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Cómo evitar los excesos en las fiestas y mantener el equilibrio en la mesa

Consejos prácticos para disfrutar de las comidas festivas sin culpa, cuidando la salud y evitando desajustes alimentarios durante las celebraciones.

Las fiestas de fin de año suelen venir con mesas abundantes, brindis encadenados y ese clima de “total es una vez al año” que muchas veces termina en indigestión, pesadez o mal dormir. Para quienes suelen llevar una rutina ordenada, el desborde se siente rápido: un poco de picada de más y ya aparece el reflujo, la hinchazón o la falta total de apetito al día siguiente.

La nutricionista Agustina Gariboldi propone un enfoque simple para evitar ese malestar sin dejar de disfrutar. Su mensaje central es directo: la clave es no abandonar lo que hacemos bien la mayor parte del tiempo. Las fiestas son dos noches, no todo el año. Y se viven mejor cuando llegamos con el cuerpo tranquilo y no con un hambre acumulada.

Llegar a la comida sin hambre extrema

Gariboldi insiste en algo que parece obvio, pero no siempre se aplica: no alterar la rutina por anticipar el banquete. Si sabemos que hay cena familiar a la noche, eso no significa empezar el día “reservando calorías”. Al contrario: conviene desayunar como siempre, incluir proteínas, fibra, hidratos, moverse un poco y mantener la saciedad hasta la noche. Así se evita el clásico ataque a la picada y esa sensación de “comí todo de golpe”.

En las fiestas: pautas para disfrutar de las comidas y no desbordarse
Las fiestas son momentos aislados en el año. Disfrutar sin rigidez, pero sin perder el rumbo, es la manera más sostenible de mantener el equilibrio.

Las fiestas son momentos aislados en el año. Disfrutar sin rigidez, pero sin perder el rumbo, es la manera más sostenible de mantener el equilibrio.

“Cuando llegamos con hambre extrema aparece el descontrol”, explica. En cambio, con una base previa de comida real y saciedad, las porciones se acomodan solas.

Ansiedad o hambre real

En estas reuniones suele mezclarse la comida con el apuro, las charlas, el ruido de fondo y la mesa llena. Diferenciar hambre de ansiedad ayuda a no pasarse.

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La nutricionista marca un criterio sencillo:

  • Si el impulso es por un alimento puntual (“necesito sí o sí un helado”), eso es ansiedad.
  • Si el cuerpo avisa con señales físicas como el estómago vacío y podrías comer algo simple, es hambre fisiológica.

Tener presente que vamos a volver a comer esos alimentos en otro momento baja la presión y ayuda a elegir con más calma.

Servirse un plato: un gesto chico que ordena todo

Uno de los consejos más prácticos es armar un plato propio, con una porción de lo que nos interesa probar. Eso evita el picoteo constante —tan típico de las fiestas— y ayuda a medir cuánto comemos sin pensarlo demasiado.

También sugiere dejar las fuentes en una mesa aparte, estilo buffet. Si hay que levantarse para repetir, lo más probable es que no lo hagamos automáticamente.

Un menú festivo que acompaña las altas temperaturas

Para estas fechas calurosas, Gariboldi propone opciones livianas y caseras, que sumen proteínas, vegetales y grasas saludables. Algunas ideas que menciona:

  • Entradas: torre de panqueques con vegetales, huevo o pollo; tomates rellenos; huevos rellenos; dip de garbanzos con grisines de avena o bastones de zanahoria; picada más fresca con frutos secos y quesos.
  • Plato principal: pollo al limón con hierbas, acompañado de ensaladas verdes (rúcula, espinaca, lechuga, tomate, zanahoria rallada).
  • Postre: ensalada de frutas con helado.

Evitar embutidos, grasas pesadas y productos ultraprocesados ayuda tanto a la saciedad como a la digestión. Y en épocas de 40 grados de sensación térmica, un postre fresco funciona mucho mejor que los clásicos navideños cargados.

El alcohol y el calor: una combinación a regular

Gariboldi no promueve el consumo, pero reconoce que en estas fechas está presente. Su recomendación es simple: un vaso de alcohol, un vaso de agua. Mantener la hidratación es clave, sobre todo porque se suman comidas saladas y temperaturas altas. Si el agua no está en la mesa, difícilmente se tome.

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En épocas de 40 grados de sensación térmica, un postre fresco funciona mucho mejor que los clásicos navideños cargados.

En épocas de 40 grados de sensación térmica, un postre fresco funciona mucho mejor que los clásicos navideños cargados.

¿Y si me excedí igual?

Si al día siguiente aparece el reflujo, la inflamación o la falta total de apetito, conviene:

  • Elegir comidas livianas, con vegetales y carnes suaves.
  • Preferir todo cocido en lugar de crudo.
  • Tomar mucha agua.
  • Evitar mate y tereré.
  • Hacer comidas pequeñas.
  • Moverse suave, por ejemplo con una caminata.

Sin caer en la idea de “compensar”: sólo se trata de volver a la rutina.

La salud también es social

Gariboldi cierra con una idea que vale recordar: compartir también es parte de la salud. Las fiestas son momentos aislados en el año. Disfrutar sin rigidez, pero sin perder el rumbo, es la manera más sostenible de mantener el equilibrio.

“El equilibrio se construye desde la flexibilidad”, señala. Y en épocas de brindis y mesas llenas, esa flexibilidad es el mejor regalo que podemos hacernos.

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