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La paliza de Francia: cuando Monzón derritió a Mantequilla Nápoles en París

Hoy se cumplen 47 años del combate entre Escopeta y José Ángel Nápoles, el campeón welter que subió dos categorías y retó al rey indiscutido de los medianos el cual, tras una verdadera paliza, retuvo sus coronas AMB-CMB de las 160 libras.

Por sugerencia del promotor Juan Carlos Lectoure, Monzón acompañó al mendocino Nicolino Locche a Maracay, Venezuela –en el estado Aragua, 100 kilómetros al oeste de Caracas–, donde el 17 de marzo de 1973, en la Maestranza (Plaza de Toros) César Girón, el Intocable trataría de recuperar su corona welter junior AMB –que había perdido el 10 de marzo del año anterior en el Gimnasio Nuevo Panamá ante el local Alfonso Gerald Peppermint Frazer, quien le GPP 15– frente al colombiano Antonio Cervantes.

Pero el oriundo de Vista Flores, Tunuyán, no pudo lograr el bicampeonato de las 140 libras o 63,503 kilos: Kid Pambelé le GKOT 10, porque Nicolino, con un profundo corte en su ceja izquierda, no salió a combatir en ese asalto. De regreso al hotel Maracay, todos trataban de levantarle el ánimo a Locche, quien tenía un gran apósito sobre la herida. Poco antes de subir a sus respectivas habitaciones para dormir, Carlos salió a la vereda a fumar un cigarrillo y, antes de terminarlo, sobre la puerta estacionó un auto negro del que bajó un desconocido.

—Oye, Monzón, tú que dices que eres guapo, ¿por qué no lo peleas al Mantecas?

Aún reponiéndose de la sorpresa, el sanjavierino no le contestó. Pero su inesperado interlocutor no se detuvo ahí.

—Oye, Monzón, si eres macho, ¿por qué no lo enfrentas al Mantecas? ¡Ese sí que te gana y termina contigo! ¡Te apuesto 20.000 dólares a que no le ganas!

El inmenso orgullo de Carlos, junto con su temperamento sanguíneo e impulsivo, pudieron más de lo que la lógica indicaba: ignorar los dichos y evitar la disputa. “¡Andá a dormir, borracho de mierda!”, ensayó Monzón a modo de respuesta.

Quien había iniciado las provocaciones, regresó al coche y retornó con una ametralladora y, encima, del vehículo descendieron tres individuos más, todos armados. Locche, al ver el grave cariz que tomaba la situación, trató de disuadirlo: “Pará Carlos, vámonos, ¿no ves que están en pedo?”.

Pero Escopeta, abriéndose la camisa, los encaró decidida y resueltamente: “¡Vengan, hijos de puta! ¡Vengan y tiren, porque si no los recago a trompadas!” Monzón empezó a correrlos y, los cuatro –de los que siempre sospecharon que eran mexicanos, aunque nunca pudieron comprobarlo–, subieron rápidamente al auto y se fueron.

Al llegar a la esquina, el que tenía la ametralladora disparó una ráfaga al aire. El Mantecas aludido era el cubano –nacionalizado mexicano– José Ángel Mantequilla Nápoles, un gran campeón welter (dos divisiones por debajo de la mediano), al que Carlos le daría una paliza inolvidable febrero del año siguiente en París, y de la que hoy se cumplen 47 años.

Las gestiones para realizar el combate

Tras derrotar el 29 de septiembre de 1973 al bravo francés Jean-Claude Bouttier por segunda vez, en el horizonte de Carlos Monzón no aparecían rivales que, seriamente, pudieran ser considerados aspirantes a una chance mundialista. Claro, tras barrer con la división de las 160 libras (y de haber mandado al retiro a varios), Escopeta estaba en la cima del mundo y, absolutamente nadie, podía hacerle sombra.

Por eso, aprovechando el combate Monzón-Bouttier II, disputado en el estadio de Roland Garros, sede del célebre Grand Slam, el promotor estadounidense George Parnassus había viajado desde Los Angeles –donde residía y llevaba adelante su trabajo– a París para proponerle a Juan Carlos Lectoure y al actor y empresario francés Alain Delon un combate con José Ángel Nápoles (campeón mundial welter, el que subiría dos categorías –desde los 66,678 kilos o 147 libras, límite de esa división– para retar al rey de los 72,574 kilos).

Iniciadas las gestiones, Carlos aceptó la pelea –en la que sería su 9ª defensa–, siempre y cuando le pagaran 250.000 dólares de bolsa, más otros 50.000 por porcentajes de derechos de televisión y diversos ingresos publicitarios. Como el acuerdo se cerró rápidamente, Delon –quien sería el promotor del choque junto con el italiano Rodolfo Sabbatini– adelantó parte de la bolsa y, la fecha tentativa del combate, sería el sábado 8 de diciembre de 1973. Pero, en pleno proceso de entrenamiento, Monzón se enfermó y, por eso, el duelo ante el nacido en Santiago de Cuba, Oriente, el 13 de abril de 1940, debió postergarse.

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José Ángel Nápoles había nacido en Santiago de Cuba, Oriente, el 13 de abril de 1940. Radicado en México, era el campeón mundial welter, y subiría dos categorías –desde los 66,678 kilos o 147 libras, límite de esa división– para retar al rey de los 72,574 kilos. Como Mantequilla provenía de una categoría más chica, si le ganaba a Carlos se quedaría con las coronas medianas (las que Escopeta expuso), dejando vacantes las welter y, si perdía, conservaría las mismas, ya que el sanjavierino retendría a su vez las de las 160 libras.

José Ángel Nápoles había nacido en Santiago de Cuba, Oriente, el 13 de abril de 1940. Radicado en México, era el campeón mundial welter, y subiría dos categorías –desde los 66,678 kilos o 147 libras, límite de esa división– para retar al rey de los 72,574 kilos. Como Mantequilla provenía de una categoría más chica, si le ganaba a Carlos se quedaría con las coronas medianas (las que Escopeta expuso), dejando vacantes las welter y, si perdía, conservaría las mismas, ya que el sanjavierino retendría a su vez las de las 160 libras.

El viernes 23 de noviembre y, en el Luna Park, se brindó una conferencia de prensa, de la que tomaron parte Amílcar Brusa, Juan Carlos Lectoure y el doctor Nicolás Rondón. El jujeño –nacido en La Quiaca el 17 de mayo de 1936, recibido en la Universidad Nacional de Córdoba en 1966, radicado hace décadas en Santa Fe, y que también es compadre de Carlos y médico personal de la familia desde 1971– explicó cuál era el estado de salud del campeón: “Como circunstancialmente me encontraba en Buenos Aires, estoy colaborando en la recuperación de Monzón, quien sufre de amigdalitis clíptica, la que le provocó un fuerte estado febril, astenia (cansancio y desgano), anorexia (falta de apetito) y dolor de garganta. Ayer (por el jueves 22) su temperatura era muy elevada, y llegó a los 39,5º. Felizmente, su estado febril disminuyó y, sus sudoración, es normal. Se le aplicó un tratamiento en base a antibióticos y debe guardar reposo absoluto. Ayer, su alimentación fue una dieta líquida y, hoy, ya ingirió caldo, puré y jugo de frutas. El pronóstico se encuentra supeditado a su evolución durante este fin de semana. Todo hace suponer que, entre el lunes y el martes, ya estará mucho mejor”, detalló el facultativo.

Mientras el doctor Rondón atendía los requerimientos periodísticos, Tito Lectoure hablaba desde su oficina con Alain Delon, al que le pidió una semana de postergación de la pelea pero, el galán francés, dijo que era imposible. “El estadio donde se hará el combate tiene otro compromiso y, recién, estará libre el sábado 22 de diciembre. Pero, debido a la proximidad con la Navidad, consideró que no era una fecha apropiada porque podría reducirse la recaudación”, recordó Lectoure.

Con tanto en dinero invertido y muchos intereses en juego, cada uno defendía –con atendibles razones– sus respectivos argumentos. Es más: hasta se barajó de que el choque Monzón-Nápoles se realizara en un día hábil, pero Lectoure le bajó el pulgar rápidamente a esta posibilidad. “Es imposible por la televisación. En horario nocturno, llegaría vía satélite a México a las 15, a los Estados Unidos a las 14 y, a Buenos Aires, a las 18, por lo que no creo que ningún canal contrate un horario como este. Por eso, el combate queda suspendido y sin fecha”.

Por último, Brusa también opinó sobre la situación: “A pesar de que la recuperación es satisfactoria, no creo que Monzón esté en condiciones hasta dentro de unos 20 días, porque perdió peso, se debilitó y tendremos que trabajar para que se fortalezca”. A todo esto, Mantequilla y su entrenador, Cuco Conde, tuvieron conocimiento de la cancelación casi con un pie en el avión que los trasladaría hasta la capital de Francia.

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Carlos percibiría una bolsa de 250.000 dólares, más otros 50.000 por porcentajes de derechos de televisión y diversos ingresos publicitarios. El actor y empresario Alain Delon fue el promotor del combate, en sociedad con el italiano Rodolfo Sabbatini, y se disputó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente.

Carlos percibiría una bolsa de 250.000 dólares, más otros 50.000 por porcentajes de derechos de televisión y diversos ingresos publicitarios. El actor y empresario Alain Delon fue el promotor del combate, en sociedad con el italiano Rodolfo Sabbatini, y se disputó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente.

“No estábamos enterados de nada y, de no avisarnos, hubiéramos viajado el domingo 25 de noviembre por la noche hacia París”, señaló el DT del cubano-mexicano. Luego de mil y una vueltas, decenas de llamadas telefónicas, anuncios y desmentidas, la fecha quedó fijada para el sábado 9 de febrero de 1974 y, el escenario, la Ciudad Luz.

Una nueva actividad fuera del boxeo

Pero 1974 –donde Carlos realizaría sólo dos defensas, una en el exterior y otra en Buenos Aires, con casi ocho meses de inactividad entre ambas– comenzó con una propuesta que recibió el campeón, y la que nada tenía que ver con el boxeo. Ya completamente recuperado de la afección que padeció a fin del año anterior, el 14 de enero, poco antes de viajar a París para exponer sus coronas por novena vez, Monzón atendió un llamado telefónico en su departamento de Díaz Vélez y Gascón en la Capital Federal.

Era el locutor Guillermo Cervantes Luro, quien le había propuesto a la productora cinematográfica para la que trabajaba contratar a Escopeta para que este debutara en el séptimo arte. Días después, en el restaurante Nápoli, frente al Luna Park, el campeón mundial –acompañado por Brusa– almorzó con Daniel Tinayre (el esposo de Mirtha Legrand, y que sería el director de la película que querían que el sanjavierino protagonizara), Cervantes Luro y Ricardo Tomaszewski, los productores de la misma.

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Antes de combatir con Nápoles, el campeón mediano recibió una oferta para filmar una película, que se llamaría La Mary, sería dirigida por Daniel Tinayre (el esposo de Mirtha Legrand, y que protagonizaría junto con Susana Giménez. Tras la defensa con Mantequilla, la filmación duró 12 semanas y terminó el 12 de junio de ese año. El estreno fue el 8 de agosto de 1974 (al día siguiente de que Monzón cumpliera 32 años), en los cines Atlas y Callao de la Capital Federal, y fue un gran éxito de taquilla.

Antes de combatir con Nápoles, el campeón mediano recibió una oferta para filmar una película, que se llamaría La Mary, sería dirigida por Daniel Tinayre (el esposo de Mirtha Legrand, y que protagonizaría junto con Susana Giménez. Tras la defensa con Mantequilla, la filmación duró 12 semanas y terminó el 12 de junio de ese año. El estreno fue el 8 de agosto de 1974 (al día siguiente de que Monzón cumpliera 32 años), en los cines Atlas y Callao de la Capital Federal, y fue un gran éxito de taquilla.

La idea era rodear al monarca de un buen elenco y no sólo explotar su nombre –al que lo conocían en cualquier lugar del mundo– ya que, por ejemplo, su sola aparición paralizaba el tráfico en Roma o París. Como los productores buscan una estrella que haga un fuerte impacto en los mercados europeos, el primer nombre en el que pensaron fue el del italiano Mario Girotti (nacido en Venecia el 29 de marzo de 1939 y más conocido por el seudónimo de Terence Hill) pero, cuando este pidió un cachet de 400.000 dólares y la exclusividad de los derechos de distribución del film en Italia, se desmayaron.

Por eso y, tras evaluarlo detenidamente, se inclinaron por Carlos, quien percibiría por su trabajo lo que ningún actor argentino había cobrado en el país hasta ese entonces: 22.000 dólares. Si bien el acuerdo era un hecho, Brusa hizo una importante aclaración: Escopeta debía pelear muy pronto en París y, tras su defensa, ya liberado de su obligación, recién ahí su pupilo podría abocarse al rodaje, el que comenzaría en la segunda semana de marzo. Igual, Tinayre le dijo que haría el anuncio a la prensa, arrancaría con la promoción de La Mary (tal el nombre de la película) y, además, antes de que Carlos viajara, le entregó una copia del libro para que lo fuera leyendo en sus ratos libre en la capital francesa.

Tras la defensa con Mantequilla, la filmación de la película duró 12 semanas y terminó el 12 de junio de ese año. El filme se estrenó el 8 de agosto de 1974 (al día siguiente de que Monzón cumpliera 32 años), en los cines Atlas y Callao de la Capital Federal, y fue un gran éxito de taquilla.

El retador también era un sólido monarca

Alojado en el hotel Meridien, el sanjavierino y su equipo completaron su preparación para su choque con Mantequilla. El mismo se realizó en la Ville de Puteaux, Hauts-de-Siene, en los suburbios de París, en una carpa con capacidad para 12.000 espectadores que se montó especialmente para el evento y que contrastaba notoriamente con los rascacielos de la capital francesa, ya que la misma estaba a pocos minutos del Arco del Triunfo. Pero el lugar no había sido elegido al azar: en el mismo, se evitaban los más elevados impuestos de la región metropolitana de la Ciudad Luz.

El piso de la carpa era de madera encerada y, varios sectores del mismo, estaban alfombrados. Los calefactores mantenían el frío del invierno europeo a raya y, lo más atípico que encontró el campeón, fueron los camarines: no eran tales, sino una casa rodante para cada boxeador, sin duchas y, el tamaño del baño, era similar al de una cabina telefónica. Encima, Brusa y Lectoure no podían estar los dos al mismo tiempo junto a Carlos en el lugar –tal era la estrechez del recinto– y, por eso, cada tanto uno de los dos debía salir del lugar.

Casi 1.500 mexicanos –con los típicos sombreros y banderas de su país– no paraban de gritar y, varios, ya gastaban a cuenta por la segura victoria de Mantequilla. Pero, como tantos a lo largo de la historia del boxeo, habían vendido la piel del oso sin antes haberlo cazado...

Nápoles era el reinante campeón mundial welter AMB-CMB. El 19 de abril de 1969, en el Forum de Inglewood, California, le GAb 13 al estadounidense Curtis Cokes, quien no salió a combatir en el 14º round y, así, Mantequilla se ciñó por primera vez las coronas de los 66,678 kilos o 147 libras. Las había perdido en su 4ª defensa en el War Memorial Auditorium de Syracuse, Nueva York, cuando el 3 de diciembre de 1970, el zurdo estadounidense Billy Backus (su verdadero nombre era Howard William Backus), le GKOT 4, porque el cubano sufrió sendos cortes en sus cejas y no pudo seguir peleando.

Pero Nápoles comenzaría su segundo reinado entre los welter el 4 de junio de 1971 cuando, ante el mismo rival y en el Forum de Inglewood, le GKOT 8 (1’53”). A partir de allí, expondría exitosamente sus títulos en seis oportunidades, hasta que llegó la hora de vérselas con Monzón. Como Mantequilla provenía de una categoría más chica, si le ganaba a Carlos se quedaría con las coronas medianas (las que Escopeta expuso), dejando vacantes las welter y, si perdía, conservaría las mismas, ya que el sanjavierino retendría a su vez las de las 160 libras.

En el pesaje oficial, que se realizó a las 11 en el mismo lugar donde combatirían por la noche, Carlos pesó 72,330 kilos y, el cubano, 69,510. A las 20, antes de salir del hotel, Escopeta acusó en la balanza 74,900 kilos. Por ello, el metal más duro terminaría rayando al más blando...

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Carlos pesó 72,330 kilos y, el cubano-mexicano, 69,510. Cuando sonó la campana que dio inicio al 1º round –la pelea arrancó a las 19.13, hora argentina–, comenzó la cuenta regresiva para la victoria de Monzón quien, en apenas 18 minutos de acción, destrozó –en el estricto y literal sentido del término–a su retador en los seis asaltos que duró el martirio de este.

Carlos pesó 72,330 kilos y, el cubano-mexicano, 69,510. Cuando sonó la campana que dio inicio al 1º round –la pelea arrancó a las 19.13, hora argentina–, comenzó la cuenta regresiva para la victoria de Monzón quien, en apenas 18 minutos de acción, destrozó –en el estricto y literal sentido del término–a su retador en los seis asaltos que duró el martirio de este.

En otra muestra de su enorme sabiduría, el plan de Amílcar Brusa para enfrentar al moreno fue perfecto. “¿Qué tiene Mantequilla más que Monzón? ¿Velocidad, verdad? Entonces, hay que esperar que se igualen las velocidades para que luego prevalezca la mayor potencia de Carlos. Esto se irá dando con el gasto de la pelea misma. Monzón deberá trabajar mucho con la izquierda y pegar con esa mano en cualquier parte. Los golpes de Monzón duelen y, después del 6º round, Nápoles no podrá ser más veloz que Monzón. Cuando se pare, muere”, detalló el Maestro. Fue profético porque, con puntos y comas, así se dio la pelea.

También era enorme la confianza que tenía el campeón de los 72,574 kilos al cual, antes de la pelea, Delon había advertido sobre algunos hinchas mexicanos, los que estaban muy eufóricos (léase pasados de tequila) y, por eso, le pidió tranquilidad y que no respondiera a nada de lo que le dijeran. “¿Qué problema va a haber, si subo, lo mato y bajo? Vas a ver cómo estos se van calladitos y con la cabeza abajo”, retrucó Escopeta. Al igual que su hacedor, también acertó.

Un formidable trabajo de demolición

Tras los himnos de la Argentina, México y Francia (el árbitro fue el local Raymond Baldeyrou, quien había sido juez en el segundo choque ante Emile Griffith, en Montecarlo, del año anterior, y que sería el tercer hombre en el ring en el combate Monzón-Valdés I, que se realizaría en 1976), la carpa quedó a oscuras y, un reflector, siguió a Mantequilla mientras se dirigía al ring, mientras lo acompañaba una melodía típicamente azteca.

Luego, fue el ingreso de Carlos y, a propuesta de Delon, se escucharon los acordes de Silencio, entonado por la inigualable voz de Carlos Gardel. Como el actor y promotor quería “algo espectacular, artístico, emotivo e impactante”, desechó La Cumparsita, que Lectoure había llevado desde Buenos Aires. “Yo te bauticé acá El Macho y, Gardel, es ideal para vos”, le dijo Delon antes de la pelea, cuando fue a visitar al sanjavierino en la casa rodante donde este aguardaba la hora de subir al cuadrilátero.

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Cuando sonó la campana que dio inicio al 1º round –la pelea arrancó a las 19.13, hora argentina–, comenzó la cuenta regresiva para la victoria de Carlos quien, en apenas 18 minutos de acción, destrozó –en el estricto y literal sentido del término–a su retador en los seis asaltos que duró el martirio de este. Girando hacia su izquierda y, evitando el manejo de los ganchos por parte del cubano-mexicano, Monzón puso en acción a su izquierda la cual, con su persistente jab, seguido por duras derechas a fondo, fue minando la resistencia de Nápoles.

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El rey de los medianos aprovechó su gran alcance de brazos para mantener lejos a Mantequilla. Girando hacia su izquierda y, evitando el manejo de los ganchos por parte del cubano-mexicano, Monzón puso en acción a su izquierda la cual, con su persistente jab, seguido por duras derechas a fondo, fue minando la resistencia de Nápoles.

El rey de los medianos aprovechó su gran alcance de brazos para mantener lejos a Mantequilla. Girando hacia su izquierda y, evitando el manejo de los ganchos por parte del cubano-mexicano, Monzón puso en acción a su izquierda la cual, con su persistente jab, seguido por duras derechas a fondo, fue minando la resistencia de Nápoles.

Y, a partir del 5º capítulo, Escopeta apretó el acelerador. Mantequilla comenzó a sangrar y, su rostro, evidenciaba la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él. Sólo el retador y su alma saben cómo se mantuvo de pie al final de ese round, porque sus piernas no obedecían lo que este les ordenaba. En el descanso, los segundos de Nápoles trabajaron a destajo y, en el 6º, la paliza fue aún peor: Carlos dominó a voluntad y, fue tal el castigo que, por momentos, muchos pensaron que en volaría la toalla desde el rincón del retador.

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A partir del 5º round, Escopeta apretó el acelerador. Mantequilla comenzó a sangrar y, su rostro, evidenciaba la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él. Sólo el retador y su alma saben cómo se mantuvo de pie al final de ese round, porque sus piernas no obedecían lo que este les ordenaba.

A partir del 5º round, Escopeta apretó el acelerador. Mantequilla comenzó a sangrar y, su rostro, evidenciaba la artillería pesada que el campeón mediano descargó sin piedad sobre él. Sólo el retador y su alma saben cómo se mantuvo de pie al final de ese round, porque sus piernas no obedecían lo que este les ordenaba.

Como reza un viejo dicho en el ambiente del boxeo, Monzón le pegó hasta en la planta de los pies... Y, de yapa, cuándo –siempre–, cómo –con toda clase de golpes– y dónde –al cuerpo y la cabeza– quiso. Antes del llamado al siguiente asalto, Nápoles sostuvo un breve diálogo con quien lo asistió en su rincón en su choque ante Monzón, el reconocido estadounidense Angelo Dundee quien, entre otros pupilos de primerísima categoría, era el entrenador de Muhammad Ali –nada menos– y, años más tarde, lo sería de otro auténtico grande: Ray Charles Sugar Leonard.

—Angelo, no veo, no veo nada.

—Entonces, mejor la paramos.

—Creo que es lo mejor. Hazme el favor, Angelo, porque no puedo seguir.

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En el 6º asalto, la paliza fue aún peor: Carlos dominó a voluntad y, fue tal el castigo que, por momentos, muchos pensaron que en volaría la toalla desde el rincón del retador. Nápoles sostuvo un breve diálogo con quien lo asistió en su rincón, Angelo Dundee. “Angelo, no veo, no veo nada”, le dijo. “Entonces, mejor la paramos”, le respondió el DT. “Creo que es lo mejor. Hazme el favor, Angelo, porque no puedo seguir”, se resignó Mantequilla.

En el 6º asalto, la paliza fue aún peor: Carlos dominó a voluntad y, fue tal el castigo que, por momentos, muchos pensaron que en volaría la toalla desde el rincón del retador. Nápoles sostuvo un breve diálogo con quien lo asistió en su rincón, Angelo Dundee. “Angelo, no veo, no veo nada”, le dijo. “Entonces, mejor la paramos”, le respondió el DT. “Creo que es lo mejor. Hazme el favor, Angelo, porque no puedo seguir”, se resignó Mantequilla.

Dundee llamó al árbitro y le comunicó que la pelea no seguía. Cuando sonó la campana que daba inicio al 7º round, Raymond Baldeyrou tomó el brazo derecho de Escopeta (quien aún no se había dado cuenta del hecho, al igual que Brusa y el profesor Patricio Russo, el preparador físico del santafesino) y se lo levantó en el inequívoco símbolo de triunfo. Mantequilla se había derretido bajo el poderío devastador de Monzón.

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Angelo Dundee llamó al árbitro y le comunicó que la pelea no seguía. Cuando sonó la campana que daba inicio al 7º round, Raymond Baldeyrou tomó el brazo derecho de Escopeta y se lo levantó en el inequívoco símbolo de triunfo. Tras la aplastante victoria del santafesino, Dundee no ahorró elogios hacia la figura del indiscutido rey mediano: “Brusa, ¡qué bueno es tu negrito! No le pegan, te martiriza y te rompe de a poco. Tu pupilo es lo más práctico que vi. ¡Si no se lo saco, me lo mata!”, dijo quien fuera entrenador de Muhammad Ali y Ray Sugar Leonard.

Angelo Dundee llamó al árbitro y le comunicó que la pelea no seguía. Cuando sonó la campana que daba inicio al 7º round, Raymond Baldeyrou tomó el brazo derecho de Escopeta y se lo levantó en el inequívoco símbolo de triunfo. Tras la aplastante victoria del santafesino, Dundee no ahorró elogios hacia la figura del indiscutido rey mediano: “Brusa, ¡qué bueno es tu negrito! No le pegan, te martiriza y te rompe de a poco. Tu pupilo es lo más práctico que vi. ¡Si no se lo saco, me lo mata!”, dijo quien fuera entrenador de Muhammad Ali y Ray Sugar Leonard.

Tras la aplastante victoria del sanjavierino, Angelo Dundee no ahorró elogios hacia la figura del indiscutido rey mediano: “Brusa, ¡qué bueno es tu negrito! No le pegan, te martiriza y te rompe de a poco. Tu pupilo es lo más práctico que vi. ¡Si no se lo saco, me lo mata!” Entre otros, también aplaudieron de pie la inolvidable victoria de Monzón el director de cine francés Claude Lelouch, su compatriota, el actor Jean-Paul Belmondo, y los estadounidenses Anthony Quinn y Ryan O’Neal (quien protagonizara la famosa película Love Story).

“Monzón es un superstar que reúne con gran superioridad las dos condiciones esenciales: supercalidad de boxeador y la organización perfecta. Es un verdadero campeón”, dijo Alain Delon sobre la fantástica victoria de Carlos.

Como quedó dicho, Mantequilla conservó sus coronas de las 147 libras, las que retendría cuatro veces más –en mayo de 1975 renunció a la de la AMB, tras no arribar a un acuerdo para combatir con el puertorriqueño Ángel Espada, quien se alzó con la misma el 28 de junio del mismo año al GPP 15 (unánime) al canadiense Clyde Gray en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan de Puerto Rico– y, en la 11ª defensa de su segundo período como campeón, el 6 de diciembre de 1975, en la Plaza Monumental de México, DF, el británico John H. Stacey le GKOT 6 y le arrebató el welter CMB. Esa fue la última pelea de Nápoles, quien nos dejó el 16 de agosto de 2019, a los 79 años.

El CMB lo desconoció como campeón

El antidoping posterior al combate frente a Nápoles –también se practicó uno antes del mismo, a pedido de Brusa y Lectoure– se convertiría en un gran problema para Carlos. Como no podía bañarse en la casa rodante que hizo las veces de camarín, Monzón se abrigó y se dirigió pocos minutos después de la pelea al hotel Meridien. Por eso, cuando las autoridades de la Federación Francesa de Boxeo llegaron a la Villede Puteaux a tomar la muestra, Escopeta no estaba. Tampoco lo encontraron en el hotel, ya que el campeón se había ido a festejar su triunfo al famoso Lido parisino con un grupo de amigos.

Entonces, los miembros de la FFB establecieron un término para recoger la orina de Monzón: las 2.30. Si a esa hora no lo habían hecho, el campeón podría ser sancionado con la retención de la bolsa –lo que era algo poco probable, y que no sucedió– o con una multa de 30.000 dólares (los que terminarían abonando Sabbatini y Delon tras la confusa situación que se vivió esa madrugada).

El sanjavierino regresó al Meridien cerca de las 3.15 y, los dirigentes, quienes habían aguardado su arribo en un restaurante cercano –Les Grillades–, renovaron la esperanza de obtener la muestra. Tras miles de cabildeos y deliberaciones en la habitación de Lectoure (la 5049, en el 5º piso, contigua a la de Monzón, quien ocupó la 5048), el campeón, que había comido y bebido sin ningún tipo de preocupación tras meses de abstinencia, accedió a orinar –es totalmente falso que Tito lo hiciera por él, leyenda que se mantiene hasta nuestros días–, pero lo hizo en un vaso.

Otro nuevo problema: como la prueba no servía (porque debió hacerlo en el recipiente aséptico que tenía el médico de la FFB), los dirigentes se mostraron inflexibles. En medio de las discusiones cada vez más subidas de tono y, ante la imposibilidad de practicar el examen, los mismos se fueron avisando que informarían la irregularidad: el campeón no había cumplido con el antidoping tras vencer a Nápoles.

Hasta hoy, muchos sostienen que éste fue el verdadero motivo por el cual, el 20 de abril de 1974, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) le quitó a Carlos el título mediano que reconocía esta entidad.

Pero, la supuesta historia oficial de que fue desposeído del cetro por no realizar el antidoping tras el choque ante Mantequilla, también es totalmente inexacta. La verdadera razón fue que el colombiano Rodrigo Valdés rechazó una oferta de 18.000 dólares para enfrentar a Monzón en el Luna Park y, aprovechando esta situación, el profesor Ramón G. Velázquez, presidente por entonces del CMB, desconoció a Escopeta como campeón, aduciendo que “no tenía suficiente comunicación con Buenos Aires” y, por eso, ordenó cubrir la vacancia de la corona con el choque entre el oriundo de Cartagena y el estadounidense Bennie Briscoe el 25 de mayo de 1974.

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Rodrigo Valdés, dos veces campeón de los medianos y célebre por su rivalidad con Carlos Monzón.

Rodrigo Valdés, dos veces campeón de los medianos y célebre por su rivalidad con Carlos Monzón.

Ese día, en el estadio Louis II de Montecarlo y, con el arbitraje del británico Harry Gibbs, el colombiano le GKOT 7 al radicado en Filadelfia y se coronó campeón mundial de las 160 libras. Según el dirigente mexicano, Juan Carlos Lectoure negaba la autoridad del CMB porque siempre (menos al final de su trayectoria), respondió a la línea que bajaba de la AMB. El propio Velázquez se lo reconoció al calificado colega Julio Ernesto Vila –quien fuera clasificador oficial del CMB durante décadas– cuando le dijo que “no puedo seguir reconociendo a un púgil cuyo manejador desconoce mi autoridad”.

Y, como muy bien explica el Maestro en su obra 20 Campeones y una Leyenda (tomo 1, página 176, Ediciones Interactivas, 1997), “por ello Velásquez firmó el decreto de destitución. Injusto para Carlos. Comprensible políticamente. Que cada uno lleve sus culpas ante la historia”.

De un plumazo y, en un escritorio y no sobre un ring, Escopeta se había quedado sin una de sus coronas. A partir de ese momento y, hasta que unificara los títulos con Valdés el 26 de junio de 1976 en el principado de Mónaco, el sanjavierino solo sería reconocido como monarca de los 72,574 kilos por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).