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Política Rosario | Seguridad | marcha

Marcha en Rosario: lecciones de una noche de bronca genuina

El gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin fueron insultados cuando irrumpieron en un acto organizado en el Monumento a la Bandera para reclamar por seguridad. Luego se supo que estuvieron presentes por pedido de la familia del joven asesinado hace poco más de una semana.

Ciudad de Rosario. Indignación, bronca, miedo e impotencia de muchos en el Monumento a la Bandera luego de la muerte de Joaquín Pérez, un joven padre de familia asesinado cuando intentaron robarle su auto.

En ese contexto, en ese clima y en ese escenario, aparecieron de repente el gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin. La reacción de la gente no debió sorprender a nadie: los insultos, las acusaciones y las recriminaciones brotaron de manera espontánea entre gran parte de los vecinos que habían decidido participar de un acto de protesta frente a la violencia que arrasa a una ciudad y fulmina vidas inocentes.

La sorpresa se apoderó de todos. No sólo de quienes participaban del acto, sino del resto de la ciudadanía que observaba atónita y a la distancia los hechos. Incluso, sabiendo que tanto a Perotti, como a Javkin, los movieron buenas intenciones.

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La llegada de Omar Perotti enardeció a parte de los vecinos que reclamaban por seguridad en Rosario.

La llegada de Omar Perotti enardeció a parte de los vecinos que reclamaban por seguridad en Rosario.

¿Qué hacían allí?, ¿por qué tomaron ambos dirigentes la decisión de irrumpir de esa manera en ese lugar y en ese momento?

No se trata de partidos políticos, ni de miradas malintencionadas. La expresión y la bronca de quienes se manifiestan son absolutamente genuinas. Sucedió cuando gobernaba Miguel Lifschitz, con el Rosario Sangra. También con la histórica marcha en la ciudad de Santa Fe luego de la asesinato de Julio Cabal, cuando frente a Casa de Gobierno un silencio por momentos sepulcral era interrumpido por insultos contra el entonces gobernador y el exministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro.

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El intendente Pablo Javkin también fue centro de los reproches de la gente que pedía por seguridad en Rosario.

El intendente Pablo Javkin también fue centro de los reproches de la gente que pedía por seguridad en Rosario.

Quizá desde el raciocinio puro cueste entender por qué para muchos de los manifestantes de Rosario la irrupción del gobernador y del intendente sonó a provocación, una palabra que incluso se escuchó entre tantas otras y entre tantos gritos.

Es que para los que no tienen voz, para los impotentes y angustiados ciudadanos que solo anhelan vivir sin miedo, este tipo de actos y de escenarios representa un ámbito casi sagrado. Y algunos sintieron que el gobernador y el intendente lo estaban invadiendo.

Para muchos se trata probablemente del único escenario y la única manera de sentirse acompañados. O de no sentirse tan solos. Es el único lugar y la única manera de expresar esa bronca que no es otra cosa que miedo. El miedo jamás es racional.

Con el correr de las horas la situación comenzó a aclararse. En realidad, todo indica que fue la familia del joven asesinado la que les pidió a Perotti y a Javkin que estuvieran presentes en el Monumento a la Bandera. Y por eso ambos dirigentes resolvieron estar allí y asumir el riesgo de ser insultados.

Lamentablemente y más allá de las buenas intenciones de los familiares de la víctima y de los dirigentes políticos involucrados, queda la sensación de que lo sucedido con Perotti y Javkin terminó acaparando gran parte de una atención que debió estar en otro lado: en Joaquín Pérez, en su familia, en los familiares de tantas otras víctimas y en los ciudadanos comunes que viven aterrorizados y decidieron unirse para pedir respuestas.