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Los padres de Francisco buscan testigos y reclaman justicia: “No lo tienen que dejar libre, mató a mi hijo”

En la puerta del Crematorio, Gisela y Walter Sueldo le contaron a Aire de Santa Fe que necesitan testigos del accidente. Los vecinos contaron que el conductor que los embistió circulaba a alta velocidad.

Con las cenizas de su hijo Francisco en la mano, Walter y Gisela hablaron con Aire de Santa Fe para pedir testigos del criminal accidente del lunes a las 20.30 en Angel Casanello y República de Siria. Un Toyota Etios, que circulaba a alta velocidad, los embistió y arrastró 40 metros cuando frenaban para pasar un lomo de burro.

 

La parte trasera del auto, donde estaba Francisco Sueldo (10 años), quedó destrozada por el impacto y el niño murió a las 3 de la madrugada en el Hospital de Niños Orlando Alassia. “Me lo arrebataron, me lo mataron, pido justicia por favor”, reclamo Gisela, atravesada por el dolor más profundo que puede sentir un ser humano. El conductor es un hombre de 38 años, que está detenido y fue indagado en el marco de una causa por homicidio culposo.

choque

Walter, que es chofer de ambulancia, recordó cómo fue el accidente. Dijo que bajó la velocidad para pasar el lomo de burro, “como hay que hacer”, y sintió un fuertísimo golpe. “Cuando me desperté, todo era humo. Miré para atrás y lo vi a mi hijo con un chorro de sangre en la boca”, relató.

Como está acostumbrado a trabajar en emergencias, a Francisco lo bajaron con todos los cuidados para evitar agravar su cuadro, pero Walter sabía que la situación era muy grave. “Me acosté al costado de él y le pedía que no se me vaya”, contó. Estaba tan preocupado por su esposa y su hijo, que Walter no vio al conductor, pero escuchó como lo insultaban los vecinos y en un momento los escuchó gritar que se fugaba.

Cuando llegaron los servicios de emergencia, a Walter y Gisela los llevaron al Hospital Cullen y a Francisco al Alassia, pero ellos se fueron con alta voluntaria para el Hospital de Niños porque sabían que el chico estaba muy grave. A las 3 de la madrugada, los médicos les dijeron que había fallecido.

“Les pregunté si podía donar los órganos -recordó Walter-, quería que Francisco siguiera dando vida, pero me explicaron que no se podía por la medicación que la habían dado para intentar salvar su vida”.

Gisela volvió a pedir testigos y contó que la gran pasión de su hijo era el fútbol (jugaba en la UNL). “Era un chico muy respetuoso y agradecido, siempre muy feliz. No lo tienen que dejar libre porque mató a mi hijo”, insistió.

 

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