menu
search
Santa Fe Rosario | desaparecidos | Santa Fe

Se cumplen 28 años de la desaparición de Bruno Gentiletti en un balneario de Rosario

Bruno Gentiletti tenía 8 años cuando desapareció en un balneario de Rosario el 2 de marzo de 1997. Nación ofrece una recompensa de 5 millones de pesos.

En medio de la intensa búsqueda de Lian en Córdoba, este domingo se cumplen 28 años de la desaparición de Bruno Gentiletti. El niño de 8 años fue visto por última vez en el balneario La Florida de Rosario el 2 de marzo de 1997, lugar al que fue a disfrutar de una tarde de playa junto a sus padres y hermanos.

Desde 2024, el Ministerio de Seguridad de la Nación ofrece una recompensa de 5 millones de pesos para aquellas personas que puedan aportar información de Bruno, quien en la actualidad sería un adulto de 36 años.

En el marco de cumplirse un nuevo aniversario, la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe volvió a pedir por su aparición a través de las redes sociales. "A 28 años de su ausencia, la historia de Bruno sigue doliendo y recordándonos que el paso del tiempo no borra la necesidad de verdad y justicia", indicó.

Embed

Un caso emblemático

Se terminaban las vacaciones de verano de 1997 y la familia Gentiletti, de Las Rosas, decidió ir a pasar el domingo a una playa de Rosario. Marisa, Claudio y los cinco hijos del matrimonio llegaron al balneario “La Florida” a media mañana; bajaron del auto y eligieron el sector de playa privado por una cuestión de seguridad: los chicos apenas tenían entre 5 y 12 años.

Los hermanitos salieron corriendo para el río, pero Bruno, de 8 años y medio, que nunca había visto el río, se paró de golpe porque no le gustó el agua amarronada. Papá Claudio fue al agua con los dos más grandes, y mamá Marisa fue con los tres más chicos a buscar un lugar para pasar el día. Entonces, los chicos vieron el sector de juegos y fueron al tobogán.

Cuando Marisa terminó de preparar el almuerzo, llamó a toda la familia a comer; llegaron dos de los más chicos, y cuando preguntó por Bruno le dijeron que estaba en el tobogán. Claudia miró hacia el juego, pero su hijo no estaba. Todavía no había pasado media hora desde la llegada de la familia Gentiletti al balneario.

bruno para we.png

Los hermanitos que habían ido con Bruno a los juegos le dijeron a Marisa que el chico había ido a ver otro tobogán, que se encontraba afuera del predio. La mujer, desesperada, comenzó a hacerle señas a su esposo; desde la administración alertaron por altoparlantes sobre el menor extraviado y todos los guardavidas que estaban ese día en el balneario se metieron al agua a buscar al chico. Pero el chico había sido visto por última vez en otro lugar.

Claudio y Marisa sabían que era imposible que Bruno estuviera en el agua: padecía una afección en los oídos que lo obligaba a utilizar tapones en los oídos hasta para bañarse; ese día no los había llevado. Sin embargo, ninguna de las personas que participaba de la búsqueda en aquellos primeros momentos escuchó a la familia.

La mujer comenzó a buscarlo por otros lugares: fue hasta el auto familiar, hasta la playa pública, hasta el tobogán donde sus hijos le dijeron que Bruno había ido. No encontró rastro de su hijo. En tanto, los trabajadores del balneario le aseguraban que era imposible que el chico hubiera salido solo del predio, por la zona de los molientes. Hasta que una persona que estaba colaborando con la búsqueda advirtió que había una apertura en el alambrado que circundaba el balneario, cerca de la zona del bar: lo habían realizado los proveedores para hacer la descarga sin tener que ir hasta la entrada.

familia gentiletti.png

La denuncia fue radicada ese mismo domingo en la comisaría 10ma de Rosario, cerca de las dos de la tarde. Hasta las 22 no tuvieron novedades de las autoridades policiales: habían estado abocados al clásico entre Newell’s y Central que se disputó ese 2 de marzo de 1997. El martes, Claudio y Marisa fueron a ver al juez que tenía la causa por la desaparición de Bruno; el magistrado aún no había recibido las actuaciones.

Como suele ocurrir en casos similares, la sospecha se volvió hacia la familia, hacia presuntas actividades ilícitas de Claudio, hacia la vida privada de Marisa. Pasó con la familia Pomar, pasó con el caso de Sofía Herrera, en el sur del país; pasó con Ángeles Rawson. Pasó con la familia de Bruno Gentiletti. Así, los papás del chico perdido debieron contratar abogados para defenderse de causas armadas.

En 28 años de búsqueda, que se mantiene activa por la Agencia de Criminalidad Organizada de la Fiscalía de Rosario, que Missing Children Argentina considera emblemática, y que el Ministerio de Seguridad de la Nación ofrece cinco millones de pesos de recompensa, los papás de Bruno se enteraron de muchas cosas: que la denuncia del juez a migraciones para evitar que un menor pueda ser sacado por la frontera no había llegado, que un secretario de un juez le vendía información a la prensa que frustraba los allanamientos; de Bruno hasta el día de hoy no se sabe nada.