menu
search
Deportes Juegos Olímpicos | juegos | Suiza

Juegos Olímpicos de Tokio: a 127 años del nacimiento de una nueva era

Hoy es el Día Olímpico, instituido en conmemoración a la fecha en que se fundó el COI, en 1894, en París, gracias a la perseverancia del pedagogo francés Pierre de Frédy, barón de Coubertain, incansable impulsor de la idea.

El Olimpismo es una de las fuerzas sociológicas más importantes de los siglos XX y XXI, pues no hay dentro del marco de las relaciones humanas una actividad –sea cultural, científica, política, filosófica o artística–, que congregue a tantos adeptos y tenga la fuerza penetrante y de convocatoria para lograr en forma puntual y periódica, la reunión de un variado mosaico de razas, lenguas, religiones, sistemas políticos, culturales o económicos como son los Juegos Olímpicos.

Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad de los que se tenga registro comenzaron a disputarse en Olimpia, un santuario del Peloponeso, a unos 300 kilómetros de Atenas, hacia 776 AC.

Los últimos Juegos Olímpicos de la Antigüedad se celebraron en 393 DC, casi 12 siglos después de sus comienzos. Tras la adopción del cristianismo como religión oficial del imperio romano con el Edicto de Tesalónica, dictado el 28 de febrero de 380, el emperador Teodosio I (347-395) finalmente prohibió toda celebración pagana, incluyendo los Juegos de Olimpia, donde se rendía culto a Zeus y se exaltaba la perfección física en detrimento de los valores del alma.

El barón de Coubertain

El Olimpismo moderno –tal y como lo conocemos en nuestros días– fue concebido por Pierre Frédy, barón de Coubertin, quien nació el 1 de enero de 1863 en la residencia de su familia, ubicada en el N° 20 de la calle Oudinot, en París. Fue hijo del pintor Charles Frédy, barón de Coubertin (1822-1908), y de María Marcela Giganlt de Crisenay, baronesa Frédy de Coubertin (1823-1907), hija del marqués de Mirville y descendiente del primer duque de Normandía.

baron Coubertin
Pierre Frédy, barón de Coubertin, nació el 1 de enero de 1863 en París. El Olimpismo moderno –tal y como lo conocemos en nuestros días– fue concebido por él, y gastó su enorme fortuna en fomentar y fortalecer el Movimiento Olímpico. El barón murió el 2 de septiembre de 1937 en Ginebra, Suiza.

Pierre Frédy, barón de Coubertin, nació el 1 de enero de 1863 en París. El Olimpismo moderno –tal y como lo conocemos en nuestros días– fue concebido por él, y gastó su enorme fortuna en fomentar y fortalecer el Movimiento Olímpico. El barón murió el 2 de septiembre de 1937 en Ginebra, Suiza.

El barón de Coubertin no solo fue un gran historiador, pedagogo y filósofo. Conocía a fondo y era un gran amante del mundo griego antiguo; sentía una profunda admiración por esta cultura y por la concepción que tenían sobre la contribución de la gimnasia –como se llamaba entonces a la Educación Física– a la formación integral de los estudiantes. Asimismo, era un ferviente admirador de los Juegos Olímpicos Antiguos; y lo impresionaba mucho la organización y trascendencia de estos.

En 1889, el ministro de Instrucción Pública francés, Armond Fallieres, envió al barón a Boston, Estados Unidos, para participar en el congreso de Educación Física y realizar un análisis de los planes de estudios en las universidades y colegios de este país y Canadá. En ese mismo año, Coubertin publicó Educación Atlética, que es un estudio filosófico del atletismo y su contribución al desarrollo físico y del carácter.

El 25 de noviembre de 1892, Coubertin aprovechó el congreso de la Unión de Sociedades de Francia, que reunía a muchos pedagogos, y planteó la idea de renovar los Juegos Olímpicos a escala mundial. Como secretario de esa institución, fue escuchado con gran atención. Se acordó efectuar competencias a nivel internacional, para que abrieran los nuevos caminos; esto encendió la chispa de la llama olímpica y convocó a un congreso para “el estudio y la propagación de los principios del amateurismo” pero, en su mente y la de sus colaboradores cercanos, estaba la idea de formar el Comité Olímpico.

Fue tan bien recibida esta idea que se cambió el nombre del encuentro y se lo llamó Congreso para restablecer los Juegos Olímpicos. Poco a poco, Pierre de Coubertin fue adentrándose cada vez más en el mundo de la educación física y los deportes, por lo que el 15 y 23 de junio de 1894 escribió dos artículos sobre el restablecimiento de los Juegos Olímpicos, y donde habló del Olimpismo. Sobre el mismo, afirmó: “El Olimpismo es un sistema, es un estado mental. Él puede permear una amplia variedad de modo de expresión y ninguna razón o era puede reivindicar un monopolio de él”.

Así, el 23 de junio de 1894 –hace hoy 127 años– fue creado formalmente el Comité Olímpico Internacional (COI). Basándose en el ideal griego (alma-mente-cuerpo), el barón logró su cometido y, desde entonces, cada 23 de junio es reconocido como el Día Olímpico.

olimpiadas 3
El barón constituyó la primera comisión directiva del COI, compuesta por 14 miembros proveniente de 13 países. Uno de ellos fue el abogado y pedagogo paranaense José Benjamín Zubiaur (centro), amigo personal de Coubertin, y que fue el único representante de un país iberoamericano en la conducción original del COI, cargo en el que se desempeñó hasta 1907.

El barón constituyó la primera comisión directiva del COI, compuesta por 14 miembros proveniente de 13 países. Uno de ellos fue el abogado y pedagogo paranaense José Benjamín Zubiaur (centro), amigo personal de Coubertin, y que fue el único representante de un país iberoamericano en la conducción original del COI, cargo en el que se desempeñó hasta 1907.

En consonancia, también se celebró el primer Congreso Olímpico Internacional, del que tomaron parte 79 delegados de 13 países y con el visto bueno y unánimes notas de apoyo de otras 21 naciones.

El lema del encuentro –y que actualmente ilumina el Olimpismo– fue citius, altius, fortius (más rápido, más alto y más fuerte) y, el 24 de junio, se decidió instituir los nuevos Juegos Olímpicos.

El barón constituyó la primera comisión directiva del COI, compuesta por 14 miembros proveniente de 13 países. Uno de ellos fue el abogado y pedagogo paranaense José Benjamín Zubiaur, amigo personal del barón de Coubertin, y que fue el único representante de un país iberoamericano en la conducción original del COI, cargo en el que se desempeñó hasta 1907.

El primer presidente fue el empresario y escritor griego Dimitrios Vikelas y, su mandato, se extendió entre 1894 y 1896.

olimpiadas 2
El empresario y escritor griego Dimitrios Vikelas fue el primer presidente del COI. Su mandato se entendió entre 1894, cuando se fundó el organismo, y 1896, cuando finalizaron los Juegos de Atenas de ese año, los primeros de la Era Moderna.

El empresario y escritor griego Dimitrios Vikelas fue el primer presidente del COI. Su mandato se entendió entre 1894, cuando se fundó el organismo, y 1896, cuando finalizaron los Juegos de Atenas de ese año, los primeros de la Era Moderna.

Este primer congreso fue clave, ya que sentó las bases del Movimiento Olímpico Internacional y unió a una serie de países que fueron pioneros de este movimiento, que creció sostenidamente. En este congreso se eligió a Atenas como sede de los primeros Juegos Olímpicos, como homenaje a Grecia, cuna de la realización de los mismos.

La influencia de Coubertin fue decisiva, pues se acordó la realización cada cuatro años en ciudades diferentes, e imponiendo su postura sobre la fuerte presión ejercida por los griegos que, inicialmente, querían ser la sede permanente.

Los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna

La inauguración de los primeros Juegos Olímpicos se estableció para el 6 de abril de 1896, fecha trascendental para la historia del deporte mundial, donde se retomó la tradición antigua de efectuar los Juegos para contribuir al bienestar de la salud espiritual y física del hombre, así como al desarrollo de la paz mundial y la convivencia con mayor armonía entre los pueblos.

olimpiadas 4
Pierre de Coubertin (primero de la izquierda, sentado), junto con algunos de los miembros de la primera comisión directiva del COI. Además del barón, en la foto, tomada en 1896, en Atenas, aparecen: desde la izquierda, de pie, el doctor Willibald Gebhard (Alemania);  Jiri Guth-Jarkovsky (Austria-Bohemia), Ferenc Kemeny (Hungría), y el general sueco Victor Balck; en el centro, sentado a la izquierda de Coubertin, está el griego Demetrios Vikelas, primer presidente del COI; y el general ruso Alexei Dmitrievich Butowsky.

Pierre de Coubertin (primero de la izquierda, sentado), junto con algunos de los miembros de la primera comisión directiva del COI. Además del barón, en la foto, tomada en 1896, en Atenas, aparecen: desde la izquierda, de pie, el doctor Willibald Gebhard (Alemania); Jiri Guth-Jarkovsky (Austria-Bohemia), Ferenc Kemeny (Hungría), y el general sueco Victor Balck; en el centro, sentado a la izquierda de Coubertin, está el griego Demetrios Vikelas, primer presidente del COI; y el general ruso Alexei Dmitrievich Butowsky.

La inauguración fue presidida por el rey Jorge I, quien dijo: "Proclamo la apertura de los Juegos de la primera Olimpíada de la Era Moderna". A su vez, el barón de Coubertin afirmó: “Mantengo la convicción de que los Juegos deben servir al mundo como sirvieron a la Grecia Antigua para borrar las diferencias de razas, religión y política. Que deben unir a los pueblos de los cinco continentes de igual forma que unió a argivos y mesenios; a espartanos y atenienses, unidos todos por el deporte; compitiendo todos por la grandeza de la humanidad”.

Estos primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna se celebraron entre el 6 y el 15 de abril de 1896. Participaron 241 atletas masculinos –no lo hicieron mujeres, quienes lo harían por primera vez en los siguientes Juegos, en París 1900– representando a 14 países, que tomaron parte de 43 pruebas de nueve deportes.

El Panathinaikó, el primer gran estadio moderno, albergó los mismos. Ese mismo lunes 6 de abril, el estadounidense James Connolly ganó la medalla de oro en salto triple y, de este modo, se convirtió en el primer campeón olímpico en 1503 años.

olimpiadas 5
El Panathinaikó de Atenas, el primer gran estadio moderno, albergó los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna, celebrados entre el 6 y el 15 de abril de 1896. Participaron 241 atletas masculinos –no lo hicieron mujeres, quienes lo harían por primera vez en los siguientes Juegos, en París 1900– representando a 14 países, que tomaron parte de 43 pruebas de nueve deportes.

El Panathinaikó de Atenas, el primer gran estadio moderno, albergó los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna, celebrados entre el 6 y el 15 de abril de 1896. Participaron 241 atletas masculinos –no lo hicieron mujeres, quienes lo harían por primera vez en los siguientes Juegos, en París 1900– representando a 14 países, que tomaron parte de 43 pruebas de nueve deportes.

Una vida dedicada al Olimpismo

En 1913, Coubertin diseñó el símbolo olímpico, constituido por cinco anillos, cada uno de diferentes colores (azul, amarillo, negro, verde y rojo), todos entrelazados entre sí, y expresó el significado de los mismos: “Esos cinco anillos representan los cinco continentes ganados para el Olimpismo y en capacidad de aceptar las rivalidades fértiles”. La bandera fue idea del propio barón y la presentó en el Congreso celebrado con motivo de la 16ª sesión del Comité Olímpico Internacional en París, en 1914. Los seis colores, incluyendo el fondo blanco, representan los colores de las banderas de todos los países del planeta, sin excepción.

Debido a la Primera Guerra Mundial, el 10 de abril de 1915 Coubertin y los miembros del COI, decidieron cambiar la sede de esa organización a la ciudad neutral de Lausana, Suiza, donde actualmente se encuentra.

Coubertin fue presidente del Comité Olímpico Internacional desde 1896 a 1925. Anunció su retiro y renunció a presidir el COI en Praga, el 28 de mayo de 1925. Desde entonces, fue su presidente de honor y el más fiel observador y consejero del Olimpismo hasta su muerte, que se produjo el 2 de septiembre de 1937 en Ginebra, Suiza. Tenía 74 años.

Su funeral tuvo lugar en la iglesia Notre Dame de Valentin en Lausanne, Suiza, y fue enterrado en el Bois de Vaux en Lausana, casi a la vista de la actual sede del COI.

olimpiadas 6
El barón de Coubertin descansa en el Bois de Vaux de Lausana, Suiza, casi a la vista de la actual sede del Comité Olímpico Internacional.

El barón de Coubertin descansa en el Bois de Vaux de Lausana, Suiza, casi a la vista de la actual sede del Comité Olímpico Internacional.

En su testamento, dejó establecido que su cuerpo fuera enterrado en Suiza, nación que le dio cobijo, comprensión y abrigo a él y a su obra, y que su corazón fuera llevado al mítico santuario de Olimpia, el motor de su inmortal quehacer olímpico. Desde marzo de 1938, reposa en una urna de mármol en dicho lugar.

Actualmente, al sitio donde reposa su corazón lo rodean las instalaciones de la Academia Olímpica Internacional, fundada en 1961 por iniciativa del doctor Carl Diem (quien dirigió al equipo de arqueólogos alemanes que, entre 1948 y 1958, descubrieron los restos de la ciudad donde se realizaban los Juegos de la Antigüedad) y donde, cada actividad diaria, comienza con un homenaje a su memoria.

Coubertin dedicó todos los momentos de su vida y, también, la totalidad de su enorme fortuna, al desarrollo y fortalecimiento del Movimiento Olímpico, lo que hizo que, al final de vida, presentara una difícil situación económica. Por ello, el ayuntamiento de Lausana le regaló un apartamento en el edificio frente al parque de Mon Repos, en el centro de dicha ciudad.

Para el barón, el Olimpismo era inseparable de la cultura, por lo que abogó por la educación de la inteligencia al mismo tiempo que la del cuerpo. Asimismo, su gran obra fue la de internacionalizar el deporte mediante métodos pedagógicos que asumían la fraternidad, la solidaridad, la camaradería, la igualdad de razas, credos religiosos y clases sociales.

Y, a 127 años de la creación del COI, sus ideales están más vigentes que nunca. Desde los Juegos de Atenas 1896, su propuesta creció y se fortalece cada vez más.

El resto, es la riquísima Historia que llega hasta nuestros días.