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Jorgelina Hiba | Sequía | Sequía en Santa Fe |

Sequía, dólares y cambio climático: la relación entre la crisis ambiental y la economía argentina

La multiplicación de fenómenos extremos es una consecuencia de la crisis climática global. Argentina, cuya economía depende fuertemente del clima, tiene medio territorio en situación de escasez hídrica.

Cada día, imágenes desoladoras y cifras catastróficas van armando el escenario de la bomba social, productiva, económica y ambiental que significa la sequía que atraviesa desde hace tres años gran parte de la región central. A las fotos de ganado muerto, lagunas secas y personas desesperadas se suman cifras que dan escalofríos: la seca más importante de los últimos 60 años tiene a media Argentina sin agua y genera pérdidas enormes en la producción agropecuaria, que es la caja más importante de ingreso de dólares al país.

Ya se perdió la mitad de la cosecha de trigo y se estima que las de soja y maíz terminarán con fuertes recortes. No solo habrá menos commodities de exportación: habrá menos harina para el mercado interno y menos comida para alimentar a cerdos y pollos, también. ¿Es casual que esto ocurra mientras se acumulan las evidencias científicas sobre el cambio climático? Según el sistema Copernicus, de la Unión Europea, los últimos ocho años a nivel global fueron los más cálidos desde que hay registros.

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Los productores del norte provincial aseguran que nunca vieron una sequía tan importante en la región.

Los productores del norte provincial aseguran que nunca vieron una sequía tan importante en la región.

La ciencia ha demostrado, a través de los informes del IPCC (el panel de expertos internacionales en cambio climático de las Naciones Unidas) que la creciente crisis climática potencia y multiplica la ocurrencia de fenómenos extremos. Argentina, un país cuya economía es fuertemente dependiente del clima, está tan afectada como otras regiones del planeta: mayor cantidad de eventos extremos como sequías e inundaciones, mayor frecuencia de olas de calor y temporadas de incendios forestales más prolongadas e intensas afectarán cada vez más a la producción de alimentos y a la salud humana, generando impactos socioambientales y, por supuesto, también sobre la economía.

Santa Fe, con 800 kilómetros de costa sobre el Paraná y un perfil económico netamente atado a lo agropecuario, es una región particularmente sensible a escenarios climáticos cuya variabilidad es cada vez más difícil de predecir y anticipar, y tanto la actual sequía como la bajante histórica del río son un ejemplo en tiempo real.

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Así están los campos en el norte de la provincia de Santa Fe, donde se vive una panorama desolador ante la falta de lluvias. 

Así están los campos en el norte de la provincia de Santa Fe, donde se vive una panorama desolador ante la falta de lluvias.

Números negros

El año 2022 fue el octavo más seco de toda la historia argentina, lo que se notó especialmente en sectores del Litoral y de la región pampeana. El dato, que surge de un informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) sobre los impactos del fenómeno atmosférico de La Niña, detalla que -en esas regiones- los valores de precipitación estuvieron entre 500 y 600 milímetros por debajo del promedio.

Argentina, jugador clave en la agroindustria global, atraviesa la campaña agrícola más seca de los últimos 60 años. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), de los 49 millones de toneladas de soja que se proyectaban cosechar hasta hace un mes, sólo se llegarán a 37 millones. Por otra parte, los retrasos de siembras y la severa falta de agua en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires también recortaron las estimaciones para el maíz.

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En el norte de Santa Fe, por la sequía los productores optan por transformar el maíz que no alcanzó a madurar y se quemó, en alimento para los animales.    

En el norte de Santa Fe, por la sequía los productores optan por transformar el maíz que no alcanzó a madurar y se quemó, en alimento para los animales.

En trigo, cultivo de invierno, el impacto de la falta de agua fue aún peor: mientras que el año pasado la producción nacional rondó 23 millones de toneladas, este año apenas alcanzó 11,5 millones, una caída del 50%, según los datos de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR.

Según el documento “Sequías: efectos del cambio climático” publicado por la Bolsa rosarina en agosto de 2021, el cambio climático “aumenta las probabilidades de que la sequía empeore en muchas partes del mundo en las próximas décadas” a través de mayores temperatura y radiación. “Las temperaturas más cálidas pueden aumentar la evaporación del suelo, haciendo que los períodos con bajas precipitaciones sean más secos que en condiciones más frías. Las sequías pueden persistir a través de una retroalimentación positiva, donde los suelos muy secos y la cubierta vegetal disminuida pueden suprimir aún más la lluvia en un área ya seca”, dice el trabajo.

Cambio climático y economía

En la investigación “Impactos de las crisis climáticas en la pobreza y la macroeconomía en la Argentina” publicada por el Banco Mundial hace dos años se explica que los eventos extremos como las inundaciones y las sequías son los principales riesgos climáticos que enfrenta el país. “Desde 1980, la cantidad de eventos pluviales extremos se ha triplicado, y recientemente se han producido fenómenos severos que ponen de relieve la necesidad de mejorar la gestión del riesgo”, señala el informe.

“Es urgente que se tomen medidas de adaptación al cambio climático en Argentina” dice el informe, que subraya el riesgo económico que la crisis ecológica significa para un país cuya economía depende fuertemente del clima.

Sequía río Salado Logroño
El río Salado a la altura de Logroño, en el departamento 9 de Julio, está seco. 

El río Salado a la altura de Logroño, en el departamento 9 de Julio, está seco.

La agroindustria es una gran víctima el cambio climático y a su vez es parte del problema por los cambios en el uso del suelo que genera y las emisiones contaminantes del sector, más que nada de la ganadería. En Argentina, según datos oficiales, se estima que el sector aporta el 37% de los Gases de Efecto Invernadero emitidos a nivel nacional, una cifra superior al promedio global para ese sector.

Según un informe económico de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el impacto negativo de la sequía es equivalente al 1,1% o 1,8% del PBI. Se proyectan caídas de las exportaciones agroindustriales por 9.226 millones de dólares, al menos, lo que significaría una caída en la recaudación fiscal del Estado de al menos 3.143 millones de dólares.

La mirada ambientalista

Para Greenpeace Argentina, que sigue muy de cerca el proceso de desmonte en el norte del país, “la crisis climática ya es una realidad en Argentina y la sequía es uno de sus impactos más palpable”.

“Las tierras secas ocupan el 70 % del territorio nacional y se ven afectadas por la industria agropecuaria, la deforestación y el uso inadecuado de los recursos hídricos” dice la organización, que apunta a los cambios de uso del suelo a escala industrial como una de las causas que generan “más calor, ríos y lagunas secas e incendios forestales en diversas regiones del país”, señalan.

“Cada ecosistema destruido redunda en menor capacidad de adaptación al cambio climático en la región dónde ocurre la destrucción” agrega el comunicado de Greenpeace, que destaca que la actual sequía “es una de las situaciones medioambientales con más consecuencias palpables”, ya que se estima que la degradación de los suelos, la falta de agua y el avance de la desertificación “generará más muertes y desplazamientos forzados que otros desastres naturales”.

A nivel global se calcula que para 2025, 1.800 millones de personas enfrentará una situación de escasez absoluta de agua, mientras que dos tercios de la población del planeta no dispondrán de suficientes recursos hídricos. “Mitigar el cambio climático frenando los desmontes, frenar las actividades extractivas en nuestro mar y movilizarnos para exigir acción climática ya es clave”, según la organización.