menu
search
Salud Salud Mental | adolescente | Redes sociales

Adolescentes y autodiagnóstico: la salud mental en riesgo por la influencia de las redes sociales

Crece el fenómeno del autoetiquetamiento adolescente en redes. Se apropian de diagnósticos sin evaluación y los convierten en parte de su identidad.

"Muchos adolescentes se etiquetan como depresivos a partir de lo que ven en redes sociales y eso marca su identidad". Así lo advirtió el médico especialista en pediatría Fernando Zingman (matrícula nacional 82.525) en una entrevista en el programa Ahora Vengo con Luis Mino.

Zingman se refirió a una tendencia creciente entre adolescentes: el autodiagnóstico a partir de contenidos en redes sociales. “Muchos dicen ‘yo soy depresivo’, ‘yo tengo TOC’, y lo defienden con convicción, como si fuera una identidad. Citan criterios diagnósticos sacados de internet y lo adoptan como una etiqueta personal", enumeró

Esto ocurre, según el médico, sin mediación profesional ni herramientas para afrontar lo que sienten. Y el problema no termina ahí: las plataformas digitales refuerzan estas etiquetas. “El algoritmo te encierra en una burbuja donde ves a otros que dicen lo mismo. Eso refuerza la idea de que es cierto y se convierte en tu forma de presentarte al mundo”.

Zingman abordó los resultados del estudio de la red Fundar, a través del cual exploró la percepción adolescente sobre la salud mental, al revelar un fenómeno preocupante: los jóvenes, en ausencia de educación formal, recurren a las redes sociales para interpretarse a sí mismos.

El mundo adulto frente al dolor adolescente

Zingman subrayó que el mundo adulto muchas veces se corre del rol de contención o lo asume desde el lugar equivocado. “Nos cuesta mucho escuchar sin juzgar. Apenas un adolescente expresa algo, sentimos la necesidad de decirle qué está bien y qué está mal. Pero eso aleja. Necesitan un espacio donde puedan hablar sin miedo a ser corregidos.”

Embed

Y lo que no se dice, se guarda. “Si no sienten que el adulto es confiable, no van a contar lo que les pasa. Y ahí es cuando los malestares se cronifican o se agravan.”

Señales de alerta y cómo acompañar

Entre las claves para detectar cuándo es necesario intervenir, Zingman enumera:

  • Cambios abruptos en el comportamiento.
  • Aislamiento sostenido.
  • Abandono de actividades o vínculos significativos.
  • Preocupaciones persistentes en el tiempo.

“Si algo te preocupa durante más de dos o tres meses, es momento de consultar. Pero no se trata de obligar al adolescente a ir al psicólogo. Se trata de abrir el diálogo, de decir ‘vi esto, me preocupa, ¿querés que lo hablemos?’.”

El pediatra remarca que el vínculo no se construye de un día para el otro, sino desde la infancia. Por eso, la confianza para hablar de salud mental no se improvisa. “La relación con un hijo o hija no arranca cuando veo un posteo raro. Es el resultado de años de acompañamiento.”

Pensamientos suicidas: no ocultar, no minimizar

Zingman también habló de un tema sensible pero necesario: el pensamiento suicida en adolescentes. Según la última Encuesta Mundial de Salud Escolar (2018), alrededor del 15% de los adolescentes argentinos reconoció haber pensado en quitarse la vida.

“No es un fenómeno nuevo ni exclusivo de esta generación. Lo que falta es comprensión. No tenemos una teoría médica que lo explique del todo. Pero está presente y hay que poder hablarlo”, afirmó. “Negarlo o taparlo sólo lo empeora. El rol del adulto es estar ahí, decir ‘acá estoy para escucharte, sin juzgarte, y vamos a buscar ayuda si lo necesitás’.”

Urgencia de políticas públicas específicas

Para cerrar, Zingman llamó a una política de Estado seria en salud mental adolescente. “El 50% de los trastornos de salud mental que se detectan en adultos aparecen por primera vez en la adolescencia. Si no intervenimos ahora, cuando esos chicos sean adultos, los problemas serán mucho mayores.”

Aunque Argentina tiene marcos normativos como la Ley de Salud Mental, el especialista advierte que no existen dispositivos específicos ni inversión real para atender a adolescentes. “La ley menciona la palabra adolescencia una sola vez. Necesitamos fondos, programas, adultos capacitados, dispositivos escolares y comunitarios. Hoy la brecha entre lo que los chicos necesitan y lo que el Estado ofrece es enorme.”