reggaetón.
“Hay todo un circuito en el que se empezaron a entrelazar la música y el dinero narco. Un ejemplo es Ema Pimpi”, remarca una fuente judicial.
Un día antes de ser acribillado en la mansión en La Florida, Ema Pimpi posteó un video en Youtube que fue grabado en esa residencia, donde tenía un cuadro de Tony Montana, el personaje de Al Pacino en Scarface, colgado en el living de la casa. Aspiraba a promocionar a los artistas del sello, Owin, Maxi Tolosa y Deka, que habían lanzado el videoclip “Chucky” que fue protagonizado por la mediática Charlotte Caniggia, la hija del Claudio, el ex jugador de la selección argentina.
En febrero de 2014 otro joven ligado al rap y al trap fue asesinado en un búnker. Ariel Ávila, que había incursionado en la música con un grupo de amigos de Empalme Graneros, fue el autor de la canción "El barrio está peligroso"-, que se transformó en una profecía maldita en esta ciudad.
El joven de 21 años, que siempre vivió en Campbell al 1100 bis, corazón de Empalme Graneros, fue asesinado de siete disparos, frente a un búnker de drogas, que está a unos 30 metros de su casa.
La muerte de Ariel terminó con el barrio encendido de bronca y rabia. Los vecinos persiguieron por la zona a los supuestos asesinos y prendieron fuego tres viviendas, donde vivían los vendedores de droga. Lo único que quedó en pie, por miedo y cierto respeto, es un mural de San La Muerte. Junto a la calavera negra que empuña una guadaña hay anotaciones a manera de tributo que recuerdan a Ariel, a quien lo apodaban Chucky.
"El barrio está peligroso y no encuentra salida, porque muere más gente cada día. La droga avanza con el sida", cantaba Ávila junto con su amigo y compañero Oscar Bravo, quienes encabezaban el grupo La Técnica del Hip Hop (THH). La banda nació en 2008 en la escuela técnica Nº 660 Laureana Ferrari de Olazábal, en Génova al 3200, donde el profesor de música Lisandro Rodríguez Rossi canalizó el interés de los chicos de 2º y 3º año por el rap. Pero todo ese anhelo de triunfar en la música terminó como la profecía que cantaban estos pibes.
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