La firma del memorándum de entendimiento entre Argentina y China para la instalación de mega granjas de cerdos se postergó hasta noviembre con la promesa de incorporar un artículo que asegura el cumplimiento de leyes de protección ambiental. Si bien el proyecto está en su fase embrionaria, referentes opositores al mismo aseguran que una producción de semejante magnitud jamás podrá ser amiga del ambiente, por lo que advierten que el acuerdo no debe firmarse "ni en noviembre ni nunca".
Luego de múltiples manifestaciones sociales en más de 20 ciudades del país, Cancillería Argentina informó el 30 de agosto pasado que el memorándum contemplará "un artículo donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad".
El 8 de enero último, la compañía de biotecnología Biogénesis Bagó anunció la inminente firma de un acuerdo comercial entre la Asociación Argentina de Productores Porcinos y la Asociación china para la Promoción y el Desarrollo Industrial de China con el fin de producir para el país asiático 900 mil toneladas de carne de chancho al año.
Para ello, el gobierno argentino apuesta a la construcción del mayor proyecto porcino de la historia del país. Consta de la instalación de 25 granjas de cría intensiva -forma de crianza industrial bajo las premisas de maximización de producción y beneficio económico con el menor costo y tiempo posible- con 12.000 cerdas madres, acompañadas cada una de un gran complejo industrial emplazado en no menos de 100 hectáreas con plantas de acopio y prensado de soja (para alimentar los cerdos), generación de biodiesel, frigoríficos y biodigestores.
Ante semejante cambio de rumbo del uso de la tierra, la ganadería y la economía argentina en general, la pregunta gira en torno a qué tan sustentable para el ambiente pueden ser las factorías que podrían instalarse en diversas provincias argentinas. ¿Cuáles son los riesgos?.
Qué dice el gobierno de Santa Fe
Santa Fe fue una de las primeras jurisdicciones que informó a Nación su predisposición para albergar algunas de estas granjas. "El Gobierno de Santa Fe, en el marco de la Región Centro, comenzó a trabajar en un formato productivo que permita recibir los capitales asiáticos sin vulnerar el mercado interno y con estrictos cuidados ambientales y sanitarios", dice el comunicado del gobierno santafesino tras un encuentro virtual junto a autoridades de Córdoba, Entre Ríos y el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
El secretario de Agroalimentos de Santa Fe y quien participó en ese encuentro, Jorge Torelli, calificó las mega granjas pensadas por el gobierno de Santa Fe como "muy sustentables". "La intención de la Provincia es que se cumplan normas ambientales y de seguridad alimentaria", aseguró el funcionario a Aire Digital y aclaró que aún no se abrieron espacios de debate oficiales con sectores sociales en oposición al proyecto porque el mismo está "en etapa muy embrionaria". Sin embargo, insistió: "No vamos a permitir que se transgredan las normas provinciales de manejo de fuentes sustentables".
La idea del gobierno de Omar Perotti es instalar factorías porcinas en la provincia bajo formas de sociedades empresariales, cooperativas y consorcios. "Queremos que el pequeño productor sea el que proponga", sostuvo Torelli y agregó que la iniciativa demandará la creación o mejoramiento de infraestructura, caminos, locaciones, servicio de electricidad, etcétera, en cada localidad de la provincia de Santa Fe donde puedan emplazarse estas mega granjas.
El secretario de Agroalimentos piensa en granjas al estilo danés y alemán. "No pensamos en instalaciones como las de China. En Dinamarca y Alemania tienen granjas completamente sustentables que generan biogás", por lo que "la tecnología ambiental no es un problema a resolver, está al alcance de la mano y existe en otros países, solo tenemos que copiarla", insistió el funcionario.
Qué dice Felipe Solá
El canciller Felipe Solá hizo declaraciones escasas y extraoficiales sobre el posible acuerdo con China para la producción de 900 mil toneladas de carne de cerdo.
El 26 de agosto participó junto a funcionarios del gabinete nacional y empresarios del agronegocio de un encuentro virtual llamado “Producción porcina: un modelo nacional, cooperación internacional y soberanía alimentaria”. La charla que iba tener lugar en la plataforma YouTube con acceso libre, se trasladó a último momento a Zoom y no se aceptó la participación de terceros, algo que enfureció a los enemigos del acuerdo y ganó escépticos.
Pero lo que Solá dijo en ese encuentro salió a la luz pocos días más tarde, difundido sobre todo por organizaciones ambientalistas. El exsecretario de Agricultura de Menem reconoció que se trata de "un tema que ha sensibilizado a una parte de la juventud" y en especial a "una juventud urbana" interesada en cuestiones ambientales y "con una mirada muy urbana de cómo se produce en el sector agropecuario".
El funcionario aseguró que Argentina es el mejor país del mundo para producir carne porcina y citó a productores porcinos que lo avalan.
En cuanto a la utilización de recursos para la alimentación de los miles de cerdos, Solá aseguró que "no se va a desmontar para sembrar maíz", y después aclaró que en realidad "depende de dónde las pongamos". "Nos vamos a preocupar que -la mega granja- esté en un lugar donde no haya que desmontar", concluyó.
Por último, Solá confesó que el acuerdo que se estudia con el gigante asiático "no es el que exactamente queremos, es el que podemos". "El modelo posible en un acuerdo entre productores de China y Argentina es éste", sostuvo y continuó en su discurso ante grandes y medianos productores porcinos y referentes industriales del país: "Vamos a hacer todo lo posible por no contaminar y por tener seguridades previas, mínimos previos establecidos, pero sobre todo lo que vamos a hacer es generar dólares, exportar y producir empleos". "Ésta es una solución, ¿la vamos a boicotear o defender?", se preguntó el canciller.
Qué dicen los científicos
Para Rafael Lajmanovich, profesor de Ecotoxicología de la Universidad Nacional del Litoral e investigador independiente del Conicet, la sustentabilidad de estas mega granjas "es muy discutible".
Es una cuestión de definición. "Desde el punto de vista ambiental no son sustentables. Desde el punto de vista de la salud son riesgosas: no quiere decir que sí o sí van a engendrar un virus zoonótico pero se corre ese riesgo", explicó el científico.
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Algunos planos del anteproyecto creado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación dejan entrever cierta intención del gobierno nacional de introducir formas de producción sustentable. El algoritmo de ingreso al complejo porcino coloca como "idea fuerza" iniciativas eco-sustentables en cada una de las 25 granjas, como la generación de biodiesel y biodigestor con co-generación eléctrica.
"Puede ser que le llamen sustentable al hecho de que se genere combustible con los deshechos de los cerdos. Pero los gases de efecto invernadero y la contaminación que generan esas factorías, no aparecen del lado negativo de la ecuación", indicó el profesor de la UNL que estudió los efectos de la producción intensiva de pollos en megagranjas de la provincia de Entre Ríos.
Al igual que en las industrias de cría y faenamiento de cerdos, el análisis toxicológico de los deshechos en granjas de aves hace pensar este tipo de producción a escala como una suerte de "bomba biológica", en palabras de Lajmanovich.
Su estudio reveló que se encontró en los deshechos de pollos más de 21 medicamentos utilizados en la producción ganadera en general. "Son enormes cantidades de amonio, antibióticos, plaguicidas y grandes cargas bacterianas que producen malformaciones en el desarrollo y son genotóxicos (dañan el material genético). Son miles y miles de toneladas de estas camas de pollo que se van vertiendo en el ambiente", señaló.
En esa balanza de pros y contras, también entra en juego "el costo socio-ambiental". "Los pueblos o regiones donde puedan instalarse esas granjas van a tener que convivir a diario con un olor nauseabundo", sostuvo Lajmanovich y recordó la protesta social generada en la comunidad chilena de Freirina (provincia de Huasco) en 2012 tras la instalación de una planta de cría y faenamiento de cerdos en el marco del programa "Plantel porcino 10.000 madres" de la empresa Agrosuper.
En esa región de Atacama, el gobierno de Sebastián Piñera decretó la emergencia sanitaria y ordenó el inmediato cierre de la factoría de cerdos.
Para bien o para mal, el experto en Ecotoxicología cree que son esas comunidades donde podrían instalarse las factorías, las que deben tener la última palabra. "Hasta ahora no existe ese tipo de industrialización a esa escala en Argentina. Es un cambio muy rotundo y creo que debe debatirse a nivel social; que se den a conocer las localizaciones y que esa gente decida si quieren esas industrias o no". "La sociedad se lo merece", concluyó.
La producción de cerdos ¿puede ser amiga del ambiente?. Para Bibiana Vilá sí. La bióloga profesora universitaria en Luján (provincia de Buenos Aires) participó junto a Lajmanovich y la investigadora superior del Conicet, Maristella Svampa, de la charla científica "¿Algo huele mal?: Megafactorías de cerdos en Argentina. Perspectivas académicas críticas" y no tiene dudas en que la mayor crítica al proyecto que pretenden lubricar los gobiernos argentino y chino tiene que ver con el cómo y no con el qué.
"Hay alternativas", aseguró Vilá. "Hay maneras de producir que son virtuosas y los productos tienen un alto valor". Eso sí, el volumen del producto final es menor. "Deberíamos disminuir la cantidad de carne que se consume. Esto podría generar producciones de menor escala que distribuya además las ganancias en mayor cantidad de producciones", afirmó.
"Cuando hablamos de megafactorías estamos hablando de un modelo de desarrollo insustentable", coincidió Svampa con sus colegas. La socióloga y escritora recordó estudios científicos que demuestran que "la crisis climática está ligada al efecto invernadero producido en el cambio del uso de la tierra y la expansión de la ganadería intensiva, responsable hoy de la emisión del 15% de gases de efecto invernadero".
La crítica científica apunta entonces a un modelo alimentario surgido 30 años atrás, con el desembarco de la soja transgénica a la Argentina como puntapié. "Se trata de un régimen alimentario global altamente cárnico y tóxico promovido por el estado y lobbies empresariales enfocados en la alta productividad y maximización del beneficio económico", sostuvo la académica.
En definitiva, "las ganancias son apropiadas por privados pero los costos sociales y ambientales los absorbemos todos".
Para la comunidad científica, cómo se dan las incipientes negociaciones con el gigante asiático recuerdan al ya nombrado proyecto de la soja transgénica y la megaminería a cielo abierto. En todos los casos "no ha habido ningún estudio en impacto ambiental y no hay discusión pública", destacó Rafael Lajmanovich. "Tenemos en nuestras manos el diario del lunes".
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