Valeria Nasca era considerada por la Justicia como uno de los principales testaferros del narco Esteban Alvarado, condenado a perpetua el año pasado. La mujer de 45 años fue asesinada este domingo en la puerta de un galpón, donde funcionaba una empresa de transportes, que manejaba con su marido Jorge Benegas, la mano derecha de Alvarado.
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El crimen de Nasca generó preocupación, aunque aún se desconoce quién podría haber ordenado ejecutarla. La pareja de Benegas nunca declaró contra Alvarado, como lo hicieron otros integrantes de la organización que se plegaron a la figura del arrepentido y después terminaron asesinados, como el mecánico Carlos Argüelles.
Nasca era la pareja de Benegas, un hombre que siempre se mantuvo cerca de Alvarado desde hace más de una década y media, cuando en la sociedad figuraba Luis Medina, asesinado en 2013. Hace dos años ambos fueron condenados por ser dos eslabones clave en el manejo económico de la organización narcocriminal.
Benegas fue sentenciado a cinco años de prisión y su mujer a tres. Debieron enfrentar el pago de multas elevadas. Benegas tuvo que abonar 62.200.000 pesos, mientras que Nasca debió afrontar el pago de 51.600.000 pesos.
La mataron mientras pretendía vender un tráiler
Nasca fue asesinada cuando pretendía vender el tráiler de un camión en el galpón donde guardan los camiones de la flota de la empresa de transporte que posee en sociedad con su pareja. Los supuestos compradores llegaron en un Ford Focus y luego de unos segundos se escucharon los disparos. La mujer murió en el acto. El auto, que era robado, apareció luego abandonado en una cochera. El crimen fue planificado a la perfección y no quedaron registros de cámaras de seguridad.
Si Benegas y Nasca no tenían problemas con su jefe Alvarado, las miradas sobre el posible móvil del asesinato se posan en los grupos rivales a esta organización.
Alvarado está en permanente conflicto territorial con la banda de Los Monos en la zona oeste de Rosario, que desde el año pasado es el escenario de una guerra narco con decenas de víctimas. Actualmente, esa zona está siendo custodiada por las fuerzas federales, pero los hechos de sangre se siguen produciendo en un espiral que no tiene destino a corto plazo.
El temor de las autoridades es que este crimen en la alta jerarquía de la banda de Alvarado genere que la maquinaria de venganzas se ponga en marcha y se multipliquen los crímenes, como ya ocurrió en otras oportunidades.
Nasca era parte de la alta estructura de la banda de Alvarado, que tenía confianza extrema con ella y su pareja Jorge Benegas, que manejaba los hilos de la organización y sobre todo el movimiento del dinero. A Nasca la acusaron de ser testaferro de Alvarado. Por eso fue condenada a tres años y a pagar una multa de 51,6 millones de pesos, que no había saldado en su totalidad, por lo que la justicia había comenzado a embargar parte de sus bienes.
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En la causa que investigaron los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery a Nasca la acusaron de formar parte de una maniobra para simular la compra-venta de un inmueble el 3 de julio de 2013. Era una casa ubicada en un country en Funes en la calle Fuerza Aérea 2350. Rosa Capuano, expareja de Alvarado, cedió ese inmueble a Víctor Peralta, Jorge Benegas y Valeria Nasca. Una vez que estos adquirieron el inmueble simularon un contrato de locación con Rosa Capuano en fecha 08 de octubre de 2013, beneficiaria final de la propiedad. En esa mansión vivían Capuano con los hijos de Alvarado.
Luego Nasca vendió otro inmueble de en calle La Paz 5641 –que era de Alvarado- a Lucio Maldonado. Esa casa quedó a nombre de su hija, Solange Maldonado. Maldonado fue asesinado por Alvarado, luego de raptarlo en su propio auto un Chevrolet Cruze. Ese crimen fue el que originó la causa en el MPA que derivó en la condena a perpetua como jefe de una asociación ilícita de Alvarado.
El núcleo más cercano de Alvarado
El crimen de Nasca es contra el núcleo más cercano de Alvarado, que en su organización sufrió bajas importantes, tanto por haber ordenado ejecutar a supuestos traidores o porque sus enemigos, como Los Monos, lograron perforar esa estructura.
Por ejemplo, Rodrigo Sánchez fue ejecutado el 19 de marzo de 2020, seis días después del ataque contra Mariana Ortigala, que había estado en las filas de Alvarado y declaró en su contra ante los fiscales Schiappa Pietra y Edery. Ocurrió lo mismo con “Fino” Ocampo, que fue asesinado a balazos cuando llegaba a su casa de Ocampo al 6600 a bordo de una camioneta Toyota Hilux en compañía de uno de sus pequeños hijos el 16 de abril de 2021. Y Adrián “Muertito” Fernández fue atacado tres veces, pero sobrevivió. Detrás de estos hechos siempre se sospechó de la mano de Guille Cantero, líder de Los Monos.
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El crimen de Sánchez fue planeado por Jonathan Brezik, un hombre muy cercano a Los Monos, de quien se dice que tiene un contacto muy cercano con Celestina Contreras, la mamá de Guille. Rezik se crio en el barrio Las Flores dentro del núcleo del clan. Con el tiempo se transformó en un hombre temible, que maltrataba y tenía un trato humillante con los “soldaditos”, los que a diario ponían el cuerpo y la mente para disparar y vender droga. La ejecución de Sánchez la planeó desde la cárcel de Resistencia, Chaco.
Sánchez era un engranaje vital en la organización de Alvarado. Estaba anotado como empleado de la empresa Logística Santino SRL, una firma dedicada al transporte que estaba a nombre de Rosa Capuano, la expareja de Alvarado, que configuraba una de las pantallas para mover el dinero. Sánchez iba esa mañana a la empresa, que está ubicada a 150 metros de donde lo ejecutaron.
Los Monos pagaron a dos sicarios 270.000 pesos para que ejecutaran a Nicolás “Fino” Ocampo. El crimen se concretó de manera quirúrgica el16 de abril de 2021, cuando los sicarios Uriel Reynoso y Brian González mataron a Fino dentro de su camioneta Toyota Hilux en la puerta de su casa. En el asiento de atrás estaba su pequeño hijo de dos años, ahijado de Alvarado, que no sufrió un rasguño.
Ocampo era un hombre que tenía un largo recorrido en el mundo narco. Había sido una persona de confianza de Luis Medina, y tras su trágica muerte pasó a cumplir órdenes del que había mandado a matarlo, de Alvarado.
Hacía pocos días que Fino había salido de la cárcel, donde había asumido en un juicio abreviado pertenecer a la banda de Alvarado. La condena había sido leve y tras estar unos meses en el penal de Piñero empezó con salidas transitorias. Una de las cosas que hizo tras recuperar la libertad fue comprarse una camioneta nueva, pero la transacción no fue fácil. El vendedor le daba vueltas hasta que con un par de apretadas la cedió. El día que le entregaron la Toyota Hilux lo mataron.
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