La llamada "gripe española" que se propagó a nivel mundial durante 1918-1919, fue la pandemia más grave de la historia reciente. Se estima que un tercio de la población mundial se infectó con el virus y causó más muertes que la Primera Guerra Mundial que estaba terminando justo ese mismo año. Se cree que fallecieron al menos 50 millones de personas en todo el mundo, sobre todo niños, jóvenes y ancianos. En Argentina, la cifra oficial de víctimas fatales es de casi 15.000.
La enfermedad que se propagó rápidamente por todo el mundo se observó por primera vez en Europa, Estados Unidos y partes de Asia; pero solo en España, país que permaneció neutral al conflicto bélico de la época, los medios dieron cuenta de su existencia y por eso su particular nombre.
La foto de una enfermera de la Cruz Roja con un barbijo de gasa sobre la nariz, la boca y el mentón, sacada por el fotógrafo estadounidense Paul Thompson y publicada en un cartel en octubre de 1918 en una ciudad de la costa este de Estados Unidos, acompaña una serie de recomendaciones para prevenir la temible gripe.
"No respirar cerca de otras personas, mantener la boca y los dientes limpios, evita a aquellos que tosen o estornudan, no visitar lugares mal ventilados; mantener el calor, tomar aire fresco y sol; evita el miedo, la preocupación y la fatiga; quedarse en casa si tiene gripe; caminar al trabajo y a la oficina; en salas con enfermos utilizar una máscara de gasa como en la ilustración", detalla el aviso que guarda la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Cien años atrás, la asistencia en Salud no era la de ahora; incluso en los países del primer mundo era un lujo de pocos. Y ante la nueva enfermedad desconocida no había medicamentos, mucho menos una vacuna; y esta recién estuvo disponible unos 20 años más tarde.
Ante la situación de emergencia, los esfuerzos para el control de contagios a nivel mundial se limitaron a intervenciones sociales como aislamiento, cuarentena, buenos hábitos de higiene personal, ventilación de espacios, uso de desinfectantes, máscaras faciales y limitaciones de reuniones públicas acompañadas por el cierre de escuelas, teatros y negocios.
Hoy, 100 años después, los sistemas sanitarios se robustecieron; la vigilancia epidemiológica es constante; la tecnología, la investigación y la ciencia permitieron grandes avances en la medicina para lograr identificar y conocer los virus, diagnosticarlos y tratarlos; pero la historia se repite.
Con la aparición del nuevo coronavirus el mundo debió parar y ponerse en cuarentena para evitar que el virus siga circulando entre las personas o al menos disminuir su posibilidad de contagio. A pesar de las lecciones aprendidas y los avances de la medicina y de las sociedades, las recomendaciones para mitigar los contagios siguen siendo las mismas.
Hasta que no llegue la vacuna, que por primera vez en la historia lo hará en tiempo récord, las medidas que adoptaron todos los países -por ser las más efectivas- no difieren de las que se aplicaron hace un siglo atrás. Más que nunca la evolución de la pandemia y el daño total depende simplemente de la conciencia y responsabilidad social.
Idea y realización: Valentina Fassi
Producción y edición: Thamina Habichayn
Te puede interesar