¿Y si viviéramos en una simulación orientada a engañar nuestros sentidos y nuestra consciencia que otro tipo de inteligencia superior pudiera aprovechar? Esta es la teoría que el editor senior de la revista Nature Energy, Fouad Khan, plantea en un artículo publicado en la revista Scientific American.
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¿Es real el mundo que nos rodea?
No se trata de una cuestión nueva. Hace no muchos años, el propio CEO de SpaceX, Tesla o Neuralink, Elon Musk o el astrofísico y divulgador Neil Degrasse Tyson ya plantearon la posibilidad de que pudiéramos estar viviendo en una simulación virtual al más puro estilo de “The Matrix". Fuera de este entorno, el debate científico no tiene nada de ficticio. “Lo más probable es que estemos en una simulación”, decía Musk. Degrasse Tyson, concedía, por su parte, “una probabilidad superior al 50-50” de que la hipótesis de la simulación fuese correcta.
Todo esto se remonta a 2003, cuando un filósofo de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom, estableció una lógica contundente: “si hay civilizaciones tecnológicas en el universo, y si ejecutan simulaciones por ordenador, debe haber una gran cantidad de realidades simuladas con habitantes de inteligencia artificial que pueden estar viviendo dentro de un juego, habitantes como nosotros, tal vez. Estos seres podrían imaginarse a sí mismos reales, pero no tendrían forma física, existiendo solo dentro de la simulación”.
¿Cómo poner a prueba la hipótesis de la simulación?
Según Fouad Khan, hay indicios consistentes que nos confirman esta posibilidad. Así, si tenemos en cuenta que el universo es realmente una simulación en un mundo virtual, necesitaría una fuente de energía, un procesador de tamaño titánico que representaría no solo la potencia o fuerza de ese escenario, sino también el único elemento que residiría fuera de la simulación, lo único real.
Y habría una forma de detectarlo. Gracias a la velocidad de la luz. Un procesador de tanto poderío informático podría trabajar con la información a razón de una operación por segundo, algo que ocuparía una extensión igualmente grande de 300.000 kilómetros de largo y que, por tanto, esa “cámara de información” podría rastrearse. “La velocidad de la luz es un artefacto de hardware que muestra que vivimos en un universo simulado y el espacio es para nuestro universo lo que los números son para la realidad simulada en cualquier ordenador”, escribe el experto.
Entonces, ¿cómo es que percibimos la vida como algo real?
Khan aduce que esto se debe a una proyección subjetiva de ciertas variables dentro del software en el que vivimos inmersos; por lo que no seríamos dueños y señores de nuestros actos realmente, sino que los algoritmos controlarían las variables ambientales y también los personajes dentro de la simulación, es decir, a nosotros mismos.
A todo ello se le sumaría, además, según la visión de Khan, que ni siquiera lo que vivimos en la simulación virtual redundaría en beneficio de los protagonistas, nosotros, sino que servirían a unos supuestos espectadores exteriores que estarían viendo la película de nuestras vidas.
Así que si todo lo que vivimos y tenemos es gracias a una inteligencia superior, “todo lo que podemos hacer es aceptar la realidad de la simulación y hacer de ella lo que podamos”, concluye Khan.
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