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Policiales dinero | Estafa | Amenazas

A prisión por querer recuperar el dinero que invirtieron sus hijos en un "negocio que salió mal"

Un joven de 23 años que se denomina a sí mismo networker de inversiones digitales denunció a un hombre que le exigía el reintegro de dos mil dólares que invirtieron sus hijos en un negocio que "salió mal".

Un plomero identificado como J.C.P. quedó en prisión preventiva por decisión de la jueza Sandra Valenti, en el marco de una investigación que lleva adelante la fiscal María Laura Martí en una causa por privación de la libertad, extorsión y amenazas calificadas.

Los hechos fueron ventilados en la audiencia de prisión preventiva desarrollada en la sala 1 de los tribunales santafesinos. El hombre imputado declaró y dio su versión de los hechos durante más de media hora asistido por el abogado particular Marco Barceló.

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El episodio es investigado por la fiscal Laura Martí

El episodio es investigado por la fiscal Laura Martí

Un negocio que salió mal

La fiscal relató que la investigación se inició a raíz de una denuncia radicada en la seccional 3ra el pasado 19 de julio. El denunciante, un joven de 23 años llamado Daniel L. sostuvo que el imputado lo citó al local de su esposa, ubicado en Belgrano al 3800, para solucionar una “deuda” que tenía con los hijos del hombre en cuestión.

Una vez en el lugar, lo hicieron ingresar, lo amenazaron con un arma de fuego y lo golpearon en la cabeza y en el pie. Luego lo hicieron firmar un boleto de compraventa de su moto, por 180 mil pesos, y los documentos 08 y 02 para transmitir el dominio del vehículo. La idea era que iba a recuperar la moto una vez que pueda devolver dos mil dólares que los hijos del imputado le había entregado a modo de inversión para un negocio digital.

Según la imputación fiscal, la inversión se hizo con una empresa digital llamada QubitTech, y Daniel L. obró a modo de intermediario. En un momento, la empresa decidió modificar la manera de entregar los intereses por cryptomonedas. Sin embargo, los jóvenes inversores jamás recuperaron su dinero, situación que motivó la intervención de su padre.

La fiscal sostuvo que el pasado martes 13 de julio, el imputado citó al inversor a fin de “conversar” para ver de qué manera podía recuperar el dinero aportado por sus hijos. El encuentro se concretó en el local de calle Belgrano, en el cual, según denunció Diego L., el imputado y otra persona lo amenazaron durante tres horas con un arma de fuego para que entregue su moto a modo de garantía hasta que pueda devolver el dinero.

Finalmente, dos días después el muchacho pudo devolver el dinero y recuperó su motocicleta con los papeles que había firmado.

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El joven

El joven "networker" radicó la denuncia en la Comisaría 3ra de barrio Candioti

“Se me rieron todos”

Una vez que la fiscal culminó con el relato de los hechos, el imputado pidió el uso de la palabra “para contar lo que pasó”. El hombre se remitió a cuando sus hijos menores cumplieron 15 y 18 años, y le pidieron como regalo de cumpleaños un viaje a Estados Unidos. Los padres, él plomero y ella comerciante, no podían hacer frente al pedido, por lo que, en cambio, le compraron un automóvil.

Tiempo después, ese vehículo tuvo un accidente y con el dinero de la aseguradora, invirtieron en comprar dólares. Algunos meses después, un amigo de su hijo mayor contactó a sus hijos adolescentes con una propuesta de un negocio: una empresa rusa llamada QubitTech que recibía inversiones y daba regalías mensuales, todo realizado de manera virtual.

Entusiasmado, el muchacho le entregó mil dólares para concretar la inversión. Un par de meses después, el networker, le dijo que para comenzar a generar interés, debía realizar una nueva inversión. El hombre agregó que comentó el negocio con algunos amigos y conocidos para que se sumen, “y se me rieron todos”.

Hasta que a principios de julio, “vino mi hijo y me dijo ‘papá, mala noticia, la plata se perdió porque no sé qué carajo pasó con la empresa’”, relató el imputado. Entonces, el hombre decidió llamar al amigo de su hijo que se había llevado el dinero para invertir, para ver “de qué manera nos iba a devolver el dinero”.

A continuación, el imputado negó que hayan tenido retenido en el local al denunciante, y que lo hayan golpeado. Además agregó que cuando se quería ir con la moto, y él le aclaró que la moto se la quedaba hasta que le devuelva el dinero, “se puso nervioso, se arrodilló, empezó a llamar por teléfono y a mandar mensajes para conseguir el dinero”.

El hombre agregó que al día siguiente recibió un llamado telefónico de parte del papá del imputado, para “devolver el dinero y solucionar todo”, y que “la cosa quede acá”. Finalmente, coordinaron que él iba a dejar la moto en un estacionamiento de calle 25 de Mayo al 2600 junto con los papeles correspondientes, y que la plata se la devuelvan en mano a su hijo que iba a estar en el negocio de la mamá.

Finalmente, el hombre sostuvo que “no sé por qué me denunció cinco días después, lo que sé es que la persona que me denunció es la misma persona que nos prometió que nos iba a devolver la plata y nunca nos dio nada”.

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“Es un estafador de siete suelas”

A su turno, el abogado defensor particular Marco Barceló, intentó revertir la imputación fiscal. Aclaró que el joven denunciante nunca estuvo secuestrado y que podía haberse retirado del local en cualquier momento.

El letrado sostuvo que el denunciante en realidad es un estafador, que sabía que jamás iba a poder devolver el dinero: “yo a este hombre honrado, trabajador, lo tengo que confrontar con un estafador de siete suelas, con un chantapufi que logró dos veces que le entregue dinero en mano, y vaya a saber qué hizo con eso”.

Para Barceló, todo lo que ocurrió dentro del local es producto de elucubraciones, y negó que se haya dado una situación violenta. Agregó que dos personas ingresaron durante la tarde al local y “no advirtieron nada extraño” en la interacción entre los hombres.

Finalmente, sostuvo que la resolución del conflicto no se condice con una situación de secuestro: “el padre del denunciante lo llamó por teléfono al imputado para devolverle la plata y que quede todo acá”, y agregó que “si a Daniel L. no se le corta el recorrido va a seguir estafando gente, no tiene el condimento humano para sentir angustia cuando ve a una persona perder sus ahorros”.

Delitos acreditados

Finalmente, la jueza Sandra Valenti avaló la investigación de la Fiscalía, si bien admitió que “probablemente se haya originado en una estafa”. La magistrada sostuvo que hay datos objetivos sobre lo ocurrido ese martes 13 por la tarde, entre ellos, dos lesiones constatadas por el médico policial en la cabeza y el pie del denunciante.

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La jueza Valenti acreditó los hechos atribuidos por la fiscalía e impuso la prisión preventiva para el imputado

La jueza Valenti acreditó los hechos atribuidos por la fiscalía e impuso la prisión preventiva para el imputado

Para Valenti, el hecho de que Diego L. se haya arrodillado para pedirle que le deje llevarse su moto, “demuestra que no hubo un acto voluntario” de firmar los documentos, sino que “fue llevado adelante de manera violenta, porque el denunciante presenta lesiones”.

En cuanto a la privación de la libertad, la jueza remarcó que “pueden ser minutos u horas”, e implica “retener a una persona para que haga algo en contra de su voluntad, en este caso, no dejar llevarse la moto”. Valenti valoró que el imputado obró argumentando que era justo su accionar porque sus hijos fueron estafados, y agregó que “si cada persona entiende que tiene que tomar justicia por mano propia, se termina el derecho, se termina la sociedad”.

Por último, la jueza agregó que “pese a que la conducta de Diego L. puede ser criticada, y que puede ser un estafador, la conducta del imputado es contraria a derecho”. Además, consideró que existe el riesgo de entorpecer la investigación ya que se trata de todas personas conocidas, y recomendó a la fiscal culminar avanzar en la causa lo más pronto posible, a fin de resolver la situación procesal del plomero imputado. Finalmente, advirtió que no será necesario esperar el plazo de 90 días para poder revisar la prisión preventiva.

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