A solo 4 horas de una las 7 maravillas naturales del mundo, se ubica una pequeña ciudad llena de historia y paisajes únicos que dejan encantados a quienes la visiten. Ubicada al sur de la provincia de Misiones, se encuentra la ciudad de San Ignacio, un maravilloso destino que invita a ser conocido en familia en una escapada de vacaciones.
San Ignacio es conocida por contar en su casco urbano con las ruinas jesuíticas de San Ignacio Miní, cuyos restos se encuentran entre los mejores conservados de esta etapa histórica. Aunque la ciudad recuerda su refundación cada 25 de septiembre, que se realizó en 1877. La historia de la ciudad comienza con la construcción, asentamiento y fundación de las Misiones Jesuíticas en 1600.
Escapada a San Ignacio, un destino histórico de Misiones
Las Ruinas de San Ignacio Miní, declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1984, representan uno de los sitios más emblemáticos de la localidad misionera encargada de preservar estas ruinas jesuíticas argentinas. Este sitio crucial alberga cultura en cada rincón y transmite historias que transportan a los visitantes a siglos pasados, ya sea a través del paisaje o de los relatos de habitantes locales y guías turísticos.
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San Ignacio Miní, ubicado en el noroeste de Misiones, conserva algunas de las mejores ruinas jesuitas de los siglos XVI y XVII. Los edificios principales se organizan alrededor de una plaza central, destacándose estructuras como el cabildo, el templo mayor, la residencia de los sacerdotes, la escuela y el cementerio.
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Por otro lado, en la localidad se encuentra el Parque Provincial Teyú Cuaré, creado para proteger un afloramiento rocoso de gran valor paisajístico y ecológico. Este parque de 78 hectáreas inspiró al famoso escritor Horacio Quiroga en muchas de sus obras, debido a su impresionante flora y las cavernas que sirven de refugio a diversas especies de murciélagos.
El parque se extiende desde el arroyo Yabebirí hacia el norte y desde el río Paraná hacia el interior, cubriendo un área que sirve como zona de transición entre las selvas mixtas y los campos, incluyendo también una parte de las selvas marginales del río Paraná. Esta diversidad geológica y vegetal favorece la presencia de especies faunísticas que buscan adaptarse a sus necesidades biológicas en diferentes ambientes.
