Se trata del paquete de emociones primarias que se arrastran desde la prehistoria, cuando aun los humanos no contaban con el desarrollo del área prefrontal.
“Son las emociones que nos ayudaron a sobrevivir. Si queremos darle especial atención al asco, volvemos a la prehistoria. Esta emoción ayudaba a no consumir cosas que podrían llegar a envenenarlos “, explicó a AIRE la psicóloga Virginia Abdala (Matrícula 852).
LEER MÁS ► Qué es la ansiedad, la emoción que impulsa a la acción y hay que aprender a gestionar
Intensamente 1, disponible en Disney +
En la prehistoria, las emociones primarias ayudaron al hombre a sobrevivir.
La alegría y la importancia de equilibrar momentos
En la primera película de Intensamente la alegría tenía un rol central, en este caso se trata de una emoción positiva que genera felicidad y bienestar.
Al respecto, Abdala destaca su importancia para fomentar bienestar físico y emocional, que colaborará en la generación de las relaciones sociales, así como en la conexión interna y el aumento de la motivación.
ALEGRIA.png
La alegría es una emoción positiva que genera felicidad y bienestar.
Por eso siempre decimos que es necesario recargar con emociones positivas, para regular y contrarrestar las negativas.
La tristeza como herramienta de descubrimiento
En la vereda de enfrente aparece la tristeza, que es también una respuesta natural ante una situación de pérdida o que se percibe como incontrolable, por ejemplo, cuando surge un contratiempo o perdemos algo querido.
LEER MÁS ► Cuál es la importancia del juego en los primeros años de vida y cómo influye en el aprendizaje
TRISTEZANota.png
La tristeza es una respuesta natural ante una situación de pérdida o que se percibe como incontrolable.
Su principal función va a ser entonces la necesidad de retraerse, aislarse, y movilizarse para reducir la actividad y rearmarse a partir de esa pérdida.
“En el caso de los niños, por ejemplo, podemos hablar del momento en que dejan el chupete o salen de la cama de los padres”, enumeró la psicóloga. Se trata de momentos que, si bien generan angustia y tristeza, ayudan a la persona a reconstruirse a partir de lo que ya no está.
Un aspecto que más tarde se verá replicado en la adolescencia en muchísimas situaciones.
La ira, la respuesta ante la injusticia
La ira en los más chicos se manifiesta a través del llanto, el pataleo o lo que generalmente los adultos califican como “berrinche”. El enojo surge por algo que se experimenta como una amenaza o injusticia.
IRA.png
El enojo surge por algo que se experimenta como una amenaza o injusticia.
Este varía por supuesto en su intensidad y puede ir de algo leve a más intenso. “Es el enojo ante aquello que siento que me están privando y yo quiero”, recalcó Abdala.
Es en esta etapa en la que domina el cerebro más emocional. “Ahí es donde los adultos también tenemos que entender que ellos no tienen la parte racional todavía para identificar o para darse cuenta de que su reacción es exagerada frente a lo que está sucediendo”, agregó.
El miedo y su rol protector
El miedo es una respuesta emocional básica, que va a estar ante el peligro y que insta o indica la necesidad de actuar de forma inmediata. Es un mecanismo de protección ante una posibilidad que interpretamos en ese momento.
MIEDONota.png
El miedo es un mecanismo de protección ante una posibilidad que interpretamos en ese momento.
En el caso de los niños van a tener miedo al fantasma, a la oscuridad y a lo que puede pasar. Por supuesto que para los adultos se trata de un miedo irracional, pero en ese sentido es aconsejable acompañar a regular el miedo al niño hablándole, explicándole y ayudándolo a tolerar un poco ese miedo y hacerle frente para darse cuenta de que nada malo está pasando.
El asco, un arma para protegernos
El asco se experimenta cuando percibimos algo como repugnante. En ocasiones, si el niño todavía no lo tiene tan internalizado, son los adultos los que advierten al respecto con gestos como “guácala”.
Cumple la función de protegernos también de sustancias o situaciones que pueden ser dañinas. Esta emoción va a fomentar la higiene y evitar comportamientos que puedan ser socialmente inaceptables cuando el niño adquiere un mayor desarrollo personal.
ASCONota.png
El asco cumple la función de protegernos también de sustancias o situaciones que pueden ser dañinas.
La primera infancia se extiende del año a los cinco. En este período es necesario que los chicos se enojen o se sientan tristes y puedan identificar el por qué de esa sensación.
“Es lo que nos ayuda a sobrevivir, a interactuar, a protegernos y a desarrollarnos equilibradamente. No hay que tener miedo, hay que incentivar y cuidar de que esto se ve de una manera equilibrada”, aconsejó la psicóloga.
La especialista recalcó la importancia de darle lugar a la emoción y poder hablar sobre lo que le pasa a los chicos. “No se puede empezar en la adolescencia a dar espacio a la emoción”, destacó y recomendó comenzar a muy temprana edad abordando aspectos diarios.