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Política Argentina | Javier Milei |

Argentina 2024 o cómo el programa de los ganadores se implementa con los votos de los perdedores

Las claves del futuro no están en el horóscopo de la macroeconomía, sino intentando responder en qué sociedad nos hemos convertido desde el balotaje de 2023. La angustia es del otro.

Durante los oscuros años de la dictadura militar y para repeler la “campaña antiargentina” que señalaba desparecidos y muertos por todas partes, el aparato de prensa estatal gubernamental y los medios de Editorial Atlántida –entre otros– difundían que los argentinos éramos “derechos y humanos”. La famosa complicidad civil nunca juzgada, para descargar nuestros remordimientos y culpas, para creer que fuimos empáticos, solidarios con el dolor ajeno y rectos para hacer cordón en los desfiles militares.

De aquí en más iremos rápido y esquemáticamente. En los albores democráticos de fines del siglo XX, éramos “participativos, progresistas y politizados”, esto último en un amplio y a veces superficial sentido. En los 90 “bizarros, cínicos y consumistas del deme dos”; durante el ciclo kirchnerista “inclusivos, solidarios, nacionales y populares” (lo de ideológicamente intensos era una proyección de tribu) y hoy somos “consumistas, crueles y formalmente democráticos”. ¿El macrismo? Bien, gracias, casi deglutido por Javier Milei y luchando contra su extinción o reducción testimonial.

Quienes nos leen en AIRE saben que a los datos (a los económicos que son política concentrada) les damos la importancia que corresponde, pero en ésta nota vamos a asirnos fuertemente de una frase polémica: las victorias y las derrotas son siempre primero culturales, luego políticas y finalmente económicas. Y otra que debatiremos con ustedes y Alejandro Grimson desde el párrafo siguiente: existe conciliación posible entre capitalismo y democracia, localmente se llamaba peronismo, pero hoy el neoliberalismo presenta una novedad que el mundo aprecia abismado: las democracias crueles.

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Ganar y distribuir cargos o tener un plan para solucionar esto

Alejandro Grimson es doctor en Antropología, investigador y profesor universitario, participa del debate público (académico y masivo) desde hace más de 30 años y ha publicado innumerables artículos y 17 libros, no sólo “Desquiciados”.

Pero esta compilación que dirigió es lo último, donde 14 intelectuales se reparten un menú de temas indispensables: los vestigios de la dictadura cívico-militar, los pactos democráticos desde 1983 a la fecha, la batalla cultural y la economía (que suman o restan votos), la imposibilidad de la unidad nacional y de las fuerzas progresistas que repelen u orbitan al peronismo. Todos desde sus perspectivas, tratando de explicar por qué la ultraderecha arrasa, porqué el éxito de las pedagogías de la crueldad, porqué un país con altos niveles de alfabetización (tal vez ya no política), sindicatos consolidados y activos, organismos de derechos humanos simbólicamente fuertes, historia de luchas y resistencias populares y peronismo, quedó servido a pedir de Milei.

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"El peronismo tiene problemas para construir liderazgos alternativos y no tiene un proyecto de futuro, lo escribí en 2015 y subsiste hasta hoy. Nadie dice cómo sería un país con justicia social sin inflación: ¿a quién querés que voten?", se pregunta Alejandro Grimson.

Grimson también fue cuatro años asesor presidencial, según afirma de un presidente (Alberto Fernández) que escuchaba y debatía apasionadamente, pero luego no hacía nada de lo que se le aconsejaba, y que, teniendo a un antropólogo de gran nivel a la mano, soltaba que “los brasileños salieron de la selva”.

“Yo soy el único que le dijo a Alberto Fernández que íbamos a perder las elecciones de 2021, la palabra clave para describir aquello era pérdida, de vidas de familiares y amigos, de ingresos, de trabajos, de todo”. Y también: “Yo me autocritiqué públicamente y sigo invitando a funcionarios y funcionarias para que hagan el mismo ejercicio”.

Grimson empezó a compilar “Desquiciados” a principios de 2023, cuando Trump y Bolsonaro ya habían sido consagrados, pero Milei aún no. Consultado por AIRE sobre las dos preguntas que abren la nota, responde que “entiendo la frase sobre primero la cultura, después la política y la economía luego, analíticamente se sostiene, pero la realidad no funciona así. Yo creo que estamos viviendo en la sociedad más individualista que se haya conocido, en la Argentina desde la dictadura que no pasa algo así, la sucesión de decepciones de la era democrática, de promesas vanas y problemas mal resueltos, fueron destruyendo la idea de comunidad y esto por supuesto que no empezó en diciembre de 2023”.

Indicadores concretos: funcionarios que niegan alimentos ante millones de argentinos muriéndose de hambre, retaceando medicación oncológica o crítica a jubilados y pensionados, gaseando niños y apaleando adultos mayores en manifestaciones, echando 40 mil estatales a la calle estigmatizándolos como “no trabajadores”, desarticulando estructuras y programas para contener mujeres violentadas económica y físicamente, para combatir la trata de personas, tildando a todos de farsantes difusores de una agenda “zurda” y alucinada. Y todo esto con 45 a 47% de imagen positiva, dependiendo de quiénes lo midan.

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De “la Patria es el otro”, a “la culpa es del otro”, a “la angustia es del otro y la casta es el otro”, aunque el que lo profiera siga perdiendo casi todo, trabajo, ingreso, medicamentos, vacaciones o cualquier privación siga desfondando ese piso de dignidad común que alguna vez creíamos merecer, sólo por ser argentinos.

Grimson suma otro indicador que hoy es objeto de estudios a escala global: “La smartphonización de la vida cotidiana, esto de que un artefacto concentre el conjunto de tus relaciones laborales, afectivas, financieras, de entretenimiento... Esto contrasta con el viejo televisor y el teléfono del hogar, que era uno solo en la familia y te obligaba a relacionarte, a construir reglas. Ahora encerrarse es una invitación y una realidad. Y si la tendencia social, cultural y política van en esa dirección, la individuación egoísta parece inexorable, pero no lo es”.

Sobre la segunda afirmación de la nota, el autor del recomendadísimo “La Cultura en las Crisis Latinoamericanas” nos dice que “después de la caída de muro de Berlín se abrieron 25 años bajo la promesa de que la globalización iba a resolver todos los problemas, neoliberalismo y democracia como la gran solución para el futuro. Claramente no pasó y en 2016 ganó Trump e inauguró esta época, con otra cartografía y cultura políticas, pero las épocas empiezan y terminan, incluso con tragedias”.

Pero creer que el asunto se termina ganando elecciones para revertir el signo de los tiempos (lo que el peronismo aglomerado no supo hacer), es de una ingenuidad que suele costar muy caro. Grimson asegura que “el primer y principal problema de los políticos profesionales es ganar, todo lo demás son adornos o distracciones, pero yo estoy convencido de que la política tiene que ordenarse desde otro lugar. La Argentina tiene 200 años y está viviendo sus peores 50 años de historia económica. Y salir de esto va a ser cada vez más difícil. El asunto es: ¿tenés una solución para esto, sabes qué y cómo lo vas a hacer o querés ganar una elección para distribuir cargos? No podemos repetir semejante error y esto establece una diferencia ético-política inmensa”.

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Inflación mata empatía social, según las encuestas

Es notable como el periodismo suele contribuir a que una sociedad viva en presente continuo y no pueda iluminar más que el primer metro de un camino que nadie acierta a describir. Obsesionados por cazar algoritmos como moscas con la mano (con palabras en realidad), abonamos que algún futuro se cifra o resuelve tirando postas predictivas: si Kiciloff, si Cristina o si Quintela, si Massa o Larreta reencarnados en algún Frente conservador o si… en Santa Fe cuesta hacer nombres, disculpas.

Pero es así: creer que el programa y su traducción popular es lo de menos, que sólo hay que acertar el candidato (con o sin internas), o que el programa está escrito hace 70 o 20 años, sólo servirá para perder, incluso ganando. Hay una frase del historiador inglés Lord Acton que recortamos para éste momento: “Sólo un estúpido conservador juzga el presente con las ideas del pasado”. También dice que “sólo un estúpido liberal juzga el pasado con las ideas del presente”. Pero en la oposición a las ultraderechas no abundan los historiadores de rigor, o al menos casi nadie los escucha.

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Una encuesta con un 95% de confiabilidad estadística dice que más del 70% de los argentinos no cree en los medios ni en los periodistas. Gustavo Córdoba muestra otro dato de la crisis de representación.

Una encuesta con un 95% de confiabilidad estadística dice que más del 70% de los argentinos no cree en los medios ni en los periodistas. Gustavo Córdoba muestra otro dato de la crisis de representación.

Y esto qué tiene que ver con el subtítulo, dirán nuestros lectores. Nada, pero suma. El punto es el último Informe Nacional de Zuban Córdoba & Asociados fechado en este mismo mes. Del que casi todos los medios sólo replicaron el repunte en la consideración positiva del presidente libertario.

En los considerandos, ese mismo informe aísla ese dato para decir que “a pesar de tener una valoración considerable de la gestión económica, el frame o encuadre ideológico del gobierno aún no logra penetrar en la masividad de la sociedad”.

El trabajo tiene 54 páginas a lo largo de las cuales queda claro que la gran mayoría de los 1.800 encuestados (con un error de muestreo proyectado de +/-2,31%) no están de acuerdo con la política exterior del gobierno, con que desfinancie la educación y la salud pública, con que maltrate a la prensa y empobrezca a millones de jubilados.

Incluso un 71% descree que el cambio climático sea un invento socialista, el 65,7% rechaza abolir el matrimonio igualitario o la Ley de Identidad de Género y casi el 60% está en contra de privatizar empresas y organismos estatales. Es decir que millones lo votan, pero ideológicamente no han sido capturados (aún) por el ideario retro civilizatorio libertario.

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Como dice Jorge Alemán, es un cambio civilizatorio, pero con fisuras, no está cerrado. Y como dice Grimson, esas fisuras pueden crecer y hacer colapsar un proyecto sin oposición, pero con problemas internos. No sólo “es la economía, estúpidos”.

Esta encuesta tiene un dato preocupante que no fue título de ningún portal de noticias: el 75,8% de los encuestados asegura que no les cree a los medios de comunicación y el 72,7% que desconfía de los periodistas.

¿Por qué y cómo nos leen entonces? ¿O nos consumen como pochoclo, sin importar si es dulce o salado, es decir si todos los contenidos –Wanda, Messi, Milei, el Papa, la mejor receta de vitel toné o el horóscopo 2025– son un mero pasatiempo para ensimismados?

Nada de esto será respondido, porque no vinimos a esto y esta nota ya cierra con una conclusión provisoria: aislados, consumistas, enfurecidos, decepcionados y egotistas, así nos gusta y así somos, al menos por el momento.