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Deportes entrenador | deporte | Estados Unidos

Los talentos que formó el profesor Raúl Strnad

A lo largo de su prolífica vida profesional entrenó, entre tantos otros, a campeones y plusmarquistas argentinos y sudamericanos y, varios de ellos, nos representaron en Mundiales y Juegos Olímpicos. Esta es su visión de algunos de ellos.

Conrado fue un tipo que, de chico, ya tenía un físico privilegiado. A los 16 años, ya medía casi 1,88 metro. Era muy grande, muy fuerte… Era un “gringo” muy fuerte, como también vemos en otros deportes, alimentado no sé a qué (se ríe), pero era muy fuerte, muy resistente y, después de un campeonato del Mundo al que fuimos en 1975, en Cali, Colombia, pegó un salto muy importante. La época de aprender mucho, era cuando viajábamos. Vos viajabas, y aprendías. Si te quedabas acá, te estancabas, porque no había información. Cuando viajamos a ese campeonato del Mundo, vimos cómo se nadaba en el máximo nivel. En los días previos de las competencias lo llevaba a ver cómo se entrenaban las potencias, sus técnicas… Veíamos a los húngaros, a los estadounidenses y, entonces, él aprovechó esa información. Cuando vino acá, era otro nadador. Después se fueron dando una serie de pasos importantes, fue creciendo, nadó una temporada cortita en Brasil, donde se lo llevaron para reforzar un equipo de ese país y, a la vuelta, era un nadador más completo aún. A los 16 años marcó el récord argentino de primera categoría, les ganó a los mejores de la misma, llegó a Mundiales y fue representante olímpico en Montreal 1976. En el Sudamericano de 1978, en Guayaquil, Ecuador, estableció los récords subcontinentales en los 100 y 200 metros espalda, y fue finalista en ambas pruebas en el Mundial de Berlín del mismo año. Estuvo cinco años en los Estados Unidos, becado en la Universidad de Southern Illinois; luego volvió a la ciudad, trabajó un tiempo en la Junta Nacional de Granos y desde 1985, vive en Rosario, donde es gerente general de una compañía cerealera, de una multinacional.

Conrado Porta
Conrado Porta. Para Strnad, un

Conrado Porta. Para Strnad, un "privilegiado" que a los 16 años ya medía 1,88 metros.

—¿Y en Alicia Boscatto?

Alicia llegó en 1981 a Santa Fe. Es de San Francisco, Córdoba, y nadaba en una institución muy importante, histórica, de la capital de esa provincia, el colegio Gabriel Taborín, en donde tuvo un inconveniente con el entrenador. A un ex entrenador de ella, le contó que quería irse de ahí y, ese ex entrenador, le recomendó venir para acá. Llegamos a un acuerdo, y se incorporó a Gimnasia y Esgrima, y nadó casi hasta finales de los 80, después de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. También había ido a los de Los Ángeles 1984 y, por el boicot de nuestro país, no pudo ir a los de Moscú 1980. Entre otros certámenes, también tomó parte del Mundial de Guayaquil, Ecuador, de 1982, donde fue semifinalista en los 200 metros pecho, y los Panamericanos de Indianápolis, Estados Unidos, de 1987, donde logró la medalla de plata en la misma prueba. Además, logró los récords argentino y sudamericano de los 100 y 200 metros pecho.

alicia boscatto
Alicia Boscatto logró los récords argentino y sudamericano de los 100 y 200 metros pecho.

Alicia Boscatto logró los récords argentino y sudamericano de los 100 y 200 metros pecho.

—¿Hasta dónde habría llegado Sebastián Lasave?

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"Sebastián Lasave era un talento total, era talento puro. Hubiese llegado a grandes niveles, pero no era muy adepto al entrenamiento", dijo Strnad.

Sebastián era un talento total, era talento puro. Hubiese llegado a grandes niveles, pero no era muy adepto al entrenamiento. Siempre fuimos grandes amigos, pero yo lo invité a irse del equipo del club, porque no era un buen ejemplo, haciendo las cosas tan buenas que hacía, pero no sacrificándose lo debido. Hablé con un entrenador de Buenos Aires (NdeR: Osvaldo Arsenio), le dije “te lo mando” y, allá, la historia fue diferente, porque fue a Obras Sanitarias, que era un club que “recolectaba” nadadores de todos lados. Después volvió un tiempo para acá, en la década de 1990; yo no estaba entrenando en esa época, porque me había dedicado más a una empresa privada. Sebastián volvió a Gimnasia, y quería que yo lo entrenara, pero yo no estaba en el club. Yo me fui de la natación diez años, desde 1992 hasta 2002, y trabajé en una piscina privada en Santa Fe, con una orientación exclusivamente económica, no deportiva. Sebastián me vino a buscar, quería nadar, pero le dije que no, y no volví a entrenarlo. Lamentablemente, él murió en 2001 en un accidente de tránsito (NdeR: fue el jueves 30 de agosto de ese año, en la ruta nacional 34, a la altura de Susana, departamento Castellanos cuando, con su VW Golf, colisionó contra un camión. Lasave tenía 30 años, y fue campeón argentino y sudamericano de 100 y 200 metros espalda, y representante olímpico en Barcelona 1992).

Raul Nestor Strnad

"Al igual que en Santa Fe, la natación argentina, en general, está bastante caída", considera el profesor Strnad, en otro pasaje de una entrevista para guardar.

—¿Cómo comenzó a entrenar a Agustina de Giovanni?

Agustina es divina, flor de piba, como persona es inmejorable. En 2001, yo estaba fuera de la natación y, en ese momento, el entrenador de Gimnasia y Esgrima era Raúl Araya (NdeR: actual gerente deportivo de la Cadda –Confederación Argentina de Deportes Acuáticos–, y team manager de la Selección nacional de natación). Pero como por entonces también era director de Deportes de la provincia, no podía atender las dos cosas. Durante un tiempo me insistió para que volviera a entrenar, pero yo seguía en la parte privada. Un día, me invitó a Gimnasia, que albergaba un campeonato Argentino, y se me aparece Agustina de Giovanni, que nadaba en Regatas, y me dijo “cómo me gustaría que me entrene”. Yo me preguntaba “¿de dónde viene este tema?” y, aparentemente, ella quería irse de Regatas, por lo que Raúl Araya le dijo “si vos querés venir a Gimnasia, le voy a pedir a Raúl (yo), que te entrene, aunque él no lo está haciendo ahora”. Y así se fueron dando las cosas para que regresara a entrenar en el alto rendimiento…

Y esta loca (se ríe) me trajo de vuelta a la natación. Como vi que tenía muchas condiciones, le dije: “Mirá, te entreno dos años y, el objetivo nuestro, es que hagás una muy buena marca sudamericana. Si la lográs, de ahí en más es muy probable que un reclutador de Estados Unidos, o de otro país del mundo, te va a venir a buscar”. Ella se rió; a los dos años, marcó el récord absoluto de su categoría en los 200 metros pecho y, ahí nomás, recibió una oferta de Estados Unidos. O sea, lo que yo había planificado, y ella no creía mucho, se dio todo. Al tercer año de estar conmigo, se fue a Estados Unidos.

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—¿Y a Gustavo Paschetta?

—Gustavo fue semifinalista en el Mundial de pileta corta de 2008 en Manchester, Inglaterra, donde bajó el récord argentino en los 50 metros mariposa. También es una persona bellísima, extraordinaria y, súper profesional. Tomó el deporte con un amor increíble, y es una persona extremadamente inteligente, porque programó su estudio (de Abogacía), lo hizo “más largo” y, por eso, pudo practicar un deporte de alta competencia y estudiar al mismo tiempo. Llegado un momento, dijo “basta, me tengo que recibir”, y dejó de nadar. Pero fue una de las grandes satisfacciones de mi vida el tomar un nadador que nadaba pecho y, en un par de años, llevarlo a ser el mejor mariposista del país. Él se brindó a cambiar el estilo, que es muy difícil, ya que es como decirle a un futbolista “mirá, vos sos marcador central y te voy a poner de 9 goleador”, algo que nadie creería. Pero se dio eso, se adaptó perfectamente y terminó siendo el mejor mariposista del país, y con una muy buena actuación en un Mundial.

—¿Y cómo fue su trabajo con Celeste Puñet?

celeste puñet
“No nado más, me voy a nadar a otro lado”, la frase que le quedó grabada a Strnad cuando Celeste Puñet se fue a otro club.

“No nado más, me voy a nadar a otro lado”, la frase que le quedó grabada a Strnad cuando Celeste Puñet se fue a otro club.

—A Celeste la tuve un tiempo y, así como hubo nadadores muy leales, que te siguen y hasta que dejan de nadar están con vos, ella fue una de las chicas que venía bien conmigo y, de golpe, me dijo “no nado más, me voy a nadar a otro lado”. Son esas cosas que, a veces, uno no le encuentra explicación, con nadadores que van de un club a otro y creen que, a cada lugar que van, habrá un entrenador que lo va, o la va, a hacer campeón o campeona del mundo. Por eso, hay dos nadadores, los muy leales, que se identifican con el entrenador y con el club de por vida, y están aquellos que andan circulando por los clubes a ver si encuentran un lugar cómodo. Lógicamente, cuando se van de tus manos no es un problema del nadador, sino del entrenador, porque uno siempre asume que no supiste “venderle” una idea y se van a otro lado. Por eso, yo nunca digo “a un nadador te lo roban”, o “me lo robaron”, sino que los nadadores se van de tu lado porque no están cómodos con vos. A mis nadadores y nadadoras siempre les digo “¿Te querés ir? Ningún problema. ¿Dónde querés estar? ¿Adónde te querés ir? Este es un deporte duro, y, lo ideal, es que estés en un lugar donde te sientas contenida”. Aparentemente, Celeste no se habrá sentido contenida conmigo, y decidió irse.

El duro camino hacia la cima

“La verdadera gestión –explicó Strnad– que uno debe tener como entrenador es poder “venderle” una idea a un deportista. Hay que llegarle con el mensaje. Te tiene que entender y, dentro de eso, vos firmás un compromiso con él. Compromiso viene de contrato y, a veces, no se firma con una lapicera y un papel, sino en un café, charlando y diciendo “programemos esto”, “lleguemos a esto”… Y, si no es un Juego Olímpico, le podés “vender” un Panamericano, o la posibilidad de ir a nadar a otro país, lo que significa aprender otro idioma…”, indicó.

“Agustina (De Giovanni) –agregó– era eso, con Alicia Boscatto no se dio porque ya era grande en edad y, las universidades de Estados Unidos, no te toman. Para que te tomen deben pasar, como máximo, dos años desde que hayas terminado la secundaria acá. Lógicamente, debe ser un buen nadador y, seguramente, en el estudio que hacés del mismo, sabrás si podrás decir “con este puedo llegar”. Por eso, hay que empezar a hablar desde los 12 años, creándoles una mentalidad, estableciendo una serie de puertos a alcanzar y, a medida que pasan los años, debés haber alcanzado ciertos logros. Y que ellos encuentren un motivo para practicar un deporte tan, tan difícil. Y “quema bocha”, porque te “seca” la cabeza de ir y volver dentro de una pileta… Los que hacen deportes de conjunto dicen que no entienden cómo una persona puede estar cuatro horas yendo y viniendo. Hay que tener una fortaleza mental inmensa…”, enfatizó.

—Entonces, además de su labor específica como entrenador y docente, muchas veces habrá tenido que ser el auxilio anímico para sus nadadores cuando los objetivos no se alcanzaban, o tardaban en llegar.

—En estos países del tercer, o cuarto mundo, como en el que vivimos, uno termina haciendo de todo. A veces, hasta consiguiéndole la plata al nadador… Es mucho más complicado. En su momento, uno era padre, madre, masajista, entrenador, consejero, guía espiritual, le dabas el hombro para que llore, porque el nadador llora, sobre todo las mujeres, cuando las cosas no le funcionan…

—¿Esta multiplicidad de roles le permitió manejar distintas situaciones en su carrera, como cuando un nadador le decía “no doy más”, “me duele esto”, y otras similares?

—En la “venta” de esa ilusión, ya sea de una mejor marca, o asistir a un Juego, o en pos de lograr una beca universitaria en otro país, está en no ser “demasiado padre”. A los nadadores siempre les digo que, donde yo entreno, no es un club de amigos, es un club de deporte. El nadador que cree que, conmigo, al decir “me duele el hombro”, o “estoy cansado”, yo le voy a contestar “bueno, está bien, andate”, se equivoca. Este es un equipo de competencia, y son deportistas que gastan mucho tiempo de sus vidas en esto. Y gastan mucho dinero, porque hoy, pensar en un deportista que pretenda tener un cierto nivel nacional, estamos hablando de unos $ 200.000 al año, aproximadamente, que es lo que le cuesta al padre entre nutrición, ropa deportiva, tratamientos médicos…

Los viajes, que normalmente se los pagan ellos, con cinco o seis días de hotel y comida, unas dos veces al año, más otros torneos, locales o regionales, son gastos importantes. Muchos van a la escuela, y todo implica grandes sacrificios como, por ejemplo, “te tenés que levantar a las 4.30 de la mañana”, “hay que hacer doble turno”, “hay que nadar tantos metros”, o “hay que trabajar en el gimnasio también”. En su mejor momento, Alicia Boscatto invirtió casi ocho horas diarias en su entrenamiento y, cuando hablé con entrenadores de fútbol, u otros deportes, y les conté esto, no lo podían creer….

Raul Nestor Strnad

"Es una cosa que nunca me gustó, no me gusta nadar... Yo voy al mar de vacaciones, y no me meto al mar", cuenta Strnad.

Los consejos que siempre les dio

Por las ventajas que ofrece entrenarse en el exterior, Strnad recordó las charlas que mantenía son sus nadadores. “Uno de los primeros consejos que siempre le di a un buen nadador, fue decirle “andate”. No quiero que se quede en el país. No hay chance. No hay posibilidades… Por eso, en su momento, Alicia Boscatto se fue un tiempo, a Conrado Porta lo “empujamos” y se fue, Agustina (De Giovanni) terminó en Estados Unidos…

Entonces, a cada nadador mío que tenía chances, le dije “acá no te quedás, y menos en mis manos”. Más allá de que te pueda ir bien o mal afuera, te vas a venir con un título y un idioma. Y, muchas veces, yo pienso que más que la proyección que te da el deporte, que sea una proyección de vida… Hoy, Agustina de Giovanni está trabajando para una empresa alemana, en doping. ¿Y por qué? Porque maneja el deporte y, también, maneja el idioma, que le permite moverse a nivel internacional. Por eso, ¿logró mejores cosas (a nivel deportivo) estando en Estados Unidos que estando conmigo? No. ¿Conrado Porta logró mejorar su performance en Estados Unidos que estando conmigo? No. Pero volvió y le dijeron “ah, sabés un idioma, vení”, y lo sumaron a una súper compañía internacional… Uno siente que así fue más útil en la vida de esos nadadores que haberlos proyectado a un nivel olímpico, porque consiguieron grandes cosas después de la natación.

Raul Nestor Strnad

"A la hora de definir las mayores satisfacciones en mi vida y, más allá de las medallas y distintos logros deportivos, pasa por las personas de bien que formé", reconoce el profesor.

Su visión sobre si estamos cerca, o lejos, de un oro olímpico en natación

En la historia olímpica, la Argentina logró tres medallas en natación: una de oro, en los 400 metros libre, con el capitalino Alberto Zorrilla, en Amsterdam 1928; una de plata, con la franco-argentina Jeanette Campbell, en los 100 libre, en Berlín 1936, y una de bronce, con la cordobesa Georgina Bardach, en los 400 combinados, en Atenas 2004.

—¿A cuánto estamos hoy de un oro olímpico?

—Por todo lo que comentamos anteriormente, muy lejos. Si bien la época de Zorrilla era otra natación, pensar hoy en un oro, estando acá en el país, es imposible. Pensar en “fabricar” acá una medalla, y más un oro, lo veo muy, muy complicado. Por cuestiones económicas, de infraestructura, sin competencias continuas, cada 15 días, para mantener el nivel y “estar” en la competencia… Por eso, estando acá, tan lejos del mundo, con el dólar como está hoy, salir a competir al mundo, es imposible.

Su sponsor para seguir entrenando nadadores

Al referirnos a monstruos de la natación de todos los tiempos, podemos nombrar a los estadounidenses Mark Spitz (siete oros en los Juegos Olímpicos de Munich 1972) y Michael Phelps (ocho en Beijing 2008), o el australiano Ian Thorpe (único en la historia en ganar seis oros en un Mundial, al lograrlo en el de Fukuoka, Japón, en 2001).

Son buenos, sin dudas pero, también, el entorno ayuda. Nadar hoy en un centro en Estados Unidos, Rusia o de Australia, es ir donde vos tenés todas las posibilidades y los mejores entrenadores, con la mejor información. Hoy tenés 10 o 15 entrenadores reunidos en un foro, todos los días conectados e intercambiando información. Viven para eso, y son profesionales. Uno dice “yo trabajo en la natación y soy un profesional”, pero solo en el gusto por el deporte. Si yo tuviera que pensar en vivir de la natación, es imposible. La posibilidad de que yo esté hoy en la natación, es porque tengo un sponsor: mi mujer (María Inés), que me banca el gusto por la natación porque, si no, yo hubiera dejado de entrenar hace 30 años”, reveló.

Y agregó: “Gracias a que ella hoy tiene un buen trabajo, yo puedo estar en un deporte que se dice que es profesional pero, en los hechos, es prácticamente amateur. Cuando vos sos amateur, es muy difícil tener acceso a esos foros, o a esa información de primera línea. No podés pensar hoy en viajar a un congreso o actividad similar, con un gasto de 2000 o 3000 dólares. En qué cabeza entra cuando estás ganando 50 dólares por mes…”, tiró.

—Profesor, ¿qué es ser entrenador?

—(Piensa, y luego se ríe) Nunca me la hicieron a esta pregunta… Es una vocación, es un reto, es un desafío, sobre todo en lo mío, que es el deporte individual, de poder tomar a un deportista, detectar un talento, y ver hasta dónde lo podés llevar. Es un trabajo de orfebre, muy artesanal en lo nuestro y, aunque en el mundo hay algo de artesanía también, existe una enorme profesionalización. Esto ayuda a que seas menos artesano y que todo no quede tanto en lo que es ensayo y error, como acá. Esto en el mundo no es así, los profesionales del deporte ya no actúan de este modo, y lo hacen sobre bases mucho más sólidas, que les dan la información, la tecnología y, por eso, la posibilidad de equivocarte es mucho menor. Nosotros nos equivocamos permanentemente…

—¿Y qué es ser un buen entrenador?

—(Piensa nuevamente) Un buen entrenador es aquel que tiene un respeto por su nadador. Que sabe poner en el campo de juego de este deporte a los componentes, como la familia, sus hermanos, al propio nadador, y que cada uno pueda cumplir un rol, que no tiene que interferir con el de otro. Yo tengo un “círculo” de situaciones, y no acepto que ningún padre pise dentro de ese “círculo”. Y yo tampoco voy a pisar el “círculo” del padre, el hermano o la novia, sino que ese respeto que tiene que haber entre las incumbencias, que exceden o no a la pileta, y no transgredir ciertos límites en cosas ajenas a cada uno. Cuando las incumbencias son pisoteadas, transgredidas, empiezan los problemas.

Por eso, para los padres, como padres, les digo “tenele la comida”, “pagale el estudio”, “ordenale la vida”, o sea que les das algunos tips para que puedan realizarse como padres de un deportista, y no que se conviertan en los entrenadores del deportista, que soy yo. Dicen que el valor de una persona o de un entrenador se mide cuando, con cada vida que vos tocás, generás un cambio positivo. Así, uno puede granjearse el honor de decir “soy un buen entrenador”, cuando vos tocás una vida y esa persona reacciona positivamente, ya sea con un éxito deportivo o con un éxito de vida.

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Joaquín Serra, ex pupilo de Raúl Strnad.

Joaquín Serra, ex pupilo de Raúl Strnad.

Yo tengo un amigo y colega, el profesor Guillermo Serra, cuyo hijo, Joaquín, ahora dejó de nadar y se dedica más a la universidad, pero nos va a acompañar en los entrenamientos (NdeR: en la actualidad, Strnad está cargo del equipo de natación de Gimnasia y Esgrima, compuesto por deportistas de entre 12 y 25 años, con el cual realiza dos turnos diarios de trabajo) y es un chico que creo que fue “tocado” por mí y generé un montón de cuestiones positivas, como de ser un buen nadador, de estudiar y no dejar de hacerlo, de decirle en un momento “pará con el entrenamiento y estudiá”. Él lo entendió perfectamente, y lo entendieron los padres, que me dijeron “Raúl, es tuyo, es como si fuese tu hijo”. Por eso, cuando se presentan esa serie de lazos afectivos y profesionales, que se van entendiendo en el ida y vuelta, vos podés decir “creo que fui un buen entrenador” con él. Con muchos nadadores me pasó esto y, con otros, fui duro y les dije “andate, porque no le servís al equipo”. Es saber entender a las personas, “tocarlas” y poder decirles “llegaste a un Juego Olímpico”, o “no llegaste, pero obtuviste un título universitario” pero, en todos los casos, sin dudas que formaste una persona de bien.