Rafael Mansilla. Este nombre y apellido que para algunos será un interrogante es, para (unos cuantos) otros, un ser digno de devoción. Así lo demuestra el panteón que lleva su nombre en el Cementerio Municipal de Santa Fe.
Rafael Mansilla. Este nombre y apellido que para algunos será un interrogante es, para (unos cuantos) otros, un ser digno de devoción. Así lo demuestra el panteón que lleva su nombre en el Cementerio Municipal de Santa Fe.
POR ERICO VEGA
Ploteado de chapitas de agradecimientos que cubren el deterioro de sus paredes y flores fielmente renovadas sobre la puerta de hierro, este panteón es el espacio más colorido de la necrópolis capitalina. Pero, ¿quién fue Rafael Mansilla? ¿Por qué esta veneración? La historia guarda ciertos misterios que sólo la fe parece capaz de sostener.
Al ingresar al cementerio por la calle principal, se interponen -ante la vista de cualquier caminante- fastuosos panteones, esculturas delicadas y tallados portones de bronce.
Pero ante los otros sentidos interfieren, también, un silencio respetuoso, el andar lento de los visitantes por sus pasillos, el perfume inconfundible de las flores y el halo misterioso que rodea a todo cementerio. Sobre una de sus calles laterales se llega, quizá, al enigma más grande: el “panteón milagroso” de Rafael Mansilla.
Se dice que Rafael Mansilla fue un procurador que tenía un corazón generoso con los más necesitados y se cree entre la década del 1950 y 1960 comenzó a venerarse este panteón por un hecho paranormal.
De todo lo que se dice y se cree hay una realidad superadora: las miles de personas dejaron (y dejan) registro de sus agradecimientos a través de las placas dan muestra de cierto pedido cumplido.
“Mi abuelo me fue contando la historia que se fue pasando de generación en generación. Él había hecho una promesa de cuidar el panteón y cuando murió decidí seguir esa tradición. Y desde entonces, muchas personas que se acercaban agregaban más argumentos a la historia: era procurador pero a su vez ayudaba con enfermedades a los más necesitados con recetas caseras", dice Daniel Torres, un fiel de Mansilla que una vez por semana pasa por el panteón a mantenerlo limpio y ordenado.
"El día que lo enterraron a él cayó un relámpago sobre el panteón y quedó una luz encendida por un tiempo que generó desde entonces la devoción de la gente”, agregó.
Para la directora del cementerio municipal, Luz Balbastro, también tiene que ver con la necesidad de creer y el acervo creyente de los santafesinos. “Es un camino permanente de promeseros el panteón. Todos los días tenés una flor nueva, una carta nueva. El cementerio es un espacio de la memoria y este panteón tiene plena vigencia, forma parte de uno de los atractivos de las visitas guiadas que se realizan”, señala la directora.
Antiguamente, este panteón tenía una capilla en el subsuelo y allí acudían sus seguidores a rezar, pedir y agradecer. Fue ahí que la gente comenzó a colorear esta edificación con chapitas de agradecimiento.
Con el tiempo, se reestructuró: se bloqueó el subsuelo y se achicó su espacio. En la ordenanza municipal N° 10282, los sucesores de Rafael Mansilla “cedieron a perpetuidad la fracción de terreno correspondiente al panteón, el municipio condonó las deudas y quedó a disposición para darle el uso que se estime más conveniente”.
Fue tan grande lo que se generó con la figura de Masilla que los descendientes siempre fueron reticentes a hablar. Quizá, no porque no crean en los poderes milagrosos de su antepasado, sino porque tuvieron (o tienen) el temor de que sus hogares se conviertan en santuarios espontáneos.
En 2019, en una valiosa entrevista, AIRE logró hablar con una familiar de Mansilla que aportó lo poco que sabía empíricamente de él. Para los familiares también fue difícil reconstruir su historia.
En la búsqueda de más datos que permitan profundizar en esta historia hay uno sobresaliente: los restos de Mansilla no están en el panteón.
Entonces, para los incrédulos, esto puede ser la confirmación de una devoción irracional o la prueba más fehaciente de un desengaño.
Sin embargo, esa información no es importante para los que reverencian a Rafael Mansilla. Pues, casi siempre la fe se mueve por razones tan íntimas que hace inobjetable cualquier impugnación. Y la historia de este Santo sin rostro, va por ese lado. Sin dudas.