Desde el primer día en que anunció la supuesta habilitación del edificio de 29 departamentos ubicado junto a la autopista Santa Fe-Rosario en el barrio de Barranquitas, comenzaron los problemas.
Apenas lograron mudarse, los inconvenientes continuaron con sucesivos robos y hechos de vandalimo en los departamentos, donde conviven personas y familias de diferentes perfiles y orígenes.
Tan graves fueron los hechos de inseguridad, que la Municipalidad de Santa Fe decidió colocar rejas para salvaguardar los espacios comunes y entregar llaves a los vecinos para que solo ellos pudieran ingresar y salir del edificio.
Sin embargo, desde hace poco más de un mes estos espacios comunes se encuentran usurpados: primero, por limpiavidrios que desarrollan su actividad en la intersección de Iturraspe y Av. Perón; y luego por otras personas que se fueron sumando con colchones y distintos elementos para pernoctar en el lugar tanto durante el día, como en las noches.
Se trata de un edificio construido con fondos del Plan Nacional de Hábitat para personas en condición de vulnerabilidad. Ahora, ante estas usurpaciones, los vecinos realizaron las denuncias correspondientes en la seccional sexta de la Policía. Según contaron ellos mismos en el programa Emergencias 911, que conducen Fabiana Chiappero e Ignacio Laurenti en Aire de Santa Fe, en la policía les dijeron que no podían actuar porque no se estaría cometiendo un delito.
La Municipalidad está al tanto de lo que sucede en el lugar. Tanto es así, que en las últimas horas existieron contactos con la Fiscalía Regional del Ministerio Público de la Acusación, para que intervenga algún fiscal y tome las medidas correspondientes.
Los vecinos aseguran que los usurpadores forzaron las puertas de las rejas para ingresar a los espacios comunes. Sin embargo, desde el Municipio manejan la posibilidad de que alguno de los vecinos permanentes del edificio les facilitara el ingreso con sus llaves.
"La situación es muy difícil. Hay gritos, drogas, peleas. No podemos entrar y salir tranquilos con nuestros hijos de nuestras viviendas", alertó una de las vecinas. Los usurpadores también utilizan parte de los espacios comunes como baño.
Fuentes municipales remarcaron que, durante la gestión anterior y antes de adjudicar estas viviendas, no existió un correcto relevamiento social para determinar el perfil de las personas que recibieron estos departamento, lo que complica la convivencia. Hasta el momento, no se terminaron los trámites para que cada una de estas familias reciba la escritura definitiva de su inmueble, por lo que el Estado se ve obligado a seguir de cerca todo lo que sucede en el lugar.
Los problemas en el edificio de Barranquitas comenzaron desde el minuto cero
En diciembre de 2019, el entonces intendente José Corral entregó a las familias adjudicatarias de estos departamentos las llaves de sus nuevas viviendas. Sin embargo, debieron esperar cuatro meses para mudarse a este edificio de Barranquitas Oeste porque la construcción carecía de luz eléctrica, agua potable y cloacas.
"Me siento usada... lucraron con mi discapacidad", aseguró a principios de enero de 2020 Patricia Villanueva, una mujer de 41 años que se moviliza en silla de ruedas y que un mes antes había recibido de Corral las llaves de su nueva vivienda.
Como Patricia, otras 28 familias del barrio Barranquitas se encontraron frente a la misma situación: vecinos que presentaban situaciones de vulnerabilidad social, discapacidad o violencia de género, que resultaron beneficiados por estos departamentos construidos en dos edificios de tres pisos junto a la autopista Santa Fe-Rosario, frente al edificio Nido donde funcionan las escuelas de trabajo.
Entre quienes debieron aguardar cuatro meses para ingresar a sus viviendas había cuatro familias con niños que padecen distintas patologías y que necesitaban de manera urgente un lugar digno donde mudarse. Entre ellos, una persona con fibrosis quística que aguardaba un trasplante; un niño con parálisis cerebral y otro con hipoacusia bilateral.
Durante los meses en que se realizaron las obras para finalizar los edificios, fue necesario un control permanente para evitar hechos de vandalismo que, a pesar de todo, sucedieron.
Con ayuda de la Municipalidad, estas familias se las ingeniaron para encontrar dónde vivir mientras se completaban las obras. En todos los casos, los chicos necesitaban estar alojados bajo ciertas condiciones de habitabilidad y limpieza con las que no contaban.
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