El jueves pasado dos integrantes de la barra brava de Newell’s fueron detenidos por la Policía de Investigaciones de Santa Fe, acusados de ser quienes planearon y financiaron un plan de amenazas contra el jugador de la selección nacional Ángel Di María en la casa, donde vive su familia en un country de la localidad de Funes, en las afueras de Rosario.
Se investiga que estos barras, ligados a la banda de Los Monos, que hegemoniza el control del brazo violento de la hinchada desde hace más de una década, habrían pagado 4.000.000 de pesos a un grupo de vendedores de droga para intimidar al jugador, con el objetivo de irradiar miedo en su entorno familiar y lograr que no regrese a jugar a Rosario Central, como Di María tenía pensado hace tres meses.
Ángel Di María
Dos integrantes de la barra brava de Newell’s fueron detenidos, acusados de ser quienes planearon y financiaron un plan de amenazas contra Di María.
Según fuentes cercanas a la causa, las amenazas a Di María le iban a servir a Alejandro “Rengo” Ficcadenti, uno de los detenidos, para ganar consenso en la tribuna leprosa para asumir el liderazgo absoluto de la barra, con el aval del presidente Ignacio Astore, que tuvo un comportamiento vidrioso cuando la banda de Los Monos exhibió una gigantesca bandera el 24 de junio del año pasado, durante la despedida de Maximiliano Rodríguez.
En ese partido participaron varios jugadores de la selección nacional, entre ellos, Lionel Messi y Di María. Ficcadenti sería quien tendría el camino allanado con el aval de un sector de la dirigencia del club para asumir el nuevo liderazgo de la barra. Los crímenes en torno a la conducción de la hinchada leprosa se repiten desde hace una década, cuando la banda de Los Monos comenzó a tener una influencia determinante a partir de un uso de la violencia extrema.
El “Rengo” Ficcadenti, vinculado al líder de Los Monos, Ariel Máximo “Guille” Cantero, fue imputado en 2022 por el crimen del exjefe de la barra Nelson “Chivo” Saravia, a quien ejecutaron en octubre de 2021 con una ametralladora en presencia de niños de 8 y 13 años. Luego, “Rengo” quedó en libertad por decisión de la jueza Gabriela Sansó.
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Esa magistrada sufrió un atentado en 2018, en una casa donde vivió su familia. Se interpretó como un mensaje intimidatorio contra la funcionaria que debía analizar las condenas contra 17 acusados de la banda de Los Monos de atacar a balazos 11 residencias de jueces y edificios judiciales.
Ficcadenti estuvo acusado de planear el crimen de Saravia junto a Guillermo “Ojito” Sosa, que está detenido y por eso, su exladero, ahora pretende ejercer el liderazgo operativo de la barra.
La intimidación contra Di María tendría como motivación que desistiera de regresar a Rosario Central para disputar la Copa Libertadores, como evaluaba el jugador. Después de ganar la Copa América, Di María comunicó a las autoridades del club que no iba a volver a ponerse una camiseta canalla. El presidente del club Gonzalo Belloso confirmó esta semana que “Fideo” iba a seguir en el Benfica de Portugal y no regresaba a Rosario porque “no siente las garantías de seguridad para él ni para su familia”.
gonzalo belloso rosario central
Gonzalo Belloso, presidente de Rosario Central, habló sobre el frustrado regreso de Ángel Di María.
Luego de conocerse la decisión, el gobierno de Santa Fe salió a advertir que “hay protocolos vigentes para garantizar la seguridad” del jugador. Maximiliano Pullaro, mandatario de Santa Fe, consideró que respetaba la decisión del jugador y su familia, pero explicó que las personas con exposición pública, como futbolistas internacionales o funcionarios, deben ser conscientes de que no tienen “una vida normal” y que deben “perder márgenes de libertad”.
Un día después de la detención de los dos barras fue baleada la casa de una vocal en el barrio La Tablada. Y en la cancha empezaron a ocurrir algunos gestos que suponen que hay otra facción al mando de la tribuna que no tributa al Rengo. Estas tensiones nunca terminan de manera pacífica.
La sospecha es que Ficcandenti fue quien estuvo detrás de las intimidaciones contra Di María como una especie de plataforma para tener consenso en la tribuna leprosa. El 25 de marzo pasado, desde un auto Renault Megane color gris dos personas dispararon al aire y arrojaron un cartel intimidatorio dirigido al padre del jugador que vive en el country Miraflores: “Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque sino le cagamos matando un familiar. Ni Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos. Plomo y muertos tiramos”.
El 3 de abril pasado, fueron imputados Pablo Acotto, de 35 años, y Sara Gutiérrez, de 23 por haber tirado un escrito amenazante dirigido a Di María. Para el fiscal Pablo Socca, el hecho –al que calificó de intimidación pública– buscaba “infundir temor y generar conmoción en la población”. Y enmarcó la intimidación en la coyuntura que atraviesa la ciudad desde diciembre, donde se cometieron homicidios de trabajadores al voleo y a diario aparecen amenazas al gobierno.
La investigación se profundizó para detectar quiénes habían planeado esta amenaza que generó una fuerte repercusión en el país y en el exterior, por tratarse, la víctima, de un jugador de la selección argentina. El fiscal Pablo Socca ordenó la detención de dos jefes de una facción de la barra brava, y la Policía de Investigaciones aprehendió a Alejandro “Rengo” Ficcadenti y Sergio “Bebe” Di Vanni. Ambos se desplazaban en un Audi A4.
Según fuentes judiciales, ambos barras fueron detenidos por los efectivos en boulevard Seguí al 5300, en la zona oeste de Rosario. Se hicieron allanamientos en seis propiedades de Rosario y en una de la vecina localidad de Piñero.
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“Nosotros estamos más allá de todos”: el mensaje estaba inscripto en una bandera gigante que bajó de la tribuna del Coloso Marcelo Bielsa en la despedida de Maxi Rodríguez.
En uno de los lugares allanados quedó demorado Marcelo “Colo” Rubattino, apuntado como presunto integrante de esa facción de la barra. La policía incautó allí 2.000.000 de pesos y tres teléfonos. En otras casas inspeccionadas se encontraron, entre otras cosas, 17.598.000 pesos y celulares. Además, fue demorada una dirigente del Sindicato de Empleados Municipales, que sería la pareja de Ficcadenti, aunque esta mujer no está involucrada en la investigación por las amenazas a Di María.
Fideo quedó envuelto en una maraña de violencia que desde hace tiempo envuelve a la barra leprosa. La irrupción de Los Monos en Newell’s solo dejó sangre. Hay temor de que los reacomodamientos políticos activen el sicariato para solucionar las tensiones internas en la barra, como ocurrió en 2016, cuando se produjeron cinco crímenes.
Ese año Cristian D’Amico, exvice de Newell’s, fue baleado cuando iba en su camioneta junto a su hijo de diez años. Le dispararon más de una decena balas pero ninguna hirió a él ni al niño, que había ido a practicar al predio de Malvinas. Otro dirigente del club, Claudio “Tiki” Martínez, había sufrido dos ataques a balazos en su departamento del centro de Rosario. Martínez, que era uno de los vicepresidentes, se alejó de la conducción política de Newell’s.
Uno de estos grupos que regentea Cantero fue el que atentó contra la casa del hermano de Cristian D’Amico, quien perdió las elecciones frente al actual presidente Astore. La investigación apuntó a que este ataque estuvo organizado por un hombre que tiene un extenso historial delictivo: Brian Sprío, alias “Pescadito”, un hombre con un prontuario abultado que es cercano a Guillermo Sosa.
Pescadito fue condenado a 28 años de prisión por haber participado en el triple crimen de Villa Moreno, una masacre contra un grupo de chicos ajenos al mundo del narcotráfico que se produjo el 1º de enero de 2012. En agosto de 2015, dos años después de ser sentenciado, Sprío salió en libertad tras ser absuelto por el beneficio de la duda. En ese momento, Sprío comenzó a hacer pie en la barra de Newell’s.
En 2021 se alió a Sosa, que según fuentes del Ministerio de Seguridad es oriundo de Villa Gobernador Gálvez, donde maneja una red de búnkeres de venta de droga. Ficcadenti era mano derecha de este jefe narco.
Sprío mantuvo contacto fluido con Cantero. El cabecilla narco daba órdenes a otros integrantes de este sector que están presos en la cárcel de Piñero, a 25 kilómetros de Rosario, como Daniel Delgado, alias “Teletubi”, sentenciado a 21 años de prisión. Delgado fue condenado junto a Cantero, acusado de haber organizado 12 ataques a residencias de jueces y edificios judiciales en 2018.
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También está preso otro que comulga con esta facción, Leandro Vinardi, conocido como “Pollo”, condenado a 13 años por otro asesinato narco, que recibía la ayuda de un exagente de la AFI, que le brindaba información calificada. Este exfuncionario de inteligencia fue detenido hace dos meses. También se desataron fricciones internas entre Los Monos que provocaron más sangre en torno al club, como ocurrió con la ejecución de Lorenzo “Jimi” Altamirano, un artista callejero secuestrado al azar en la calle y asesinado para usar su cadáver como un envoltorio.
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El crimen de Lorenzo Altamirano dejó al descubierto que una interna en la banda de Los Monos podía terminar en uno de los crímenes más aberrantes de los últimos tiempos.
A este sector, la conducción de la barra le sirve como una suerte de “marca”, según señala un investigador. Ellos dominaban las extorsiones en el centro de Rosario, donde todos los viernes recorrían cuevas financieras de la city rosarina para cobrar un “impuesto” paralelo a la venta de dólar blue, a la vieja usanza de la mafia napolitana. También realizaban aprietes a dirigentes sindicales, como ocurrió con el gremio de los peones de taxis: en una causa judicial se detectó que Horacio Boix, ex secretario general de esa entidad, pagó a miembros de ese grupo satélite de Los Monos para que atentara contra seis dirigentes de una lista contraria.
Los reacomodamientos son permanentes. Y siempre con tensión, como ocurrió despupes de la pandemia cuando se apartó del primer plano de la barra de Newell’s uno de los testaferros del líder de Los Monos: Aldo Sosa, conocido como “Gatito Chemea”, un empleado de planta permanente de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe. La otra facción, liderada por Sprío y “Ojito”, hizo pintadas en el centro de Rosario en las que se ligaba a Sosa con el vicepresidente D’Amico. “No a la presidencia narco-Chemea”, decían los grafiti.
Según el expediente que tramitó el juez federal Marcelo Bailaque, Sosa aparece en los registros como propietario de 90 por ciento de un BMW 120D que usaba Cantero cuando estaba en libertad. El mismo porcentaje posee en una embarcación, La Venenosa, que fue adquirida por el mandamás de Los Monos. Y figura como accionista del barco El Pajarito –nombre en honor a Claudio Cantero, alias “Pájaro”– que ambos habrían adquirido en 2012, entre otros vehículos.
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El sábado pasado fue detenido "Pitito" Martínez, segundo en la barra de Rosario Central, que está acusado de transportar 460 kilos de cocaína hacia Rosario.
En el otro extremo, en la barra de Rosario Central, la huella narco también es palpable. El 1° de julio pasado, Gendarmería secuestró 460 kilos de cocaína en la ruta nacional 11, a la altura de San Justo. La droga iba hacia Rosario, y se sospecha que no estaba destinada al mercado doméstico, sino al contrabando internacional a través de la hidrovía. La droga iba a ser embarcada en alguna terminal del Gran Rosario, según sospechan los investigadores.
La droga fue secuestrada junto armas de un calibre poco frecuente, dos fusiles calibre 7,62 de origen estadounidense. Y una parva de municiones para utilizarla. La incautación de los teléfonos de los dos detenidos empezó a dar sus frutos.
El sábado de la semana pasada Gendarmería detuvo a uno de los responsables de trasladar este cargamento que era trasladado por la ruta 11, desde el norte de Santa Fe. Leopoldo “Pitito” Martínez quien sería el número dos de la barra de Rosario Central. En 2020, Pitito fue detenido por orden del fiscal Matías Moreno en el marco de la causa por lavado de dinero contra Andrés Bracamonte, alias Pillín, jefe de la barra brava de Rosario Central desde hace más de dos décadas.