“Escuché la campaña al aire, tomé nota como pude y después busqué bien en redes”, contó. Y no solo se involucró: hizo de esta acción un plan compartido. Marcelo y Silvia, su esposa, decidieron que sus hijos participaran, no solo como gesto educativo, sino para sembrar valores profundos.
LEER MÁS ► José Luis Ambrosino: "Para elevarse espiritualmente, hay que sentir la sensación de hacer el bien"
La emotiva historia de Marcelo
“No todos tienen la suerte de tener comida en la mesa”, explicó. “Cuando mis hijos eran chicos, pasamos momentos muy duros. Yo estaba embarcado en la Marina, lejos de casa, y en más de una Navidad no teníamos nada. No quiero que nadie más pase por eso”.
Hoy, ya fuera de la Marina y al frente de un pequeño taller metalúrgico familiar, Marcelo canaliza su esfuerzo en enseñar con el ejemplo. “Creo que cuanto más cuesta, más vale”, dice. Y en su caso, ese valor tiene forma de caja, de moño, de gesto solidario.
Las diez cajas no son solo donaciones: son capítulos de una historia de resiliencia, de una familia que alguna vez necesitó y que ahora elige estar del otro lado. “Todos podemos ayudar con un poquito. Con un vecino, un amigo, una peña. Lo importante es hacerlo con el corazón”, concluyó.