Este documento hacía referencia a células del Tren de Aragua que operan en el país. Este grupo criminal trasnacional surgió en las cárceles de Venezuela y tras la crisis migratoria que se originó en ese país, con el éxodo de casi ocho millones de venezolanos, se expandió en varios países de América Latina, con mayor presencia en Chile, Perú y Colombia.
La conclusión a la que arribaron los fiscales federales tiene que ver con la identificación de una célula liderada por el venezolano Guillermo Rafael Boscán Bracho, conocido en el mundo del hampa de su país como Yiyi.
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Este hombre fue arrestado en octubre de 2023 en Corrientes. Vivía en un exclusivo club de campo de la ciudad de Santa Ana y se movía en una camioneta 4x4 blindada. Su afamada reputación y ascendente carrera criminal en el oeste de Venezuela le valieron un puesto entre los diez criminales más buscados del país, de acuerdo con una lista publicada el 25 de septiembre de 2023 por el Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela. Luego de una profunda investigación, se detectó que Yiyi –que vivía en Argentina con la identidad falsa de Jeraldo Marcial Sierra Tobio- no estaba solo.
Santa Fe la tercera provincia con más condenas por lavado de activos.jpg
Investigan la presencia activa de organizaciones criminales internacionales.
Archivo/ Aire Digital
“Se logró determinar que la organización criminal liderada por Boscán Bracho posee en suelo argentino dos ramificaciones bien definidas, aunque vinculadas entre sí. Una de ellas se encuentra encabezada por Enmanuel David Urdaneta Bracho (primo de Yiyi), quien actúa como referente de un grupo compuesto por al menos de seis personas. La célula restante se encuentra liderada por Adaly María Domínguez Contreras —pareja de Boscán Bracho—, tratándose de un grupo de aproximadamente diez personas", señalaron los fiscales en el dictamen donde le solicitaron al juez federal de Corrientes Gustavo Fresneda una serie de allanamientos y detenciones.
Ferrini, Marquevich y Velasco consideraron que “la rápida expansión de la organización delictiva de Boscán Bracho —que logró arraigarse en el territorio nacional en un lapso de aproximadamente dos años— evidencia un nivel considerable de planificación logística y capacidad organizativa”.
La sospecha es que este grupo criminal, nacido en Venezuela, que opera con franquicias en distintos lugares de Latinoamérica, se asentó en la Argentina para lavar dinero originado en actividades ilícitas, como tráfico de drogas, extorsiones, y venta de armas.
Desde fines de la década del 90, Argentina comenzó a ganar interés entre las organizaciones criminales trasnacionales, fundamentalmente las que se dedican al narcotráfico, para lavar dinero en el país, y como ocurrió con el Cartel de Sinaloa, en otras ocasiones, para producir estupefacientes sintéticos, como fueron los laboratorios de metanfetaminas que se desarticularon en 2008 en Maschwitz.
¿Cómo se hizo visible la presencia de este cartel mexicano en la Argentina?
Fue a partir de una violencia extrema, como fue el triple crimen de General Rodríguez, el lugar donde fueron hallados los cadáveres de los empresarios farmacéuticos Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.
La mafia de la efedrina, insumo esencial para fabricación de metanfetamina, tenía vínculos aceitados con el Estado, aunque la justicia federal nunca pudo avanzar con condenas contra exfuncionarios, que en 2023 fueron sobreseídos, entre ellos, el extitular de Sedronar José Ramón Granero. El principal condenado de esa trama fue el narco rosarino Mario Segovia, que aún está preso en el penal de Ezeiza.
La falta de coordinación entre investigadores judiciales y policiales de la región, y también en materia de inteligencia, conspira contra la identificación de grupos criminales trasnacionales en Argentina. El país hoy tiene mayores ventajas para blanquear dinero, luego de las disposiciones en materia de desregulación para la adquisición de bienes con dólares, algo que de lo que aún no hay dimensión del impacto.
Hidrovía Paraguay -Paraná
La hidrovía Paraná-Paraguay, que tiene una extensión de 3400 kilómetros y Argentina comparte jurisdicción con cuatro países de la región, es otro punto de sospecha de presencia de organizaciones.
Se suman a esto los problemas de los controles en las fronteras, fundamentalmente en la llamada triple frontera, catalogado por el gobierno estadounidense como una posible plataforma operativa de organizaciones criminales y terroristas, entre ellos, Hezbolá.
Hace poco menos de un mes, el Departamento de Estado norteamericano lanzó una oferta de recompensa de hasta 10 millones de dólares para obtener información que permita interrumpir los mecanismos de financiación de la organización terrorista en la Triple Frontera, que comparte límites entre Argentina, Brasil y Paraguay.
“En la Triple Frontera, los financistas y facilitadores de Hezbollah generan ingresos para la organización terrorista mediante actividades ilícitas como el lavado de dinero, el narcotráfico, el contrabando de carbón y petróleo, el comercio ilegal de diamantes, el contrabando de bienes, la falsificación de documentos y la falsificación de dólares estadounidenses", advirtió un comunicado del Departamento de Estado norteamericano.
La hidrovía Paraná-Paraguay, que tiene una extensión de 3400 kilómetros y Argentina comparte jurisdicción con cuatro países de la región, es otro punto de sospecha de presencia de organizaciones que ganaron espacio en el terreno criminal, como Primer Comando Capital, otra banda trasnacional, que se expandió sin resistencia en Paraguay, y surgió en las prisiones.
En esta materia, como es la identificación y persecución del crimen organizado y terrorismo internacional, la presencia del Estado debe ser fuerte, y sobre todo inteligente. El déficit a lo largo de las últimas dos décadas es profundo en esta materia, con la falta de inversión en tecnología para la persecución de grupos más sofisticados, que funcionan en redes.
En un mundo cada vez más volátil, con conflictos internacionales que se profundizaron a lo largo de estos últimos meses, fundamentalmente como el nuevo conflicto entre Israel e Irán, generan la necesidad de que Argentina mejore sus mecanismos de inteligencia, con una agencia como la SIDE que se ha dedicado a hacer espionaje y poner el foco en la política interna del país y no en los peligros latentes que aparecen en un contexto internacional cada vez más complejo.
Un ejemplo del nivel de la inteligencia argentina lo demarca un caso en Rosario, donde el exjefe de la SIDE Iván Jokanovich está detenido, tras un fallo de la Cámara Nacional de Casación Penal, acusado de haber usado información privilegiada de una investigación judicial en favor de un sector de la banda Los Monos y de un expolicía narco que era parte de esta organización y fue detenido en marzo pasado en el barrio porteño de Barracas, tras haber estado prófugo durante más de dos años.