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Caso M: el duro relato de una joven que denuncia que su tío la violó durante ocho años

La joven contó que los abusos comenzaron a los seis años, con manoseos, y a partir de los ocho con acceso carnal, cuando su tío la llevaba en el transporte escolar y cuando se quedaba a dormir en la casa de sus primos. Por el caso fue imputado Jorge Ulises Pereyra, quien quedó en prisión preventiva en una causa que investiga los delitos de abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores.

En septiembre de 2020, una joven de San José del Rincón denunció a su tío político -el esposo de su tía- por abusos sexuales que se cometieron a partir de los seis años y hasta los 16 años, según el testimonio que dio en la Justicia. El jueves 8 de julio, Jorge Ulises Pereyra fue imputado por abuso sexual con acceso carnal calificado por la guarda y en concurso ideal por corrupción de menores y un día después quedó en prisión preventiva a pedido del fiscal Roberto Olcese.

En una entrevista con "Ahora Vengo" en Aire de Santa Fe, la víctima, que pidió ser identificada con la sigla M y ahora tiene 29 años, contó el infierno que atravesó entre los seis y los 16 años, y las dificultades que tuvo para denunciar lo que había sucedido -por las amenazas y presiones de su tío- hasta diciembre del año pasado, cuando pudo concretar la denuncia en la Comisaría de la Mujer.

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Caso M: el duro relato de una joven que denuncia que su tío la violó durante ocho años

En un reportaje previo con AIRE, la joven recordó que los abusos comenzaron a los 6 años, con "cosquillas, que luego eran manoseos”. En la entrevista con Luis Mino, aseguró que el primer abuso con acceso carnal ocurrió cuando tenía ocho años. “Fue en la casa de mi tía, una vez que me quedé a dormir con mis primos. Mi tío me sacó de la cama y me llevó al baño de madrugada, en donde se concretó el abuso sexual con acceso carnal”, relató.

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Durante ocho años, los abusos continuaron en la casa de sus tíos y en los diferentes vehículos que Pereyra utilizaba para realizar su trabajo como transportista escolar. “Empezó en un auto Peugeot creo, después fue en una kangoo y luego una tráfic con una ventana hexagonal con solo dos asientos adelante, uno en cada puerta. Me acuerdo que él pasaba por el medio. En todos esos vehículos me llevaba”, narró.

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Desde cuarto grado a noveno año del secundario, Pereyra buscaba a su sobrina en la escuela de Santa Fe. La joven recordó que su tío siempre dejaba primero a los demas chicos y a ella la dejaba para el final. En ese trayecto casi siempre ocurrían las violaciones, según explicó la víctima.

“Cuando comencé cuarto grado me cambié de escuela y me fui a una en Santa Fe de la cual empecé a salir más tarde uno o dos días a la semana. Durante la secundaria, los abusos se concretaban todos los días”, explicó M.

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M. contó que llegó a tirarse de la traffic de su tío, que es transportista escolar, para evitar un nuevo abuso.

M. contó que llegó a tirarse de la traffic de su tío, que es transportista escolar, para evitar un nuevo abuso.

Como su padre no podía ir a buscarla porque estaba haciendo el transporte de otros estudiantes, ella regresaba en el vehículo de su tío. “En ese transcurso todos los días que me traía, paraba en algún descampado o en algún lugar cuando yo quedaba sola en la camioneta con él”, narró M. La joven explicó que su tío repartía a todos los chicos de Rincón y después a los de Arroyo Leyes. “Yo me daba cuenta de lo que iba a hacer cuando no me dejaba, cuando no doblaba para venir a casa. Sabía que íbamos para el norte y sabía lo que pasaba. Una vez llegué a tirarme de la camioneta en movimiento porque sabía lo que se venía. Y recuerdo el miedo que tenía porque al día siguiente me iba a volver a pasar a buscar y encima iba a estar enojado. Cuando esto pasaba, los abusos eran más violentos”, recordó.

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Todos los detalles que M. explicó en la entrevista están en la denuncia que radicó el 25 de septiembre del año pasado en la Comisaría de la Mujer. “Después me fui acordando de más cosas”, aclaró. El hombre investigado la amenazó durante los primeros años de una forma y a medida que la víctima fue creciendo, cambió su relato. “Me amenazaba con que si contaba o decía algo le iba a hacer lo mismo a mis primos y a mi hermana, detalló. Sobre sus primos -los hijos del hombre imputado-, contó que una vez Pereyra los encerró en el baño de la casa “porque se estaban portando mal”. Luego, la llevó a ella y cerró la puerta desde adentro del baño. “Los tocó a ellos diciéndome que si yo contaba les hacía lo mismo que a mí”, relató.

M. aclaró que cuando creció, esa misma amenaza ya no era efectiva y comenzó a decirle que no le iban a creer porque él era más grande o porque era su tío. “Me decía que si yo contaba iba a matar a mis papás y nosotras dos (ella y su hermana) íbamos a quedar a cargo de él. También dijo que me iba a matar a mí”, agregó.

La joven cursó hasta noveno año en la misma escuela. Repitió octavo y volvió a hacer el año, pero cuando repitió noveno, se cambió de escuela. En ese momento frenaron los abusos en las camionetas del transporte, pero siguieron en los encuentros familiares o cuando ella iba a la casa de su tía.

"Mi psicóloga me dijo que las dificultades que atravesé en la colegio pueden estar relacionadas con el infierno que estaba viviendo, porque cuando estudiaba en casa me sabía todo y después rendía mal", recordó en la entrevista con Mino, de la que también participó la periodista Thamina Habichayn.

El primer relato

Bajo presión y amenazas, M. nunca pudo contarle a nadie sobre las violaciones. Solo logró decirle a sus padres, en medio de una discusión, que su tío la manoseaba. La madre de la joven narró a AIRE que ella se enteró de una parte de lo que ocurría con el marido de su hermana cuando su hija se lo largó en una discusión. “Ella quería salir a bailar con su hermana y había un chico que gustaba de ella, yo le estaba advirtiendo sobre los riesgos y diciéndole que ni se imaginaba lo que le podían hacer, pero ella me contestó que ya sabía porque a eso se lo hacía su tío”, manifestó la mujer.

Durante todos estos años, la joven tenía muchas dificultades para dormir. "No podés conciliar el sueño, porque se te vienen esos momentos a la cabeza. Y pensás que si lo denuncias te van a juzgar y no te van a creer. Además tenés en la cabeza a sus hijos y a toda la familia. Son cosas que se tan van apareciendo cuando pensás en hacer la denuncia. Pensé en escribir en un cuaderno todo lo que me había pasado, contarlo en el Face, pero eran ideas que no llegué a concretar porque no estaba lista", aseguró.

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El último contacto que M. y su familia tuvieron con el esposo de su tía fue en octubre de 2009. Tras contar lo que pasaba, los padres de M. cortaron toda relación con el hombre investigado y, por pedido de la joven, no realizaron denuncias ni hicieron pública la situación. Desde entonces, la víctima solo lo cruzó dos veces. En 2016 cuando su abuela se enfermó y estuvo grave, el hombre la fue a visitar a su casa. Después, en 2020 cuando la mujer falleció, M. lo volvió a cruzar en el velorio.

“Mi abuela me había pedido que no dijera nada hasta que ella falleciera”, destacó la joven. La mujer falleció en julio y en septiembre M. juntó valor e hizo la denuncia. La chica explicó que al principio su abuela no creía lo que le había contado, pero un día mientras miraban televisión la mujer le dijo: “Te creo porque lo conozco y ya lo había hecho antes, pero denuncialo cuando yo me muera”.

Por eso, unos meses después de la muerte de su abuela, y con la ayuda de una amiga, M. tomó el valor para hacer la denuncia aunque eso la llevó a recordar una y mil veces lo que vivió durante los años en que su tío cometió el delito, y también provocó amenazas a su familia y dudas sobre lo que ella contaba. “Mi tía de sangre nunca me defendió, siempre le creyó a él”, aseguró M., que contó que en una ocasión habló con su primo mayor sobre lo ocurrido. “Le dije que a ellos también les hacía lo mismo adelante mío, pero tal vez no se acordaba porque era muy chico, pero solo miraba un punto fijo y lloraba, no me dijo nada”, aseguró. Mientras ella le contaba a su primo lo ocurrido llegó su tía, que le dijo a su hijo: “Ya sabés todo de eso”. “Mi primo le respondió que de eso no sabía nada, pero en ningún momento nombraron de qué hablaban”, expuso M.

“Yo sé que mi tía sabía porque mi mamá se lo contó, pero aseguró que yo lo buscaba, que estaba celosa de ella y ahora dice que es mentira”, señaló la víctima. Además, sostuvo que en casi todas las ocasiones en que su tío abusaba de ella, su tía estaba presente. “A la madrugada yo estaba siempre pendiente de la luz roja de la computadora que veía en la oscuridad, esa que tiene cuando está apagada. Si la dejaba de ver o titilaba era porque él pasaba caminando, añadió M. “Una vez la escuché a mi tía decirle “¿Qué hacés?”, y él le dijo que iba al baño, pero vino a mi cama. De nuevo mi tía le preguntó que hacía y le contestó que nos estaba tapando. Y una vez que me estaba tocando, mi tía le dijo: 'No te hagas el boludo que es una nena”, recordó.

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La denuncia

Luego de varios años, M. formó su familia, que está conformada de su pareja y su hijo que ahora tiene seis años. En la entrevista manifestó que a todas las personas a las que pudo contarles sobre el delito, siempre le creyeron y la apoyaron. “Pero a nadie le conté detalles puntuales, solo en la denuncia”, expresó.

Cuando se cerró la distribución de bienes de la abuela y ya no tuvieron más contacto con la familia de su tía, M. decidió denunciar a su tío. Fue en el área de Género del Municipio de Rincón, donde le recomendaron que denunciara lo antes posible por la cantidad de años que habían pasado desde que se realizó el delito. El viernes 25 de septiembre a la tarde se radicó la denuncia en la Comisaría de la Mujer. “Cuando llegué a mi casa me llamó el fiscal para decirme que la había leído y que buscaba como testigos a las personas a las que les había contado”, recordó M. Durante el 26 y 27 de septiembre se tomaron los testimonios de los familiares y conocidos de la víctima. Desde ese momento se hizo efectiva una medida de distancia de 100 metros para que Pereyra no se acercara a la joven ni a su casa. Además, a M. le realizaron pericias psicológicas.

Durante los meses siguientes no ocurrió nada con la causa judicial. “Nos acercábamos a preguntar a las comisarías y el MPA (Ministerio Público de la Acusación), pero no había novedades”, contó la joven. Sin embargo, tanto M. como su madre y hermana contaron que el imputado desobedeció la medida de distancia en varias oportunidades. En una de ellas su madre lo vio y lo denunció. A los seis meses, la medida se renovó pero por 200 metros.

El jueves pasado el fiscal imputó a Pereyra por el delito de abuso sexual con acceso carnal calificado por la guarda y con concurso idea con promoción a la corrupción de menores. En esa misma audiencia pidió la prisión preventiva pero la discusión de la medida continuó el viernes. Finalmente, después de una audiencia que duró unas seis horas, el imputado quedó en prisión preventiva y esperará el juicio detenido.

Amenazas a los testigos

La familia de la víctima asegura, que además del incumplimiento de la medida de distancia por parte de Pereyra, la familia realizó amenazas en contra de ellos y uno de los testigos. “No sé cómo pasó pero creo que mi tía o él leyeron mi declaración en la denuncia”, sostuvo M. También contó que desde que desde que la situación se hizo pública los insultan. “Dicen que somos envidiosos porque ellos progresaron y nosotros no, y que solo queremos plata”, afirmó la víctima.

Además, contaron que uno de los testigos fue amenazado, ya que su pareja trabaja para la empresa de transporte del imputado. Dijeron que el domingo pasado desde la empresa de Pereyra le informaron que ya no necesitaban de sus servicios.

El pedido de Justicia

M. y su familia sostienen que es probable que ella no sea la única víctima de J.U.R. La joven destacó que tal vez sus hijos pasaron por lo mismo. Además, contó que escuchó como su tío le propinaba las mismas amenazas a otra joven en la camioneta. “Sé que hay otros casos como el mío, aunque su nombre no salió todavía, no se hizo público”, advirtió.

“Hacer la denuncia es lo más difícil porque tenés que contar una y otra vez lo que pasó y puede que te toque alguien que te cuestione o no te crea, no como en mi caso”, indicó la joven. Además, señaló que también es complicado aguantar todas las críticas que vienen desde el otro lado. “Es un proceso decidir hacer la denuncia”, aseguró.

Sin embargo, destacó que la detención del imputado le da seguridad. “Ahora que está preso yo estoy tranquila, salgo, voy y vengo. El día que se lo llevaron sentí alivio y mucha tranquilidad”, expuso. Ahora, lo único que espera es que lo declaren culpable. “No necesito más, solo ver que le dicen que es culpable”, dijo.

Para denunciar y pedir ayuda

Si vivís situaciones de violencia o conocés a alguien que esté en esa situación llamá al 144 o buscá la asistencia más cercana en tu municipio o comuna.

En la ciudad de Santa Fe podés recurrir al 0800 777 5000 a cualquier hora del día o a la Dirección de Mujeres y Disidencias ubicada en 25 de mayo 2884 (teléfonos: 4571525 / 4571666 de 8 a 20 horas)

En la ciudad de Rosario podés comunicarte con la Dirección de Diversidad Sexual ubicada en Buenos Aires 856, piso 4 o a los teléfonos 341 5778692 o 0800 4440420 todos los días del año, durante las 24 horas