El documental“50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa” expone detalles crudos del crimen, pero también rescata historias mínimas que conectan con quienes lo conocieron. Entre ellas surge la de Juan Manuel Pereyra Rozas, uno de los amigos de Fernando, y Rex, un perro callejero que se transformó en una marca emocional.
El relato de Manuel Pereyra Rozas mostró el lazo inesperado que creó con un perro callejero durante unas vacaciones que marcaron un antes y un después, y la particular conexión entre el nombre que eligieron y Fernando.
La historia de Rex, el perro callejero que emocionó en el documental de Fernando Báez Sosa
En el documental se reúnen testimonios de los padres, familiares, condenados y amigos. Cada uno reconstruye lo ocurrido dentro y fuera del boliche Le Brique, y entre esas voces sobresale una confesión íntima: la historia del perro Rex, contada por Juan Manuel Pereyra Rozas.
La escena ocurrió durante las vacaciones de Juan Manuel en Miramar, después del verano en el que mataron a Fernando. Un perro de la zona comenzó a aparecer todos los días en la puerta de la casa donde se hospedaban. Los seguía a la playa y también cuando iban al pool.
Perro Rex
Rex, un perro callejero, comenzó a seguir a Juan Manuel Pereyra Rozas y su familia durante sus vacaciones en Miramar.
“Había un perro de la vuelta que esa semana apareció todos los días en la puerta de casa. Nos seguía a la playa. Cuando íbamos al pool, el dueño lo sacaba y nosotros decíamos: ‘No es nuestro’. No sé qué pasó. Le pusimos nombre. Se llama Rex. Me lo tatué acá. Fue algo muy loco que me guardé mucho tiempo. Esto no lo conté nunca porque es raro, pero lo quería contar”.
Lo que nunca había dicho, y decidió revelar por primera vez en la docuserie, fue el verdadero impacto de ese nombre. Cuando gira el brazo, la palabra “Rex” —escrita con una caligrafía especial— se transforma en “Fer” al leerla al revés. Su voz se quebró y ese instante se convirtió en una de las escenas más emotivas del documental.
Para él, ese perro callejero simboliza una presencia que se niega a irse. Un recuerdo vivo de Fernando.
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"ESTO NO LO CONTÉ NUNCA PORQUE ES RARO, PERO LO QUERÍA CONTAR”
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La relación entre Fernando y sus amigos comenzó en el Colegio Marianista, en Caballito. Fernando había obtenido una beca entre 400 postulantes. Su llegada al grupo no fue inmediata, pero se dio con naturalidad.
El primer acercamiento pasó en una clase de educación física. Luego vinieron las charlas de recreo, los almuerzos compartidos y los planes que empezaron a multiplicarse.
Sus amigos lo recordaron como “una persona graciosa, activa, bromista e incansable para organizar planes”. También mencionaron que solía invitarlos a su casa a jugar a la Play Station y a comer platos que él mismo preparaba.
Además, destacaron su carácter: “Fernando era un pibe con actitud, que si tenía que poner el lomo para defender a los suyos, lo defendía”.
Otro de ellos agregó un detalle que resuena con la tragedia: “No le gustaba que lo pasen por encima, básicamente. Por eso, después, fue parte de lo que pasó. Le gustaba que lo respetaran, como él también respetaba a los demás”.