En una época en la que la lista de pendientes parece interminable, la regla del 80/20 puede ofrecer algo más que eficiencia: puede convertirse en un antídoto contra el estrés. El principio de Pareto, formulado a fines del siglo XIX por el economista italiano Vilfredo Pareto, sostiene que el 80% de los resultados provienen del 20% de los esfuerzos.
Traducido a la vida cotidiana, esto significa que no todas las tareas tienen el mismo peso, y que enfocarse en lo esencial puede aliviar la presión de “hacerlo todo”.
Un estudio de la American Psychological Association (2022) mostró que el 62% de los adultos siente que la carga de tareas diarias supera su capacidad real, lo que eleva los niveles de ansiedad y cortisol. En este contexto, aprender a identificar ese 20% que realmente importa puede ser una herramienta no solo de productividad, sino de autocuidado.
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El principio invita a una pregunta clave: ¿qué actividades generan verdadero impacto en el bienestar y cuáles solo consumen energía sin aportar valor? Para algunos, puede ser priorizar proyectos estratégicos en el trabajo en lugar de dispersarse en correos menores. Para otros, significa reconocer que una caminata diaria tiene más impacto en la salud que sumarse a múltiples rutinas imposibles de sostener.
De qué se trata el principio de Pareto
Al aplicar el 80/20, se abre espacio para aceptar que no todo debe hacerse. Este cambio de enfoque rompe con la lógica del perfeccionismo y del multitasking, dos de los grandes generadores de estrés moderno. La mente se libera al entender que gran parte de los resultados deseados provienen de unas pocas acciones bien elegidas.
En la vida personal, este principio puede marcar la diferencia. Muchas veces, el 20% que más nutre no está en la productividad laboral, sino en los vínculos y el descanso. Una cena en calma, una conversación significativa o un tiempo de lectura pueden tener un impacto desproporcionado en el equilibrio emocional frente a horas de actividades mecánicas.
La neurociencia respalda esta idea. Investigaciones de la Universidad de Stanford (2019) demostraron que reducir el multitasking y concentrarse en menos tareas disminuye la activación de la amígdala, región del cerebro vinculada al estrés. En otras palabras, enfocar la atención en lo esencial no solo mejora el rendimiento, sino que calma la respuesta biológica al exceso de exigencias.
El desafío está en llevar el principio de Pareto más allá de la productividad y convertirlo en una filosofía de vida. Se trata de elegir con claridad dónde poner la energía y aceptar que no todo merece la misma atención. Esta mirada ayuda a desactivar la cultura del “siempre más” y a recuperar la sensación de control frente al tiempo y las demandas externas.
Autoconocimiento, amor propio y empoderamiento son la base para aplicar esta regla de manera saludable. El autoconocimiento permite distinguir qué tareas son prioritarias para cada persona.
El amor propio evita caer en la trampa de medir la valía por la cantidad de logros; y el empoderamiento da la fuerza necesaria para decir “no” a lo que no aporta valor. Así, el 80/20 se transforma en una brújula para reducir el estrés y reconectar con lo verdaderamente importante.
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