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Sociedad

Día de los enamorados: historias de amor y desamor en el cementerio de la Recoleta

Una iniciativa turística propone, en la semana de San Valentín, un curioso recorrido entre apasionadas historias de amor y amores no correspondidos y trágicos guardados entre las tumbas del cementerio de La Recoleta.

Verónica Pereyra, creadora de la idea, explicó a Télam que estos días siempre organizan una salida denominada "Anti San Valentín", que definió como “antipática para los amantes de las historias de amor con finales felices”.

En cambio, dijo Pereyra, el sábado próximo, “San Valentín tendrá su revancha” y el recorrido revelará ahora esas historias de amor protagonizadas por los enamorados de todos los tiempos que guardan los artísticos mausoleos.

Lo cierto es que el cementerio de La Recoleta es un cofre lleno de historias insólitas.

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En sus casi dos siglos de existencia -fundado en 1822 como Cementerio del Norte- esas célebres seis hectáreas contienen 83 monumentos históricos.

Ahí reposan 350 mil almas, incluidos 25 presidentes, 4 gobernantes de facto, 200 héroes de la Independencia y 100 gobernadores, en mausoleos, cenotafios y esculturas monumentales, proyectados por los más renombrados escultores y arquitectos de la época.

“La convocatoria siempre es buena”, contó Pereyra, de “Pampa y la Vía tours”, y destacó que los visitantes se entusiasman, ríen y asombran con historias como la de Elisa Brown, la hija dilecta del almirante irlandés que descansa junto a él en este cementerio.

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Elisa estaba comprometida con el marino Francisco Drummond, quien murió en batalla durante la guerra con Brasil, tras lo cual la joven decidió suicidarse arrojándose al Río de la Plata, vestida con el traje de novia que no pudo estrenar.

En cambio a Tiburcia Domínguez y su marido, Salvador María del Carril, no los unía el amor, sino el desprecio y su mausoleo es una evocación para la posteridad de sus desavenencias conyugales, iniciadas cuando él anunció que no pagaría más las deudas de su esposa. Ofendida, la señora no le dirigió más la palabra durante 30 años.

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No era indiferencia, sino odio, de ese tan pertinaz que, incluso, trasciende la muerte. Y para que ninguno de los dos lo olvidara, la viuda dejó constancia testamentaria de su voluntad: sus esculturas debían darse mutuamente la espalda. Ella, con gesto adusto, incómoda en un busto. El, confortable en un sillón, mirando en sentido opuesto.

En cambio tristeza es lo que despierta la historia de Liliana Crociati, que murió a los 20 años en su luna de miel en Innsbruck (Austria). Un alud la sepultó junto a su marido en su cuarto de hotel en 1970. Ese mismo día, a 14 mil kilómetros de distancia, también murió Sabú, su perro adorado. Una escultura la evoca vestida de novia, secundada por su fiel mascota.

En otro rincón del cementerio, la bóveda de la familia Alvear guarda la historia de amor entre Regina Pacini y Marcelo Torcuato, quien fuera presidente de la Nación, que se enamoró de la maravillosa voz de la soprano portuguesa y esperó varios años un "si" a su propuesta de casamiento.

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El amor de Marcelo por Regina fue tan grande que a pesar de las opiniones adversas de la sociedad de aquellos tiempos, nada lo hizo desistir de casarse con su amada y permanecer juntos 50 años.

La temperamental Mariquita Sánchez de Thompson también protagonizó una romántica historia, oponiéndose a la voluntad de sus padres, y recurrió al virrey Sobremonte para obtener el permiso para casarse con su primo, Jacobo Thompson. Finalmente, obtuvo la autorización del virrey y se casaron.

A Rufina Cambaceres seguramente fue un pena de amor la que terminó con su vida a corta edad. El día en que Rufina cumplía 19 años, su amiga íntima le reveló un terrible secreto: el novio de la joven era también el amante de su bella madre. El impacto de la confesión de su amiga le ocasionó un ataque al corazón y murió.

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¿Quién fue el caballero que rompió su corazón? El único presidente soltero que tuvo la Argentina: don Hipólito Yrigoyen, quien después de un tiempo, tuvo un hijo con la viuda de Cambaceres.

Otro presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento, descansa en el cementerio, también su esposa Benita Martínez Pastoriza y no lejos de ellos, la amante del sanjuanino, Aurelia Vélez Sársfield, hija del creador del Código Civil Argentino.

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FUENTE: Télam