Cuando los cerros bajan, cuando las clases populares se autoconvocan y se dirigen en masa al valle de Caracas, es uno de los mayores indicativos de que el termómetro social está a punto de reventar. Y los cerros bajaron el lunes, después de las elecciones presidenciales en Venezuela.
Pero, ¿por qué?
Durante la jornada electoral del domingo, se registraron tal cantidad de irregularidades en los centros de votación que es difícil no pensar en que es bastante creíble la teoría del fraude, algo que resulta hasta lógico.
Para quienes, como yo, vivimos muy de cerca los procesos electorales y además hemos registrado algún intento de golpe de Estado, protestas o estallidos sociales, sabemos que hay indicativos que te permiten medir la intensidad del descontento popular y las probabilidades de que ocurra un estallido social: una de ellas es la manifestación espontánea de las clases populares. Ver imágenes de cacerolazos en las barriadas (villas) es impresionante, porque es el reflejo más obvio del descontento con un resultado electoral.
Centros de votación que abrieron muy tarde, demoras del Plan República (operativo militar ejecutado por las fuerzas armadas encargadas de la logística de las elecciones), negación del acceso a los testigos de mesa de la oposición, ausencia de testigos de mesa en los escrutinios e impresión de actas, negación de actas electorales a los testigos (fiscales) de la oposición, todo esto dejando de lado los hechos de violencia contra los centros de votación.
Por otro lado, el gobierno de Nicolás Maduro denunció que hubo un intento de hackeo del sistema electoral y acusó a los líderes de la oposición.
A pesar de todo, igual se logró que se “cumplieran” las normativas y se entregara una de las actas que imprime la máquina de votación luego del cierre de mesa a los testigos de cada fuerza política. Hecho que, por cierto, ocurrió antes del denunciado ciberataque durante la transmisión y totalización de los datos.
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María Corina Machado reclamó que Edmundo González Urrutia, su paladín electoral, ganó las elecciones con una diferencia de 70% a 30%.
Esas actas son las que esgrime María Corina Machado, histórica dirigente política de la ultraderecha inhabilitada para ejercer cargos públicos, para reclamar que Edmundo González Urrutia, su paladín electoral, ganó las elecciones con una diferencia de 70% a 30%.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), presidido por Elvis Amoroso, exdiputado del partido de gobierno y amigo del presidente desde los tiempos de Hugo Chávez, declaró como ganador a Nicolás Maduro con el 51,2% de los votos.
Esto ocurre luego de más de 10 años de mandato en los cuales Venezuela se ha sumido en la peor crisis económica y social de su historia moderna, que ha obligado a que más de 7,7 millones de venezolanos, según datos de ACNUR, nos encontremos viviendo en el exterior, muchos de ellos en la Argentina.
Al día siguiente de las elecciones, el CNE proclamó a Maduro como presidente reelecto. En un acto muy sui generis, pues nunca antes en la historia republicana de Venezuela se había proclamado un mandatario con tanta premura.
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El CNE proclamó a Maduro como presidente reelecto.
Solo para mencionar una casualidad. Las elecciones se hicieron el 28 de julio, día del cumpleaños de Hugo Chávez Frías.
Es entendible que mucha gente esté cansada de remarla en el trabajo, de la dificultad para llegar a fin de mes, con una inflación que va y viene, de la inestabilidad en los servicios públicos como el agua o la electricidad, del desorden, de la ausencia de instituciones, de la ausencia del Estado...
Y muchas de esas personas comenzaron a protestar el lunes y siguieron el martes y quizás seguirán los próximos días. El termómetro social se está saturando, las protestas llaman a la violencia y a la represión gubernamental. Las cosas se están complicando.
Si hay saqueos, será el indicativo de que el conflicto escaló al siguiente nivel.
Incertidumbre
Es la primera palabra que viene a la mente cuando surge la pregunta inevitable, que se repite durante el día una y otra vez. Mis amigos y compañeros de trabajo se interesan y se preocupan, preguntan, ¿qué está pasando? ¿Qué sabés de allá?
Sé que cualquier cosa puede pasar. Y lo que es seguro es que la violencia va a estar presente y que la muerte ya se invitó sola, hace rato, y va a estar rondando y cobrando, sea cual sea el escenario.
*Maiquel Torcatt es reportero gráfico de AIRE y vive en la ciudad de Santa Fe desde hace 7 años.