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Santa Fe Aire Viajes | Parque Provincial Cayastá | Parque Arqueológico Santa Fe La Vieja

Cómo son los senderos del Parque Provincial Cayastá, la reserva que está junto a las ruinas de la ciudad que fundó Garay

Los dos senderos de esta reserva provincial permiten explorar un hermoso tramo de monte ribereño y se pueden recorrer los sábados, domingos y feriados. Un equipo audiovisual de AIRE los exploró a fondo.

En el Parque Arqueológico Santa Fe La Vieja, unos 80 kilómetros la norte de la capital provincial, se inauguró a mediados de agosto un paseo que vale la pena: los dos senderos del Parque Provincial Cayastá, una reserva de 300 hectáreas que permite explorar el “monte blanco”, el bosque ribereño que conforman árboles como el timbó, el curupí, el laurel de río y el sangre de drago, entre otras especies.

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Es la primera de las 25 reservas de la provincia de Santa Fe que se abre al público, a partir del trabajo de los equipos del Ministerio de Ambiente de la provincia, y suma un aporte relevante a la visita histórica y arqueológica, para entender cómo vivieron los primeros santafesinos, por las ruinas de Santa Fe La Vieja, el primer emplazamiento de la capital de la provincia.

Al tradicional recorrido por el museo del sitio, la iglesia de San Francisco y la casa ambientada, ahora se agregan estos dos senderos que recorren un paisaje que todavía tiene puntos de contacto con el entorno en el que se desarrolló la ciudad que fundó la expedición de Juan de Garay en 1573 (el 15 de noviembre se cumplen 450 años), y que se decidió trasladar -entre 1650 y 1660- al actual emplazamiento por el aislamiento que provocaban las lluvias y crecidas, y los conflictos con los mocovíes, abipones y calchaquíes, entre otros pueblos originarios.

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Los senderos están bien mantenidos, hay sombra y se camina con comodidad.

Los senderos están bien mantenidos, hay sombra y se camina con comodidad.

La idea de preservar la franja sur del parque arqueológico como un rincón de naturaleza viene del propio Agustín Zapata Gollan, que descubrió las ruinas de la vieja ciudad en 1949.

Cómo son los senderos del Parque Provincial Cayastá

Los senderos del Parque Provincial Cayastá parten de la estación ambiental de la reserva, que se recuperó y puso en valor. El sendero corto tiene unos 340 metros y lleva derecho a la ribera del arroyo Paso del Tigre, un nombre que parece remontarse a los tiempos en los que era un riesgo que un yaguareté aceche a un santafesino. El sendero largo (800 metros) también bordea este arroyo y finaliza en el límite sur de la reserva.

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Hay más de 250 especies de aves que se pueden observar en el Parque Provincial Cayastá.

Hay más de 250 especies de aves que se pueden observar en el Parque Provincial Cayastá.

El arroyo delimita el sector que está permitido recorrer de la zona “intangible” de la reserva, la isla que está enfrente y que es un área de preservación ambiental estricta. Es un paisaje en constante transformación, al ritmo que marcan las crecidas y las bajantes del río. Durante la creciente, el río erosiona y arrastra material. En la bajante, deposita bancos de arena y sobre ellos la vegetación vuelve a formar montes o bosques.

Los alisos son los primeros que colonizan estas nuevas islas, siguen los sauces y luego las distintas especies del monte blanco: el timbó, el curupí, el laurel de río y el sangre de drago, entre otras especies. En las partes más altas, están los algarrobos y los aromitos.

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El sendero largo tiene 1.200 metros y lleva hasta el límite sur del Parque Provincial Cayastá.

El sendero largo tiene 1.200 metros y lleva hasta el límite sur del Parque Provincial Cayastá.

Si el sendero se recorre en silencio, es difícil no escuchar en algún momento a los “tucu tucu”. También hay nutrias, lobitos de río, gatos monteses, carpinchos y yacarés, entre otros animales. Hay más de 250 especies de aves y se observan con facilidad horneros, benteveos, palomas de monte (yerutí), biguas, distintas especies de patos y también garzas mora.

El sendero “corto” termina en la desembocadura del arroyo en el río San Javier, donde proyectan construir un mirador. Esta confluencia es interesante porque permite observar una diferencia importante: en los ríos, el cauce fluye continuamente. En los arroyos, en cambio, el agua puede desaparecer en estaciones secas y quedan “taponados” por la vegetación.

Es una dinámica que se puede mirar de cerca en este hermoso rincón de la provincia de Santa Fe.

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