Expertos del Colegio de Psicólogos de Santa Fe y del Hospital de Niños "Dr. Orlando Alassia" compartieron sus reflexiones sobre el impacto que esta tecnología tiene en el bienestar psicológico de los jóvenes.
"La IA puede ser un lugar donde uno puede buscar información, pero no puede sustituir el vínculo humano necesario en una terapia. Una terapia implica un profesional preparado para escuchar, evaluar y trabajar con el paciente de manera personalizada, algo que una máquina no puede hacer", explicó Paola Busso ( MP 408), psicóloga del Hospital de Niños, al mismo tiempo que dejó en claro que la inteligencia artificial no puede reemplazar un espacio terapéutico.
La espera por un turno terapéutico es parte del proceso que contribuye a la maduración emocional de los adolescentes.
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Las psicólogas coincidieron en la necesidad de que los adultos responsables de los adolescentes, ya sean padres, educadores o profesionales de la salud, estén atentos a señales de alarma.
Cecilia Bourlot ( MP 1731), psicóloga y miembro del Colegio de Psicólogos de Santa Fe, coincidió en este punto, subrayando que los dispositivos de IA no desarrollan pensamiento ni conciencia en el sentido humano.
"Lo que hacen estos dispositivos es armar respuestas a partir de algoritmos y datos, simulando conversaciones humanas, pero no pueden replicar la complejidad emocional e inconsciente que surge en un proceso terapéutico", afirmó Bourlot, quien enfatizó la importancia del vínculo transferencial en el psicoanálisis, que involucra a dos personas, no a una máquina.
Desde el punto de vista de María José Elías (MP 424), también psicóloga en el Hospital de Niños, el principal riesgo del uso de la IA es que no puede alojar el malestar del paciente de forma personalizada. "El psicólogo o médico es el que escucha y alberga el malestar de manera única, adaptándose a las particularidades de cada paciente. La IA, por más avanzada que sea, no tiene esa capacidad", explicó Elías, señalando que el uso de estas herramientas por parte de los adolescentes puede llevarlos a un aislamiento emocional aún mayor.
Las expertas advirtieron sobre los peligros de que los adolescentes sustituyan las consultas con profesionales por interacciones con máquinas. Busso resaltó que la llegada de estas tecnologías puede interferir en el proceso terapéutico tradicional, donde la relación personal con un terapeuta juega un papel fundamental. "Es común que los adolescentes consulten a la IA antes que a un terapeuta, lo que puede generar una interferencia en el proceso terapéutico", comentó.
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Las expertas advirtieron sobre los peligros de que los adolescentes sustituyan las consultas con profesionales por interacciones con máquinas.
En este sentido, Bourlot también expresó su preocupación. "Si los jóvenes recurren a la tecnología en lugar de a un adulto para tratar sus angustias, los estamos dejando solos en un momento de gran fragilidad emocional", advirtió. A esto se suma el riesgo de que la IA supla otros aspectos importantes del desarrollo emocional, como la interacción en entornos sociales o el acompañamiento en actividades cotidianas, lo que podría tener consecuencias negativas a largo plazo.
Ante este panorama, las psicólogas coincidieron en la necesidad de que los adultos responsables de los adolescentes, ya sean padres, educadores o profesionales de la salud, estén atentos a señales de alarma, como el aislamiento, la falta de interés en actividades sociales o cambios en el comportamiento.
Elías sugirió que los adultos deberían desempeñar un papel activo en la observación y el acompañamiento, buscando siempre fomentar una comunicación abierta con los jóvenes. "El adolescente puede estar buscando respuestas a inquietudes que no sabe cómo abordar, por lo que los padres deben estar atentos a esas señales y guiarlos hacia profesionales formados", indicó Elías.
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El verdadero desafío radica en cómo se utiliza la tecnología.
Por su parte, Bourlot recomendó un enfoque equilibrado, reconociendo que la tecnología puede ser útil en ciertos contextos, como la transmisión de información o el aprendizaje. Sin embargo, enfatizó que "la tecnología debe ser una herramienta, no un reemplazo de los adultos que acompañan y guían a los jóvenes", haciendo hincapié en la importancia de la cercanía y la intimidad que debe existir entre un terapeuta y su paciente.
Busso y Elías destacaron que el verdadero desafío radica en cómo se utiliza la tecnología. "La tecnología está aquí para quedarse y, aunque tiene beneficios indiscutibles, no debe reemplazar la interacción humana, especialmente en temas tan delicados como la salud mental", concluyó Busso, reafirmando la necesidad de mantener un equilibrio entre los avances tecnológicos y el cuidado humano en el ámbito terapéutico.