Tras muchos años de trabajo, charlas, encuentros, talleres y estudio, y en el marco de un proceso colaborativo y democrático que no excluyó a ningún sector, finalmente pudo presentarse y aprobarse un inédito plan de manejo para los humedales e islas de Victoria.
Se trata de un territorio gigante que cubre más de 420 mil hectáreas del delta del Paraná duramente castigado durante los últimos cuatro años por la bajante del río y la severa crisis de incendios asociada, en buena parte, a sus usos productivos y la falta de gestión.
La presentación oficial del “Plan de manejo de la Reserva de Usos Múltiples (RUM) Humedales e Islas de Victoria” fue esta semana en esa linda ciudad entrerriana, y contó con la participación de funcionarios locales y provinciales, organizaciones ambientalistas como la Fundación Humedales, pobladores isleños y ribereños, académicos y otros referentes del área de Santa Fe.
Para todos, se trató de “un hito” que fortalece las posibilidades de ordenamiento y cuidado de este extensísimo paisaje hecho de tierra y agua, heterogéneo, fluctuante, dinámico, riquísimo y bello como el propio río que le da identidad y cobijo.
Un trabajo de largo aliento
Durante la presentación, muchos recordaron que las reuniones comenzaron antes de la pandemia y que fue durante 2020 que se logró crear un comité fijo, en un contexto duro y con la sensación que los propios habitantes de Victoria tenían una deuda pendiente con el cuidado de su humedal, más allá de las diferentes normativas locales y provinciales que, de a poco, intentaban garantizar su protección.
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Gastón Foulquet, de la Fundación Humedales, destacó el fuerte sesgo participativo que tuvo todo el proceso y que fue clave para poder pasar “del disenso al consenso”. “Hablamos de casi un tercio del Delta, de humedales que se definen por su funcionamiento y topografía. Este plan es una hoja de ruta para mejorar su conservación dentro de la figura de RUM e incorpora la idea de aprovechamiento sostenible del ecosistema. Es una nueva capa de información que nos va a ayudar a determinar mejor sus usos, no es algo prohibitivo, es una herramienta que abre nuevas posibilidades de conservación”.
Un plan diseñado desde el pie
Beatriz Giacosa es bióloga y lleva el humedal del delta del Paraná en el corazón. Desde su trabajo junto a la Fundación Humedales fue la encargada de explicar en detalle cómo se pudo llevar adelante este plan de manejo, que abarca un territorio de 432.500 hectáreas. A partir del interrogante común de cómo se puede cuidar todo esto, comenzó un proceso desde 2019 que hoy se refleja en el plan de manejo, “una herramienta para lograr una mejor gestión, un documento técnico y de difusión para conservar mejor un territorio heterogéneo, complejo y dinámico modelado por los pulsos naturales del río”, dijo la experta.
Uno de los desafíos fue y es integrar a las muchas actividades que se hacen en el Delta, a muy diferentes escalas: ganadería de islas, pesca artesanal, comercial y deportiva, apicultura, dragado, turismo y otras. “Vive mucha gente y hay muchos usos, con la complejidad que abarca diferentes jurisdicciones. Hay que conservar estos humedales para mantenerlos en buen estado, preservarlos y fortalecerlos”, apuntó.
Para eso, se definió una zonificación de manejo que determina qué se puede hacer dónde: se demarcaron 4 grandes zonas, una “verde” de conservación estricta que abarca el 3% del territorio; otra “roja” con usos especiales (7% del territorio) y otra “gris” donde pueden convivir producción sustentable y conservación (90% del territorio). Todo eso está rodeado de una frontera “naranja”, presentada como zona de amortiguación.
Ley y orden
Una de las fortalezas de este plan de manejo es que fue aprobado como norma con aval tanto de la municipalidad de Victoria como por parte de la provincia de Entre Ríos. Es, también, una de las mayores áreas protegidas de esa provincia, que tiene el 18% de su territorio protegido bajo la denominación de “área natural protegida”, un total de 33 reservas que cubren 1,4 millones de hectáreas, a lo que se suman dos sitios Ramsar (humedales con rango de protección internacional) y dos Parques Nacional, El Palmar y el Pre Delta.
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¿Alcanza todo eso para garantizar la protección de la rica naturaleza entrerriana? Sin asignación de recursos suficientes, la respuesta es más bien negativa. En ese sentido, queda aún un largo tramo por recorrer, ya que la Delegación de Islas de Victoria, que tiene 35 empleados, no tiene edificio propio, cuenta con apenas una embarcación del año 2005 y dispone de un presupuesto mensual de 450 mil pesos: un peso por hectárea, insuficiente por donde se lo mire.
A favor: desde hace un par de años, y después de muchísimo tiempo vacante, se completó el cupo para un juzgado federal en esa ciudad entrerriana, y algunas causas por quemas o terraplenes ilegales comenzaron lentamente a avanzar. Así lo destacó Gustavo Andino, el jefe de esa Delegación, durante la presentación del plan de manejo.
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