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Rosario: la pulseada entre el gobierno de Pullaro y los grupos criminales escala en la cárcel y suma escenas para generar terror en las calles

Se incrementaron los ataques sin blancos definidos en Rosario, con el objetivo de sembrar pánico. Balazos contra colectivos, centros de salud, escuelas y bares. Se sospecha que el origen de las intimidaciones viene de las cárceles y tienen como destinatario al gobernador santafesino.

Las imágenes irradian terror. Las pantallas de los celulares multiplican la escena que sucede en Rosario y que toma una forma esquizofrénica, de loop. Y los criminales lo saben. Se repiten hasta el hartazgo los fotogramas que muestran al joven que gatilla y las balas, por suerte, no salen.

La gente que está en el bar, en avenida Rondeau y Martín Fierro, en la zona norte de Rosario, corre desesperada, primero para resguardarse de los balazos, y después para perseguir al joven que tiene su rostro tapado por un caso, que se sube a una moto y desaparece.

Antes de disparar de forma malograda, el muchacho deja un papel en una mesa. Ese papel contiene un mensaje de fastidio de los presos que están en Piñero por los controles a las visitas.

La amenaza sola, sin esa puesta en escena, sería abstracta. Un papel con errores de ortografía de gente que pide algo ajeno a los parroquianos que están en el bar. Ellos sirven de manera perversa como una simple escenografía que agita el terror.

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Los disparos contra el camión fueron realizados por una persona que se desplazaba en moto y que arrojó un papel con contenido mafioso.

Los disparos contra el camión fueron realizados por una persona que se desplazaba en moto y que arrojó un papel con contenido mafioso.

Los investigadores sospechan que los atacantes buscan ser captados por las cámaras de vigilancia. Si no tramarían el ataque de otra manera, deducen. Porque el objetivo que se busca es quedar registrados y que esas imágenes sean disparadas por las pantallas y tomen vida propia, a través de las redes sociales.

El gobernador Maximiliano Pullaro repite por los medios que no lo van a doblegar. Que no va a dar marcha atrás. Le habla a un enemigo que parece invisible: los grupos narcos que disputan una pulseada con el gobierno provincial, luego de los cambios que se produjeron en las cárceles desde el 12 de diciembre.

Al otro día, es baleado un camión del sistema de recolección de residuos. Ahora lo que buscan los criminales es una reacción del sindicato, que dispone horas después un paro. La ciudad quedará aún más sucia. Sumará más bronca en la población. Muy pocos se enterarán, que el papel que se encontró cerca del camión baleado tiene que ver con las demandas mafiosas de un grupo de presos.

En el gobierno esperaban estas reacciones, pero eso no quita que haya preocupación. ¿Hasta dónde puede escalar esta situación?

En el Ministerio de Seguridad de Santa Fe creen que tienen que aguantar, que en unos seis meses, calculan, los narcos de los pabellones de alto perfil van a entender cómo es la nueva dinámica dentro del penal. “Hay que aguantar”, repiten. "Cada día la van a pasar peor", ensaya el gobernador y pasa su propio mensaje, que sabe que llega a los pabellones.

Durante la tarde del jueves, dos crímenes se suceden en pocas horas. Ambos tienen como protagonistas a sicarios. Disparan, matan y huyen. La sangre corre en barrio Las Flores y luego en el oeste de la ciudad.

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La mecánica de disparar en lugares repletos de gente, como ocurrió en el bar Rondó, en la zona norte de Rosario empezó en noviembre de 2021, cuando las balas cruzaron durante la hora de la cena el salón del restaurante El Establo, en avenida Pellegrini, que estaba repleto de comensales.

Los que dispararon no tenían un blanco definido, una persona a quien pretendían herir o matar. Lo que buscaban era irradiar terror. Lo consiguieron por el peso que tuvo la noticia minutos después.

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Intentaron balear un bar en Rosario tras dejar un nuevo mensaje mafioso

Intentaron balear un bar en Rosario tras dejar un nuevo mensaje mafioso

Esa maquinaria de violencia siguió en una marcha de manera constante, en la que los grupos criminales de Rosario encontraron una forma de exponer sus demandas, generar pánico y sacar dinero con extorsiones, que se traman desde la cárcel –como detectaron más de una decena de investigaciones judiciales-, una estrategia que se amplificó en toda la ciudad.

No se necesita una logística sofisticada para generar pánico social, sólo dos jóvenes en moto con pistolas 9 mm, que tienen la convicción de que nunca serán atrapados en ese momento.

Ese esquema que busca irradiar terror se viralizó en los últimos tres años. Pero desde mediados de diciembre, tras los cambios que se implementaron en las cárceles, con mayores controles y el reagrupamiento de los presos de alto perfil, cuadros medios de las bandas criminales, los ataques y amenazas tuvieron como destinatario casi exclusivo a Pullaro, que a causa de este tipo de intimidaciones “sacó” a su familia de Rosario, según reconoció públicamente.

Las amenazas contra el gobernador son cotidianas, junto con ataques donde los “soldaditos” dejan mensajes que expresan el descontento de un grupo de reclusos de las cárceles de Piñero y Coronda.

Desde el 12 de diciembre comenzaron a implementarse nuevas medidas en los penales santafesinos para evitar que se ingresen celulares y droga a los pabellones. Esta estrategia tiene que ver con el convencimiento que tienen las nuevas autoridades de que si logran controlar las cárceles también podrán bajar la violencia en las calles.

El crimen organizado se domina desde las penitenciarías tanto las de Santa Fe como las federales, donde –según fuentes de la gestión de Pullaro- “no se logran ajustar mayores controles”.

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Dejaron un escrito amenazante en un centro de salud de Rosario.

Dejaron un escrito amenazante en un centro de salud de Rosario.

Voceros del Ministerio de Seguridad advirtieron a AIRE que esas medidas tienen que ver con la prohibición del ingreso de los llamados “bagayos” que los familiares llevan a los reclusos en Santa Fe, que contienen comida, elementos de limpieza, entre otras cosas. “Había familiares que pretendían ingresar paquetes de 50 kilos a la cárcel”, graficaron.

Además, todo lo que entra a los penales es sometido al análisis con un escáner, que es similar a los que hay en los aeropuertos. También hay inspecciones con perros que detectan estupefacientes.

Según los investigadores, unos minutos antes de que se produjera el ataque en el bar dos jóvenes con cascos y vestidos con ropa similar atacaron a un hombre que guardaba una rueda de auxilio en el baúl de su auto.

Este ataque habría sido al azar y los protagonistas serían los mismos. El hombre contó este jueves en Radio 2 de Rosario que los sujetos que se desplazaban en una moto hicieron tres disparos contra el vehículo, donde dos tiros dieron en un costado y un tercero no salió. Este episodio ocurrió a siete cuadras del bar Rodó.

“Sin decir una palabra hicieron dos disparos que dieron en el auto y me apuntaron, pero el arma se trabó y por suerte el disparo no salió. Atiné a correr y ellos huyeron hacia el sur, agarraron avenida Circunvalación y se ve que de ahí fueron hasta el bar”, describió la víctima.

“Un amigo de la familia nos contó del ataque al bar y ahí con la filmación vimos que estaban vestidos igual y usaban la misma moto”, afirmó.

Aunque este hecho fue de mayor gravedad, porque pudo resultar gente herida, este tipo de ataques y de amenazas son cotidianas en Rosario. Ese mismo día durante la mañana, los empleados del centro de salud 1º de Mayo, de la zona norte de Rosario, encontraron una nota amenazante con una bala pegada al papel.

El mensaje no tenía que ver con la institución, sino que hacía mención a una banda criminal liderada por un preso. En este caso no se trató de una amenaza contra el gobernador, sino de mensajes entre las propias organizaciones criminales. Una fuente del centro de salud señaló que el papel que dejaron mencionaba a un joven condenado por narcotráfico y por homicidio, preso en una cárcel federal, al que tildan de "soplón".

El lunes a la noche ocurrió un nuevo atentado a balazos contra un colectivo en el barrio Acindar, en el sur. Este hecho violento provocó conmoción entre los vecinos, y generó que durante varias horas el barrio quedara aislado, porque los ómnibus no ingresaban por temor a nuevas balaceras.

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Un colectivo fue baleado en Rosario.

Un colectivo fue baleado en Rosario.

El 2 de diciembre pasado fue asesinado un chofer de la línea de colectivos 130 en un ataque con sicarios en la zona noroeste de la ciudad. El colectivero no tenía nada que ver con las tramas criminales.

Tras el ataque contra el colectivo en el barrio Acindar, durante la madrugada del martes se produjo otro atentado contra una estación de servicio, donde también dejaron una nota amenazante. Fueron unos cuatro impactos de bala que quedaron marcados contra la vidriera del minimarket de la estación de servicios ubicada en Avellaneda y 27 de Febrero.

El sábado a la noche fue baleada la sede de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), una fuerza considerada de élite en Rosario. Los atacantes, que se desplazaban en un auto gris, dejaron un cartel con una advertencia en la puerta del edificio, ubicado en Rouillón e Ituzaingó, en el distrito oeste de la ciudad. Luego se trasladaron unos 50 metros y abrieron fuego contra uno de los laterales del predio.

Este miércoles la Policía de Investigaciones detuvo a dos jóvenes que podrían haber actuado en intimidaciones contra Pullaro. Fueron detenidos por otra extorsión, pero los peritajes detectaron que también habían escrito mensajes contra el mandatario provincial, según indicaron fuentes de la PDI.

“Ambos detenidos, identificados como Alejo R, de 24 años, y Vladimir C, de 20, eran objeto de una investigación por extorsión que culminó con la verificación de la coincidencia de la escritura de las notas amenazantes contra el gobernador”, señalaron.

Durante los dos allanamientos que se llevaron adelante, se incautaron una pistola de aire comprimido, chips de líneas telefónicas, cuatro teléfonos celulares, un cartucho calibre 22 y un trozo de cartón con la misma inscripción utilizada en la amenaza extorsiva.

La investigación se centró en un caso de extorsión en el que los “soldaditos” amenazaban con balear a la víctima si no entregaba una importante suma de dinero. La pesquisa se intensificó al descubrirse que la escritura de las notas coincidía con las amenazas dirigidas a Pullaro.

Tras los secuestros de los celulares de los detenidos los investigadores buscarán avanzar sobre los autores intelectuales, como ocurrió en otro caso en el que se detectó que las órdenes a los soldaditos partían de los penales federales de Ezeiza y Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires.

Hace dos semanas fue imputado el narco Francisco Riquelme, que actualmente está detenido en Marcos Paz. Este hombre, que generó terror en la zona noroeste de Rosario, al protagonizar una guerra narco en el barrio contra Los Monos, ofreció 100.000 pesos a cada uno de los tres soldaditos a los que les ordenó balear una escuela y dejar una amenaza contra Pullaro. Se sospecha que también fueron quienes dispararon contra la comisaría 19, donde también se encontró un mensaje contra Pullaro.

Luego también fue acusado por el juzgado federal de Lomas de Zamora, tras una investigación que hizo la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR). En la investigación se detectó que Riquelme amenazó a los directivos del penal de Ezeiza al colgar una bandera con sus nombres dentro de la cárcel.

Se había molestado porque no habían dejado ingresar a una visita. “Prendan la tele hoy a la noche. Van a ver lo que voy a hacer. Los voy a cagar a tiros a todos ustedes. Voy a cagar a tiros una comisaría de Rosario hoy. Se van a querer matar, van a ver lo que voy a hacer”, gritó, según se reveló en la audiencia.

Riquelme cumplió. Ordenó balear la comisaría 19 de Rosario. Horas más tarde, según la investigación del fiscal Franco Carbone, dos soldaditos iban a disparar contra la escuela Paulo IV, pero se cruzaron con una patrulla de la Policía de Acción Táctica con los que se enfrentaron a tiros.

Fueron detenidos tenían un cartel con amenazas a Pullaro, y en uno de los celulares que tenían Carlos Moreno y Alejandro Acosta figuraban las comunicaciones con Riquelme.

Otro dato clave fue que en una mochila tenían guantes de látex negros, los mismos que usaron los atacantes en la seccional policial y en otro atentado que ocurrió el 12 de diciembre en una sucursal del banco Macro y en la guardia del hospital de Emergencias.

Allí también se habían dejado amenazas contra el gobernador de Santa Fe.