El problema no es la rivalidad con Rosario Central, sino las tensiones internas dentro de la barra leprosa. Se da una paradoja en el negocio de la violencia en fútbol, asentada sobre terminales mafiosas, que incluyen la venta de drogas, entre otros servicios, que hay menor fricción entre las hinchadas rivales que en el interior de la tribuna leprosa, algo que tiene que ver con emprendimientos compartidos entre el ala gerencial, cuyos protagonistas son Ariel “Guille” Cantero y Andrés “Pillín” Bracamonte.
La lucha por manejar la hinchada de Newell’s tiene otra particularidad, que no es nueva: todas las facciones responden al líder de Los Monos, en teoría, aislado en la cárcel federal de Marcos Paz. El problema es lo que ocurre debajo de Guille Cantero.
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Aparecieron varios síntomas que pronostican que el llamado “banderazo” que se realizará este jueves en el estadio de Newell’s será tenso, por la disputa interna por el liderazgo de la barra.
Hinchas Newells Banderazo
El clásico rosarino potencia los temores de que la violencia se apodere de las pasiones genuinas.
Este martes a la noche se produjeron disparos contra una de las puertas del estadio. Un día antes, el hijastro de Leandro “Pollo” Vinardi fue baleado en Villa Gobernador Gálvez. Facundo R. recibió un disparo en el pecho y está internado en el hospital de Emergencias de Rosario.
El miércoles fue imputado Vinardi como instigador de extorsiones a la dirigencia de Newell’s. El presidente del club Ignacio Astore declaró que entregó sumas millonarias y miles de entradas, tras ser intimidado. Es la primera vez que el titular de la entidad revela los aprietes.
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En 2024, según Astore, el club le pagaba a la barra 1,5 millones de pesos por partido y le entregaba 1.700 entradas. Vinardi mandaba a un ladero, actualmente preso, para el pago de este “servicio”.
Ante este contexto, sobrevuela un rumor desde hace unos días, que es poco probable que se concrete, pero que supura como una amenaza. Podría reaparecer en la tribuna la bandera que desplegó la banda de Los Monos el 24 de junio del año pasado, durante el partido de despedida de Maximiliano Rodríguez en la cancha de Newell’s.
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La bandera que desplegó la banda de Los Monos el 24 de junio del año pasado.
En esa bandera –nunca logró ser incautada por la policía- había tres caricaturas. Un “pollo”, que hacía alusión a Vinardi, un “mono” con lentes, por Ariel Guille Cantero, líder de Los Monos, y un Toro por Carlos Escobar. Esa exhibición demostró el poder de la banda narco dentro de la barra, luego de los problemas internos que provocaron varios muertos.
Los últimos capítulos en torno a Los Monos demuestran que siguen con el control del brazo violento de la hinchada. El viernes de la semana pasada la Policía de Investigaciones (PDI) detuvo en la casa de la esposa de Vinardi al actual jefe de la barra leprosa Luciano Gallardo, alias Lucho, que está acusado de balear hace dos semanas la casa de una integrante de la comisión directiva del club.
“Hay una disputa importante en las últimas semanas en la barra de Newell’s. Alejandro Ficcadenti, por un lado, y por el otro, Luciano Gallardo, quien actualmente manda en el paraavalanchas”, aseguró el fiscal Franco Carbone. Este clima preocupa a las fuerzas de seguridad y al gobierno santafesino.
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El funcionario judicial dispuso el allanamiento en la casa de Vinardi, tras investigar la balacera a la casa de una vocal que se produjo el viernes de la semana pasada, después de que quedara detenido otro jefe de la hinchada Alejandro “Rengo” Ficcadenti, quien está imputado de ser uno de los autores de las amenazas e intimidaciones contra el jugador del seleccionado argentino Ángel Di María. Una de las hipótesis es que Fideo sufrió fuertes amenazas para que desistiera de regresar a Rosario Central.
La semana pasada se conocieron declaraciones de Di María que marcan lo que envuelve hoy al fútbol en Rosario, donde la mafia se aprovecha de una pasión genuina con balas y terror. Fideo explicó que “hubo cosas graves” que lo hicieron desistir de su regreso a Rosario Central, como había prometido.
En una entrevista, el futbolista reveló que además de los disparos y mensajes amenazantes que recibió en su casa en el country Miraflores, en Funes, también ocurrió otra intimidación que nunca fue denunciada y causó estupor: le enviaron a la inmobiliaria de su hermana “una caja con la cabeza de un chancho” que tenía “una bala en la frente”, y una nota que decía –según detalló- que si volvía a jugar a Rosario Central “la próxima cabeza iba a ser la de mi hija”.
Ángel Di María
Di María reveló que además de los disparos y mensajes amenazantes que recibió en su casa en Funes, también le enviaron a la inmobiliaria de su hermana “una caja con la cabeza de un chancho”.
En la Fiscalía de Rosario no hay ninguna denuncia sobre este hecho, según confirmaron fuentes judiciales a AIRE. El temor envolvió a la familia de Fideo. Y es lógico. La información había llegado a oídos de los funcionarios judiciales, que consultaron con el padre del jugador, que vive en Funes. Pero la respuesta fue negar ese hecho. Las evidencias que tiene el MPA apuntan a que los autores de las distintas amenazas fueron los mismos. Ocurrió algo inesperado el día que amenazaron a la hermana de Di María. La mujer se asustó y tiró la caja con la cabeza de chancho.
En un reportaje que le dio en Rosario al periodista Juan Pedro Aleart, de canal 3, Di María admitió que “fueron demasiadas cosas para tomar esta decisión –la de no regresar-, no son papelitos solamente, hubo tiros y cosas graves”.
En esta trama hay dos hipótesis que se cruzan, o cumplen dos objetivos, según señalaron los investigadores. Por un lado, buscaron provocar conmoción social al amenazar a un jugador de la selección nacional, en reclamo por los mayores controles en las cárceles, que enfrentan los grupos narcos. Y por otro, hacer desistir a Di María de que vuelva a Rosario Central, como había prometido.
El contexto en el que se realizaron las amenazas contra Di María fue particular. Se concretaron días después de que Rosario sufriera una serie de ataques “narcoterroristas” que provocaron la muerte de cuatro trabajadores elegidos al azar. Esta situación inédita causó una conmoción tal, que la ciudad quedó durante varios días paralizada, sin servicio de transportes y con todos los comercios cerrados. Esta crisis desembocó en que el Ministerio de Seguridad de la Nación reforzara la presencia de fuerzas federales. Se comprobó que quienes planearon estos ataques fueron narcos presos en penales provinciales y federales. En el gobierno santafesino creen que Esteban Alvarado fue quien planeó todo.
En abril de 2022, una funcionaria del Ministerio Público de la Acusación confesó que Alvarado le había enviado a su casa la cabeza de un perro dentro de una caja. Después, su residencia fue baleada. Esta funcionaria investigaba las inversiones y empresas que tenía el narco, cuyo contador era el mismo que tenía el juez federal Marcelo Bailaque.
Por ahora, no hay relación entre los dos hechos, pero sí un contexto que los une: el malestar de los grupos narcos por las medidas que se implementaron en las cárceles tanto provinciales como federales. Las fuertes amenazas que recibió Di María se enmarcan en ese escenario, según delinean en el gobierno.
La detención de los dos barras de Newell’s aporta certezas de que la banda de Los Monos tuvo que ver con esta serie de amedrentamientos contra Di María, para hacer desistirlo de que vuelva a Rosario.
Disparos contra el Estadio de Newells 1.jpeg
Entre las hipótesis figura que las amenazas a Di María le iban a servir a “Rengo” Ficcadenti, uno de los detenidos, para ganar consenso en la tribuna leprosa para asumir el liderazgo absoluto de la barra, con el aval del presidente Ignacio Astore, que tuvo un comportamiento vidrioso cuando la banda de Los Monos exhibió una gigantesca bandera el 24 de junio del año pasado, durante la despedida de Maximiliano Rodríguez. Tras la detención de Ficcadenti asomó como nuevo líder Lucho Gallardo, que tributa al líder de Los Monos, como su rival, “Rengo” Ficcadenti, que fue imputado en 2022 por el crimen del exjefe de la barra Nelson “Chivo” Saravia, a quien ejecutaron en octubre de 2021 con una ametralladora en presencia de niños de 8 y 13 años. Luego, “Rengo” quedó en libertad por decisión de la jueza Gabriela Sansó.
Esa magistrada sufrió un atentado en 2018, en una casa donde vivió su familia. Se interpretó como un mensaje intimidatorio contra la funcionaria que debía analizar las condenas contra 17 acusados de la banda de Los Monos de atacar a balazos 11 residencias de jueces y edificios judiciales.
Ficcadenti está acusado de planear el crimen de Saravia junto a Guillermo “Ojito” Sosa, que está detenido y por eso, su exladero, ahora pretende ejercer el liderazgo operativo de la barra.
La sospecha es que Ficcadenti fue quien estuvo detrás de las intimidaciones contra Di María como una especie de plataforma para tener consenso en la tribuna leprosa. El 25 de marzo pasado, desde un auto Renault Megane color gris dos personas dispararon al aire y arrojaron un cartel intimidatorio dirigido al padre del jugador que vive en el country Miraflores: “Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque, sino le cagamos matando un familiar. Ni Pullaro te va a salvar. Nosotros no tiramos papelitos. Plomo y muertos tiramos”.
El 3 de abril pasado, fueron imputados Pablo Acotto, de 35 años, y Sara Gutiérrez, de 23 por haber tirado un escrito amenazante dirigido a Di María. Para el fiscal Pablo Socca, el hecho –al que calificó de intimidación pública– buscaba “infundir temor y generar conmoción en la población”. Y enmarcó la intimidación en la coyuntura que atraviesa la ciudad desde diciembre, donde se cometieron homicidios de trabajadores al voleo y a diario aparecen amenazas al gobierno.
La investigación se profundizó para detectar quiénes habían planeado esta amenaza que generó una fuerte repercusión en el país y en el exterior, por tratarse, la víctima, de un jugador de la selección argentina.