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Economía inflación |

Inflación: ya se prevé más del 80 por ciento para 2023

Consultoras y analistas elevaron la proyección para el año que viene al 84,1%. Eso significa que son 7,6 puntos por encima de las estimaciones de un mes atrás.

Las expectativas son entonces que la inflación seguirá deteriorando el poder adquisitivo de salarios, jubilaciones e ingresos fijos, continuando con el mecanismo elegido para licuar el gasto público, en línea con el acuerdo con el FMI.

También las consultoras elevaron el ritmo de la devaluación del peso oficial por encima del 6% mensual para los próximos meses. Por el tipo de cambio oficial se comercializa todo el movimiento exportador e importador de la Argentina, lo que impacta sobre los precios domésticos.

Esto significa que con Sergio Massa al frente del superministerio de Economía las expectativas inflacionarias no disminuyeron para los próximos meses sino que se acrecentaron y se mantienen en niveles altísimos para todo el año próximo, a pesar que con el “dólar soja” el Banco Central pudo recomponer reservas y se aquietó la cotización de los dólares financieros.

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El "dólar soja" a $200 significa una devaluación a medida del peso.

Es que el “dólar soja” a $200 significa una devaluación “a medida” del peso que obliga al Banco Central a comprar los dólares al sector sojero a ese valor en peso, pero luego debe vender esos dólares a los importadores a $140. Representa una pérdida de $60 por dólar que lo cubre el Tesoro Nacional entregándole una Letra intransferible en dólares por esa diferencia a 10 años.

Así las reservas del Banco Central se vuelven a “inflar” de un papel de un Tesoro Nacional “en rojo”, sin valor, pero que en el Balance del Banco Central se contabiliza al 100% de su valor nominal.

Al mismo tiempo, la emisión de una Letra en dólares acrecienta la deuda del Tesoro Nacional, que se contabiliza en moneda extranjera, es decir que no licua con la propia inflación.

Esa devaluación “a medida” desató el reclamo de otros sectores quienes también reclaman un tipo de cambio “especial” o “privilegiado”, alimentado aún más la depreciación del tipo de cambio oficial.

Por otro lado, encareció la producción de carnes y lácteos que dependen en gran medida de la disponibilidad de la oleaginosa para la generación de leche y el engorde del ganado. Por eso se anticipan subas de precios en los alimentos que vienen liderando el incremento de la inflación. También impacta en los contratos de arrendamientos.

Según la Federación Agraria, las medidas oficiales “han logrado en menos de cinco días hábiles distorsionar el precio de los alimentos del ganado vacuno, porcino, ovino y aviar. Esto complica inmediatamente también a los productores de leche y huevo. También distorsionar aún más los alquileres de los campos (que son en quintales de soja), sin distinguir que esos lotes son muchas veces para producir maíz, sorgo, girasol, trigo o para hacer ganadería. Todos ellos no tienen ningún trato diferencial como sí lo tiene la soja”.

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