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La sincera amistad entre Carlos Monzón y Alain Delon, que perduró a lo largo de sus vidas

Carlos Monzón y Alain Delon se conocieron en Europa cuando estaban en el pináculo de sus carreras y, a partir de ahí, Escopeta y el actor francés nunca interrumpieron el vínculo.

Carlos Monzón y Alain Delon tuvieron muchas cosas en común: orígenes con carencias e infancias difíciles; duras adolescencias; debieron pelearla a diario y sin descanso para ser alguien en la vida y, merced a estos esfuerzos, terminarían alcanzando la fama e infinita consideración popular en el mundo del cine y del boxeo.

A uno –nacido en Francia– lo consideraron el hombre más bello del mundo, una afirmación prácticamente irrebatible, ya que tenía una "pinta" de aquellas.

El otro –que vino al mundo en la Argentina–, es reconocido como el más grande púgil profesional del país, y uno de más respetados en la historia de este deporte.

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Y, a partir de que sus vidas se cruzaron, cultivaron una sólida y profunda amistad, que fue ahondándose y no mostró dobleces, porque fue genuina y desinteresada.

Lo demostraron en las buenas (como, entre otras, las fastuosas e interminables noches del Lido de París o en los nightclubs más selectos de Europa, ya que ambos –a su modo– fueron galanes que despertaron un enorme atractivo en las mujeres), y también en las malas (por caso, cuando uno terminó en prisión, el otro ¡cruzó el Atlántico! para visitarlo).

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A partir de 1972, Delon fue un fiel seguidor de las peleas de Escopeta, especialmente en Europa. Luego de cada pelea, el actor siempre se acercó a felicitar y saludar al rey indiscutido de los 72,574 kilos, con el que desde el vamos los unió una profunda química y del cual, a lo largo de los años, se convertiría en un confeso admirador.

A partir de 1972, Delon fue un fiel seguidor de las peleas de Escopeta, especialmente en Europa. Luego de cada pelea, el actor siempre se acercó a felicitar y saludar al rey indiscutido de los 72,574 kilos, con el que desde el vamos los unió una profunda química y del cual, a lo largo de los años, se convertiría en un confeso admirador.

Y ambos, que alcanzaron el rango de leyenda –y dejaron, tanto en la pantalla grande como en los rings de todo el mundo, un legado que será imborrable–, murieron un domingo: uno, Carlos Monzón, el 8 de enero de 1995, a los 52 años y, el otro, Alain Delon, en la madrugada de hoy, a los 88.

El vínculo nació con el boxeo

A partir de 1972, Delon fue un fiel seguidor de las peleas de Escopeta, especialmente en Europa. El actor ya había presenciado desde el ringside dos defensas de las coronas medianas AMB-CMB del nacido en San Javier: una fue la del segundo choque ante Emile Griffith, que se disputó el 2 de junio de 1973 en el estadio Louis II de Montecarlo, cuando el campeón le GPP 15 al moreno (el primer choque ante el oriundo de las Islas Vírgenes se había realizado el 25 de septiembre de 1971, en el Luna Park, donde Carlos le GKOT 14) y, la otra, fue el primer combate ante Jean-Claude Bouttier (ya que chocaría dos veces con el francés, en ambos casos, con los títulos en juego).

Luego de cada pelea, el actor siempre se acercó a felicitar y saludar al rey indiscutido de los 72,574 kilos, con el que desde el vamos los unió una profunda química y del cual, a lo largo de los años, se convertiría en un confeso admirador.

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Delon fue el promotor del combate de Monzón ante el cubano-mexicano José Ángel Nápoles, que se disputó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, el sábado 9 de febrero de 1974. En la foto, Delon posa con Escopeta y Mantequilla n la conferencia de prensa de presentación de la pelea.

Delon fue el promotor del combate de Monzón ante el cubano-mexicano José Ángel Nápoles, que se disputó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, el sábado 9 de febrero de 1974. En la foto, Delon posa con Escopeta y Mantequilla n la conferencia de prensa de presentación de la pelea.

En el primer cruce con Bouttier, el italiano Rodolfo Sabbatini, quien actuaba como representante de Monzón en Europa, negoció con la dupla de promotores franceses Benaim-De Michaelis la cuarta defensa del reinado de Escopeta, que tuvo lugar en el estadio Stade Olympique Yves-du-Manoir deColombes –localidad ubicada a unos 11 kilómetros del centro de París– ante el campeón mediano del Viejo Continente.

El combate se disputó el sábado 17 de junio de 1972 y fue muy duro. Bouttier, un guapo de verdad, se plantó ante Carlos –quien pesó 72,360 kilos– y trató de oponerle resistencia hasta donde pudo. El nacido en Vitry visitó la lona en el 6º round tras recibir una derecha marca registrada del campeón y, a partir del 10º asalto, comenzó a frotar su guante sobre su ojo izquierdo, el que presentaba una incipiente hinchazón.

Así continuó hasta el 12º round y, cuando la campana llamó para el 13º y antepenúltimo capítulo, Bouttier no salió a combatir, ya que su entrenador, Michael Maguirre, arrojó la toalla.

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Delon fue el promotor oficial del choque Monzón-Nápoles (con él en la foto) junto con el italiano Rodolfo Sabbatini –quien actuaba como representante de Escopeta en Europa–, y la organizó en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente para el combate.

Delon fue el promotor oficial del choque Monzón-Nápoles (con él en la foto) junto con el italiano Rodolfo Sabbatini –quien actuaba como representante de Escopeta en Europa–, y la organizó en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente para el combate.

El árbitro alemán Rudolf Drust –el mismo que el 7 de noviembre de 1970 dirigió el primer combate ante Nino Benvenuti, cuando Carlos se consagró campeón mundial–, dictaminó el triunfo del santafesino por abandono.

Esta nueva victoria incrementó la muy bien ganada fama en Europa del monarca mediano y, el 29 de septiembre de 1973, en el estadio de Roland Garros, sede de célebre Grand Slam, el sanjavierino y el francés combatieron por segunda vez y, en esta oportunidad, Carlos le GPP 15 al valiente retador, al que derribó en los tres asaltos finales.

“Ante Monzón realicé las dos mejores peleas de mi vida pero, en ambas, enfrenté a un campeón imbatible”, fue el elogio de Bouttier a su doble vencedor tras el combate.

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Delon había dado el presente otra vez al lado de Carlos: lo colmó de atenciones durante su estadía en la Ciudad Luz –en la que se alojó en el hotel Meridien–, las que incluyeron recibirlo en el aeropuerto Charles de Gaulle cuando el monarca arribó al mismo, puso un Cadillac con su respectivo chofer a su disposición, le dio una amplia difusión al combate y, la conferencia de prensa previa a la pelea –en la estuvo sentado junto al sanjavierino–, fue transmitida en directo a través de varias cadenas televisivas francesas.

Y, para el siguiente combate, estrecharía aún más el vínculo con Escopeta: el actor (y también empresario) organizaría su siguiente defensa.

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En solo 18 minutos de acción, Monzón destrozó –en el estricto y literal sentido del término– a Nápoles en los seis asaltos que duró el martirio de este, y cuyo rostro muy lastimado terminaría evidenciando la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él. Finalmente, Mantequilla no salió a pelear al llamado del séptimo round.

En solo 18 minutos de acción, Monzón destrozó –en el estricto y literal sentido del término– a Nápoles en los seis asaltos que duró el martirio de este, y cuyo rostro muy lastimado terminaría evidenciando la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él. Finalmente, Mantequilla no salió a pelear al llamado del séptimo round.

Todo había surgido cuando el promotor estadounidense George Parnassus viajó desde Los Angeles –donde residía y llevaba adelante su trabajo– a París para proponerle a Juan Carlos Lectoure y Delon un combate con José Ángel Nápoles (campeón mundial welter, el que subiría dos categorías –desde los 66,678 kilos o 147 libras, límite de esa división– para retar al rey de los 72,574 kilos).

Iniciadas las gestiones, Carlos aceptó la pelea –en la que sería su 9ª defensa–, siempre y cuando le pagaran 250.000 dólares de bolsa, más otros 50.000 por porcentajes de derechos de televisión y diversos ingresos publicitarios.

Como el acuerdo se cerró rápidamente, Delon –promotor oficial del choque junto con Rodolfo Sabbatini– adelantó parte de la bolsa y, la fecha tentativa del combate, sería el sábado 8 de diciembre de 1973. Pero, a fines de noviembre, en pleno proceso de entrenamiento, Monzón presentó una amigdalitis y un fuerte cuadro febril y, por eso, el duelo ante el nacido en Santiago de Cuba el 13 de abril de 1940, debió postergarse.

Debido a este imprevisto, Lectoure habló con Delon, al que le pidió una semana de postergación de la pelea pero, el galán francés, dijo que era imposible. “El estadio donde se hará el combate tiene otro compromiso y, recién, estaría libre el sábado 22 de diciembre. Pero, debido a la proximidad con la Navidad, consideró que no era una fecha apropiada porque podría reducirse la recaudación”, recordaría Tito.

Con tanto en dinero invertido y muchos intereses en juego, cada uno defendía –con atendibles razones– sus respectivos argumentos. Es más: hasta se barajó de que el choque Monzón-Nápoles se realizara en un día hábil, pero Lectoure le bajó el pulgar rápidamente a esta posibilidad.

“Es imposible por la televisación. En horario nocturno, llegaría vía satélite a México a las 15, a los Estados Unidos a las 14 y, a Buenos Aires, a las 18, por lo que no creo que ningún canal contrate un horario como este. Por eso, el combate queda suspendido y sin fecha”.

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Alain Delon y Carlos Monzón en la conferencia de prensa posterior al combate ante Mantequilla Nápoles del 9 de febrero de 1974. Los festejos por la espectacular victoria continuaron en el famoso Lido de París, donde ambos siempre tenían sus mesas reservadas.

Alain Delon y Carlos Monzón en la conferencia de prensa posterior al combate ante Mantequilla Nápoles del 9 de febrero de 1974. Los festejos por la espectacular victoria continuaron en el famoso Lido de París, donde ambos siempre tenían sus mesas reservadas.

Por su parte, Mantequilla y su entrenador, Cuco Conde, tuvieron conocimiento de la cancelación casi con un pie en el avión que los trasladaría hasta la capital de Francia. “No estábamos enterados de nada y, de no avisarnos, hubiéramos viajado el domingo 25 de noviembre por la noche hacia París”, señaló el DT del cubano-mexicano.

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Luego de mil y una vueltas, decenas de llamadas telefónicas, anuncios y desmentidas, la fecha quedó fijada para el sábado 9 de febrero de 1974 y, el escenario, la Ciudad Luz.

Nuevamente alojado en el hotel Meridien de la capital francesa, Monzón y su equipo completaron su preparación para su choque con Mantequilla. El mismo se realizó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente para el evento y que contrastaba notoriamente con los rascacielos parisinos, ya que la misma estaba a pocos minutos del Arco del Triunfo.

Pero el lugar no había sido elegido al azar: en el mismo, se evitaba pagar los más elevados impuestos de la región metropolitana de la Ciudad Luz.

El piso de la carpa era de madera encerada y, varios sectores del mismo, estaban alfombrados. Los calefactores mantenían el frío del invierno europeo a raya y, lo más atípico que encontró el campeón, fueron los camarines: no eran tales, sino una casa rodante para cada boxeador, sin duchas y, el tamaño del baño, era similar al de una cabina telefónica.

Encima, Brusa y Lectoure no podían estar los dos al mismo tiempo junto a Carlos en el lugar –tal era la estrechez del recinto– y, por eso, cada tanto uno de los dos debía salir del lugar.

Casi 1500 mexicanos –con los típicos sombreros y banderas de su país– no paraban de gritar y, varios, ya gastaban a cuenta por la segura victoria de Mantequilla, el reinante campeón mundial welter AMB-CMB.

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Nuevamente con la organización de Delon, la 12ª defensa de Escopeta fue ante el tunecino-francés Gratien Tonna y la realizó el sábado 13 de diciembre de 1975 en el Nouvel Hippodrome de París. Ese día, Abel Ricardo Monzón –quien por entonces tenía 9 años– presenció la pelea sentado sobre las rodillas de Alain, quien ocupó una butaca del ringside, y también sobre las de la esposa de este, la también actriz y modelo Mireille Darc.

Nuevamente con la organización de Delon, la 12ª defensa de Escopeta fue ante el tunecino-francés Gratien Tonna y la realizó el sábado 13 de diciembre de 1975 en el Nouvel Hippodrome de París. Ese día, Abel Ricardo Monzón –quien por entonces tenía 9 años– presenció la pelea sentado sobre las rodillas de Alain, quien ocupó una butaca del ringside, y también sobre las de la esposa de este, la también actriz y modelo Mireille Darc.

Como Nápoles provenía de una categoría más chica, si le ganaba a Carlos se quedaría con las coronas medianas (las que Escopeta expuso), dejando vacantes las welter y, si perdía, conservaría las mismas, ya que el sanjavierino retendría a su vez las de las 160 libras.

En el pesaje oficial, que se realizó a las 11 en el mismo lugar donde combatirían por la noche, Carlos pesó 72,330 kilos y, el cubano, 69,510. A las 20, antes de salir del hotel, Escopeta acusó en la balanza 74,900 kilos.

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En otra muestra de su enorme sabiduría, el plan de Amílcar Brusa para enfrentar al moreno fue perfecto. “¿Qué tiene Mantequilla más que Monzón? ¿Velocidad, verdad? Entonces, hay que esperar que se igualen las velocidades para que luego prevalezca la mayor potencia de Carlos. Esto se irá dando con el gasto de la pelea misma. Monzón deberá trabajar mucho con la izquierda y pegar con esa mano en cualquier parte. Los golpes de Monzón duelen y, después del 6º round, Nápoles no podrá ser más veloz que Monzón. Cuando se pare, muere”, detalló el Maestro.

Fue profético porque, con puntos y comas, así se dio la pelea.

También era enorme la confianza que tenía el campeón de los 72,574 kilos al cual, antes de la pelea, Delon había advertido sobre algunos hinchas mexicanos, los que estaban muy eufóricos (léase pasados de tequila) y, por eso, le pidió tranquilidad y que no respondiera a nada de lo que le dijeran.

“¿Qué problema va a haber, si subo, lo mato y bajo? Vas a ver cómo estos se van calladitos y con la cabeza abajo”, retrucó Escopeta.

Tras los himnos de la Argentina, México y Francia (el árbitro fue el local Raymond Baldeyrou, quien había sido juez en el segundo choque ante Emile Griffith, en Montecarlo, del año anterior), la carpa quedó a oscuras y, un reflector, siguió a Mantequilla mientras se dirigía al ring, mientras lo acompañaba una melodía típicamente azteca.

Luego fue el ingreso de Carlos y, a propuesta de Delon, se escucharon los acordes de Silencio, entonado por la inigualable voz de Carlos Gardel. Como el actor y promotor quería “algo espectacular, artístico, emotivo e impactante”, desechó La Cumparsita, que Lectoure había llevado desde Buenos Aires.

Yo te bauticé acá El Macho y, Gardel, es ideal para vos”, le dijo Delon antes de la pelea, cuando fue a visitar al sanjavierino en la casa rodante donde este aguardaba la hora de subir al cuadrilátero.

Cuando sonó la campana que dio inicio al 1º round –la pelea arrancó a las 19.13, hora argentina–, comenzó la cuenta regresiva para la victoria de Carlos quien, en apenas 18 minutos de acción, destrozó –en el estricto y literal sentido del término– a su retador en los seis asaltos que duró el martirio de este.

Con su persistente jab, seguido por duras derechas a fondo, fue minando la resistencia de Nápoles, cuyo rostro muy lastimado terminaría evidenciando la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él.

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En septiembre de 1977, Escopeta fue elegido por los Sastres Unidos de París como el Hombre mejor vestido del año. Al entregarle tan alta distinción en la capital francesa –con Bastón de la Elegancia incluido–, el titular de dicha entidad, Pierre Patelin (quien también había recibido el firme y decisivo aval de Delon para otorgárselo), dijo: “Monzón, nuestra idea es que usted no se compre ropa por los próximos cuatro años. Por eso le regalamos 16 trajes, uno por cada estación de los cuatro años venideros”.

En septiembre de 1977, Escopeta fue elegido por los Sastres Unidos de París como el Hombre mejor vestido del año. Al entregarle tan alta distinción en la capital francesa –con Bastón de la Elegancia incluido–, el titular de dicha entidad, Pierre Patelin (quien también había recibido el firme y decisivo aval de Delon para otorgárselo), dijo: “Monzón, nuestra idea es que usted no se compre ropa por los próximos cuatro años. Por eso le regalamos 16 trajes, uno por cada estación de los cuatro años venideros”.

Fue una verdadera paliza y, como reza un viejo dicho en el ambiente del boxeo, Monzón le pegó hasta en la planta de los pies. Antes del llamado al séptimo asalto, Nápoles sostuvo un breve diálogo con quien lo asistió en su rincón en su choque ante Escopeta, el reconocido estadounidense Angelo Dundee quien, entre otros pupilos de primerísima categoría, era el entrenador de Muhammad Ali –nada menos– y, años más tarde, lo sería de otro auténtico grande: Ray Charles Sugar Leonard.

—Angelo, no veo, no veo nada.

—Entonces, mejor la paramos.

—Creo que es lo mejor. Hazme el favor, Angelo, porque no puedo seguir.

Dundee llamó al árbitro y le comunicó que la pelea no seguía. Cuando sonó la campana que daba inicio al 7º round, Raymond Baldeyrou tomó el brazo derecho de Escopeta (quien aún no se había dado cuenta del hecho, al igual que Brusa y el profesor Patricio Russo, el preparador físico del santafesino) y se lo levantó en el inequívoco símbolo de triunfo. Mantequilla se había derretido bajo el poderío devastador de Monzón.

Tras la aplastante victoria del sanjavierino, Angelo Dundee no ahorró elogios hacia la figura del indiscutido rey mediano: “Brusa, ¡qué bueno es tu negrito! No le pegan, te martiriza y te rompe de a poco. Tu pupilo es lo más práctico que vi. ¡Si no se lo saco, me lo mata!”

Entre otros, también aplaudieron de pie la inolvidable victoria de Monzón el director de cine francés Claude Lelouch, su compatriota, el actor Jean-Paul Belmondo, y los estadounidenses Anthony Quinn y Ryan O’Neal (quien protagonizara la famosa película Love Story).

Monzón es un superstar que reúne con gran superioridad las dos condiciones esenciales: supercalidad de boxeador y la organización perfecta. Es un verdadero campeón”, dijo Alain sobre la fantástica victoria de Carlos.

Por supuesto, el festejo prosiguió en el Lido de París, donde Monzón y Delon siempre tuvieron sus mesas reservadas.

Tras la defensa con Mantequilla, el campeón mediano incursionó en un ámbito que nada tenía que ver con su vida como boxeador, pero que su amigo Delon conocía más que bien: el cine.

La propuesta que Monzón recibió no incluía solo explotar su nombre –al que lo conocían en cualquier lugar del mundo– ya que, por ejemplo, su sola aparición paralizaba el tráfico en Roma o París sino, también, instalar una nueva estrella que hiciera un fuerte impacto en los mercados europeos.

La filmación de La Mary (tal el nombre de la película, en la que compartió cartel con Susana Giménez) duró 12 semanas y terminó el 12 de junio de ese año. El filme se estrenó el 8 de agosto de 1974 (al día siguiente de que Monzón cumpliera 32 años), en los cines Atlas y Callao de la Capital Federal, y fue un gran éxito de taquilla.

Dos estrellas

Monzón recibía invitaciones de todo el mundo, ya que su sola presencia garantizaba el éxito de la velada o evento que se tratara. Por caso y, acompañado por Susana Giménez, había viajado a Francia para el estreno de La Mary, donde Alain Delon ofició de anfitrión –hasta les envió una limusina a esperarlos al aeropuerto– y a quien los productores de la película le habían pedido su apoyo para promocionar la misma.

También, Escopeta asistió en la Ciudad Luz al estreno de Borsalino, la película que coprotagonizaron el mismo Delon y Jean-Paul Belmondo. Al término de la proyección, fue a la residencia del poderoso empresario aeronáutico Michel Dassault y, en la cabecera de la mesa principal, el sanjavierino tuvo reservado su lugar.

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El miércoles 4 de agosto de 1993, Delon visitó a Monzón en la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Las Flores, en el norte de nuestra ciudad, y le entregó una carta personal del por entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem. El actor francés Alain también conoció a otro incondicional amigo del alma de Monzón: Agustín Carlos Chiquito Uleriche (con ellos en la foto).

El miércoles 4 de agosto de 1993, Delon visitó a Monzón en la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Las Flores, en el norte de nuestra ciudad, y le entregó una carta personal del por entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem. El actor francés Alain también conoció a otro incondicional amigo del alma de Monzón: Agustín Carlos Chiquito Uleriche (con ellos en la foto).

Al día siguiente, Delon invitó al campeón a los estudios Jean Ville donde, entre otros famosos, había filmado Carlos Gardel. El campeón –acompañado por Guillermo Cervantes Luro, uno de los productores de La Mary–, recibió un consejo de Delon, una estrella tan grande y mundialmente famosa como él: “Tenés que hacer otra película, donde estés en acción. Debés ser policía, pistolero, cowboy o algo que tenga mucho más impacto. Monzón debe ser la gran figura”, tiró Alain, quien interpretó el papel de un boxeador en el film Rocco y sus hermanos.

Así, en 1977 se estrenarían en Italia dos filmes que Carlos protagonizó: El Macho, un western donde su voz fue doblada al inglés y donde también actuaron Susana Giménez y la actriz local Melisa Longo, y La cuenta está saldada, dirigida por Stelvio Massi, con quien también había actuado Nino Benvenuti.

Otra promoción boxística

La 12ª defensa de Monzón fue ante el tunecino-francés Gratien Tonna, y la realizó el sábado 13 de diciembre de 1975 en el Nouvel Hippodrome de París. Sería la cuarta oportunidad en la que Escopeta combatiría en la Ciudad Luz (antes había chocado dos veces con Jean-Claude Bouttier y una con Mantequilla Nápoles) y, también, la última de su incomparable trayectoria en la capital francesa.

Abel Ricardo Monzón –quien por entonces tenía 9 años– viajó con su padre a París para verlo en acción ante el retador radicado en Marsella, y presenció la pelea sentado sobre las rodillas de Delon (el que fue el promotor de la velada), quien ocupó una butaca del ringside, y también sobre las de la esposa de este, la también actriz y modelo Mireille Darc.

Cuando el 26 de junio de 1976 Monzón le GPP 15 al colombiano Rodrigo Valdés en Montecarlo (en el primer choque ante el oriundo de Cartagena, al que enfrentaría al año siguiente, en el mismo lugar, y en la que sería su última pelea profesional), le hizo ganar 7000 dólares a Delon. ¿Cómo fue esto? Es que actor egipcio Omar Sharif le había apostado 7000 dólares a Alain a mano del moreno.

Y, en otra muestra de que lo unidos que eran (y fueron), Delon y uno de sus guardaespaldas se encargarían de noquear a un francés que le faltó el respeto a Susana Giménez en el ringside.

Cuando Delon visitó Santa Fe

Monzón se retiró el lunes 29 de agosto de 1997, en una fiesta organizada en Sheraton Hotel & Towers del barrio capitalino de Retiro y, como Alain no pudo asistir, lo hizo la actriz francesa Natalie Barthelemy, su ex esposa.

En septiembre del mismo año, Carlos fue elegido por los Sastres Unidos de París como el Hombre mejor vestido del año. Al entregarle tan alta distinción en la capital francesa –con Bastón de la Elegancia incluido–, el titular de dicha entidad, Pierre Patelin (quien también había recibido el firme y decisivo aval de Delon para otorgárselo), fue claro y directo con el sanjavierino: “Monzón, nuestra idea es que usted no se compre ropa por los próximos cuatro años. Por eso le regalamos 16 trajes, uno por cada estación de los cuatro años venideros”.

El lunes 3 de julio de 1989, Monzón fue condenado a 11 años de prisión por homicidio simple en perjuicio de su última esposa, la uruguaya Alicia Muñiz, quien había muerto en Mar del Plata el 14 de febrero de 1988.

Pasó los primeros años de su condena en la Unidad Penal Nº 13 del Servicio Penitenciario Bonaerense, la cárcel de Batán –donde estaba detenido desde el día del fallecimiento de su mujer–, a 12 kilómetros del centro de Mar del Plata.

Luego fue trasladado a la Unidad Penitenciaria Nº 16, sita en Junín y, el 23 de diciembre de 1992, recaló en la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Las Flores, en el norte de nuestra ciudad.

Entre otros, recibió las visitas –que revolucionaron no solo el lugar donde se encontraba, sino a la ciudad– del actor Mickey Rourke, quien le confesó que, junto con Muhammad Ali, era su ídolo.

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“Los dos vinimos de abajo, los dos fuimos muy pobres, y los dos llegamos a ser estrellas. Y él siempre fue un gran amigo para mí. Por eso estoy acá, porque en las buenas es fácil tener compañía, pero a la gente se la conoce en los malos momentos”, señalaría Delon al abandonar el penal de Las Flores tras visitarlo a Monzón en 1993.

“Los dos vinimos de abajo, los dos fuimos muy pobres, y los dos llegamos a ser estrellas. Y él siempre fue un gran amigo para mí. Por eso estoy acá, porque en las buenas es fácil tener compañía, pero a la gente se la conoce en los malos momentos”, señalaría Delon al abandonar el penal de Las Flores tras visitarlo a Monzón en 1993.

Y, por supuesto, la de Alain Delon, quien dio el presente el miércoles 4 de agosto de 1993 (le entregó una carta personal del por entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem), mientras que el estadounidense lo había hecho cuatro días antes: el sábado 31 de julio.

Tras visitarlo, ambos se presentaron en el programa televisivo que conducía la ex pareja de Carlos: Susana Giménez. Los dos ensayaron una encendida defensa del sanjavierino y, Rourke, exhibió ante ella un cabezal con la inscripción “Monzón” en la frente (que Escopeta le había regalado) y, mirándola fijamente primero a ella y, luego, a las cámaras, tiró: “Don’t forget him” (“No se olviden de él”).

Por su parte, Delon –que también visitó en la Casa Gris al por entonces gobernador, Carlos Alberto Reutemann– reveló su deseo de que, una vez que Monzón recuperara su libertad, aspiraba a recorrer con él varios países de Europa.

“Nos abrazamos muy fuerte, y ambos lloramos. Compartimos un café, y hablamos largamente. Espero reencontrarme con él cuando salga (de la cárcel) y será mi huésped en mi hogar en Francia”, contó Alain, quien también conoció a otro incondicional amigo del alma de Monzón: Agustín Carlos Chiquito Uleriche.

Los dos vinimos de abajo, los dos fuimos muy pobres, y los dos llegamos a ser estrellas. Y él siempre fue un gran amigo para mí. Por eso estoy acá, porque en las buenas es fácil tener compañía, pero a la gente se la conoce en los malos momentos”, señalaría Delon al abandonar el penal.

Y, cuando Monzón falleció el 8 de enero de 1995, sintetizó su profundo dolor por la pérdida de su gran amigo con una frase que tampoco se olvidará: “Se murió mi hermano”.

Hoy Delon dejó este plano y, seguramente, ya se reencontró en el cielo con su amigo Carlos Monzón, con el que se codearon con la crème de la crème del jet set internacional y con el que no necesitó traductor para entenderse, aún cuando a veces apelaba a su tarzanesco español: un apretón de manos, un fuerte abrazo o, simplemente, una mirada, siempre fueron suficientes.

Repose en paix, Alain (Descansá en paz, Alain).