“Venimos pasando por una ola repetitiva de robos y aparentemente esto es una zona liberada. Causa preocupación, además de arruinar la calidad de vida porque no nos podemos levantar ni acostar tranquilos. En realidad, la estamos pasando muy mal”, sostuvo en diálogo con AIRE una de las vecinas. Los testimonios indican que, a pesar de la presencia esporádica de patrullajes, los delincuentes siguen actuando con total impunidad.
Las estrategias que emplean los ladrones
Una de las modalidades que los delincuentes adoptaron y que más preocupación genera es el incremento de robos a plena luz del día. “Tratan de abrir portones, hay gente merodeando a cualquier hora del día, con un aspecto raro, no resultan conocidos, y no tienen piedad”, señaló la mujer. Uno de los últimos episodios se registró el lunes a las 17:30, un vecino sufrió el robo de herramientas y máquinas de su galpón luego de que los delincuentes lograran forzar el portón de su propiedad.
Otro de los modus operandi que implementan es marcar las viviendas.“Golpean las puertas o las marcan para saber si hay alguien en la casa”, comentó un vecino, agregando que los ladrones operan principalmente durante la noche, entre las 5 y las 6 de la mañana. “En ese horario, andan probando las puertas, y si están abiertas, entran sin problema”, indicó.
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Uno de los modus operandi que implementan es marcar las viviendas.
La falta de iluminación en ciertas zonas del barrio ha favorecido las acciones delictivas. “Hace varios días que no tenemos luz en esta cuadra, por Javier de la Rosa y Mitre. Esto favorece a los delincuentes, que se esconden detrás de los árboles o de cualquier cosa que les sirva como cobertura”, afirmó uno de los vecinos. La falta de respuesta inmediata a los reclamos ha aumentado la sensación de desamparo entre los residentes.
Por otro lado, las calles del barrio ofrecen múltiples vías de escape para los delincuentes. “Es una calle principal que conecta con otras zonas, lo que les permite ir y venir con facilidad, tanto caminando como en moto o en bicicleta”, explicó un vecino, subrayando lo fácil que resulta para los delincuentes huir sin ser detectados.
Este clima de inseguridad ha llevado a muchos a vivir en un constante estado de alerta, limitando sus actividades cotidianas. “Tenemos que permanecer atentos a todas las puertas cerradas. Me cuesta salir a tender la ropa porque me da pánico que aparezcan por los techos, ya que también es frecuente ver caminatas nocturnas por allí”, comentó una vecina. La angustia y el miedo se extienden hasta las tareas más sencillas del hogar, como colgar la ropa, que ahora se ha convertido en un acto que genera temor por la posibilidad de que los delincuentes se encuentren merodeando o ingresen al patio.
Los testimonios recogidos muestran una comunidad que exige medidas urgentes para frenar la ola de inseguridad. Los vecinos piden mayor presencia policial y un patrullaje constante, con el objetivo de devolverles la tranquilidad y el derecho a vivir sin miedo.