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Alarmas comunitarias en Santa Fe: bajaron los delitos predatorios y se multiplican los pedidos de vecinos

Zonas con alarmas comunitarias muestran una baja del delito. El municipio ya reparó más de 400, pero recibe nuevos pedidos vecinales en toda la ciudad.

Las alarmas comunitarias se consolidan como una herramienta clave en la estrategia de seguridad urbana de la ciudad de Santa Fe.

Funcionarios de la Municipalidad de Santa Fe admiten que se registra una baja sostenida en los delitos predatorios en los barrios donde se instalaron estos dispositivos. Sin embargo, desde el territorio, los vecinos advierten que la inseguridad sigue presente, especialmente en zonas como barrio Roma, donde un menor conocido por reiterados robos mantiene en vilo a la comunidad.

“En la Unidad Regional I han bajado los índices de violencia y delito predatorio, y eso se nota especialmente en los barrios que cuentan con alarmas comunitarias”, señaló Claudio Zapata, subsecretario de Seguridad del municipio. Según detalló, la ciudad de Santa Fe cuenta actualmente con 423 alarmas activas, muchas de las cuales fueron recuperadas tras estar en desuso o deterioradas al inicio de la gestión.

Estas alarmas están integradas al centro de monitoreo municipal y su funcionamiento incluye un protocolo que involucra una rápida vinculación telefónica con el vecino que activa el botón, evitando falsas alarmas y coordinando con la policía o la GSI (Guardia de Seguridad Institucional) según la zona.

Un modelo que crece con participación vecinal

El programa de alarmas comunitarias comenzó con experiencias piloto en algunos barrios, como Roma, donde en 2019 se colocaron las primeras cinco. Desde entonces, el sistema fue creciendo con participación de vecinales, programas provinciales y, en algunos casos, financiamiento propio de los vecinos.

Mabel, referente vecinal de barrio Roma, confirmó que hoy tienen 21 alarmas activas y están gestionando la instalación de una más en la esquina de Juan Díaz de Solís y La Rioja. “Tratamos de llevarle a los vecinos el presupuesto y acercar a las empresas que las colocan. Queremos que se involucren. Cuantas más alarmas haya, más protegido está todo el barrio, no solo una cuadra”, explicó.

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Alarmas comunitarias en Santa Fe: bajaron los delitos predatorios y se multiplican los pedidos de vecinos.

Alarmas comunitarias en Santa Fe: bajaron los delitos predatorios y se multiplican los pedidos de vecinos.

Desde el municipio reconocen que la demanda por alarmas no bajó. De hecho, reciben solicitudes desde barrios del norte de la ciudad, de Colastiné, de zonas del macrocentro y de sectores vulnerables. “Las vecinales se están organizando. Nosotros brindamos asesoramiento técnico y garantizamos que el sistema sea compatible con nuestro software de monitoreo”, dijo Zapata.

El costo de una alarma varía entre $800.000 y $1.000.000, dependiendo del número de bocinas, reflectores y pulsadores.

Menos activaciones, pero la inseguridad persiste

Un dato llamativo es que, tanto desde el municipio como desde las vecinales, coinciden en que las activaciones de las alarmas bajaron en frecuencia. “En un principio, los vecinos activaban ante cualquier sospecha. Hoy usan menos el sistema y más con sentido disuasorio, como para evitar que saquen basura fuera de horario o al salir a la calle de noche”, contó Zapata.

Mabel coincidió, aunque con una mirada más cauta: “Sí, hay menos activaciones. Pero eso no significa que la inseguridad desapareció. De hecho, tenemos un flagelo que es un chico del barrio, ya conocido por todos, que sigue robando como si nada”.

El caso que mantiene en alerta a barrio Roma

Según explicó la vecinalista, un adolescente de 16 años protagoniza la mayoría de los robos en la zona: entraderas por los techos, arrebatos a personas mayores y hurtos en viviendas. “Lo conocemos desde que tiene 7 u 8 años. Empezó con pequeñas travesuras y hoy es un problema grave. Entra a robar, lo llevan en patrullero y a los cinco minutos está libre. Se siente impune”, denunció Mabel.

Desde la vecinal vienen trabajando hace años junto a autoridades del Ministerio de Seguridad, el municipio y organismos de minoridad. Sin embargo, hasta el momento, no lograron una solución concreta. “El Código Penal de Menores cambió en junio, pero no vemos resultados. El chico sigue actuando igual”, lamentó.

Iluminación y patrullaje: otros factores que influyen

La mejora en la iluminación pública también fue mencionada como un factor positivo que contribuyó a reducir la percepción de inseguridad. “Hoy hay menos bocas de luz quemadas. Eso antes ayudaba a que se active más la alarma. El barrio está un poco mejor”, reconoció Mabel.

En cuanto al patrullaje, desde el municipio destacan la coordinación con la policía y la GSI. Aunque Mabel indicó que “la GSI ya no pasa con tanta frecuencia como antes, probablemente porque tiene una cuadrícula más extensa”.

Una herramienta útil, pero no suficiente

Las alarmas comunitarias se afianzan como un elemento valioso en la seguridad barrial. Pero tanto desde el municipio como desde el territorio reconocen que no son una solución mágica. Requieren mantenimiento, capacitación, monitoreo constante y participación vecinal.

“Estar cerca del vecino y brindar soluciones concretas, esa es nuestra línea de trabajo”, afirmó Zapata. Desde barrio Roma, en tanto, el mensaje es claro: las alarmas ayudan, pero el acompañamiento del Estado frente a los casos graves es irremplazable.

“Nos cuidamos entre nosotros. Pero si no hay decisión política para sacar de circulación a quien nos roba todos los días, las alarmas solas no alcanzan”, cerró Mabel.

¿Cómo funciona una alarma comunitaria y cómo se tramita en Santa Fe?

Las alarmas comunitarias son dispositivos instalados en espacios públicos que permiten a los vecinos emitir alertas sonoras y lumínicas ante situaciones sospechosas o emergencias, como robos, arrebatos o movimientos extraños en la cuadra. Están conectadas al Centro de Monitoreo Municipal, que coordina la respuesta con la policía o con la Guardia de Seguridad Institucional (GSI), según el caso.

Cada alarma puede tener varios botones inalámbricos distribuidos entre vecinos responsables, que son capacitados para su uso correcto. Cuando se activa una alarma, el sistema genera una alerta inmediata en el centro de control, donde se identifica el punto exacto de la activación y se realiza un primer contacto telefónico con el vecino que activó el botón, para confirmar si se trata de una emergencia real.

¿Cómo se solicita una alarma comunitaria?

  • Organización vecinal: El pedido comienza con reuniones entre vecinos y coordinadores territoriales del municipio, a veces con participación del Ministerio de Seguridad.

  • Presentación formal: Si hay consenso, se eleva una nota a la mesa de entradas del municipio solicitando formalmente la instalación.

  • Evaluación técnica: El municipio realiza un relevamiento del lugar, analiza compatibilidad técnica y coordina con las áreas responsables.

  • Instalación: Una vez aprobado, se procede a la colocación del sistema. En algunos casos, el financiamiento proviene del municipio o de programas provinciales; en otros, los propios vecinos asumen el costo.

  • Capacitación y monitoreo: Se designan vecinos responsables, se entregan los botones, se brinda capacitación y se integra el sistema al monitoreo municipal.