La empresa está acostumbrada a lidiar con los embates económicos pero no se detiene. Desde el sur de la Provincia de Santa Fe, abre sucursales en toda la Argentina y en el extranjero, exporta, diversifica su oferta y construye escuelas de formación para expandirse en nuevos nichos. La suerte del pueblo y de la Pyme van de la mano y tanto unos como otros cuidan ese vínculo que ya lleva más de 30 años.
José María Díaz se hizo de abajo. Fundó Valenziana, la empresa líder de fabricación de muebles de Argentina, en 1990. En ese entonces, y con el conocimiento técnico que tenía sobre el negocio -dado que venía trabajando en una compañía de muebles de cocina- a la vez que dedicaba sus horas libres a perfeccionarse en su taller de carpintería en la localidad en el sur de Santa Fe en Uranga, le dio forma a su propia empresa, sin ningún tipo de respaldo y con recursos propios.
Un recorrido virtuoso
Valenziana es una fábrica de diseño, fabricación, comercialización y distribución de mobiliarios para todos los ambientes que comenzó fabricando exclusivamente muebles para bebés. Con el tiempo fueron agregando diferentes productos para ocupar otros ambientes del hogar.
Hoy, ofrecen en su catálogo productos para dormitorios de bebé, niños y adultos, living y comedor que son fabricados bajo estrictos estándares de sustentabilidad y con diseños ultra modernos y minimalistas.
La firma cuenta con 60 sucursales en el país, una en Uruguay y una política de expansión imparable. “Actualmente estamos realizando estudios de factibilidad porque planeamos abrir 20 sucursales más en Argentina”, indican desde la firma.
Uranga está a 30 km hacia el sur de Rosario. Se trata de un pueblo muy chico, de aproximadamente 1.000 habitantes, con espíritu rural, que vive de las actividades relacionadas con el campo y dónde Valenziana es la mayor generadora de mano de obra de quienes allí habitan. “Actualmente empleamos a 200 personas en planta y tenemos empleados con más de 20 años de trayectoria”, cuenta Rodrigo Díaz, Gerente General de Valenziana, primo del fundador, quién se sumó a la empresa en 2001 y estampó en el frente el sello de Pyme familiar.
A nivel nacional y de manera indirecta la empresa genera 700 puestos de trabajo adicionales.
Las personas que trabajan en la fábrica de muebles tienen un profundo sentido de pertenencia que ratifican día a día. Su Gerente General distingue, como un factor determinante para esa fidelidad, la empleabilidad de un 50% de mujeres “no solo en las oficinas y realizando tareas administrativas sino también en los procesos de producción dónde hacen trabajos que necesitan de especialización en cuanto al detalle y la calidad, las terminaciones y las costuras”.
Pero además, “hay un nivel de especialización muy grande en los mandos medios y ofrecemos a todo aquel que quiera trabajar en la empresa un buen ingreso para que puedan tener ellos y sus familias una excelente calidad de vida”, asegura.
Surfeando la ola de la mano de la formación
Valenziana dio un salto a nivel empresarial durante el 2003 gracias a las posibilidades de financiamiento que tenía el estado argentino. Consultado sobre la marcha de la economía actual y la situación de la compañía Rodrigo Diaz señala que “las ventas bajaron un 50% pero desde hace unos años pudimos dejar de atar las ventas a un solo producto porque en momentos como estos, es clave diversificarse para poder crecer”.
Por eso, lejos de replegarse, la empresa va por más y puso en marcha acciones orientadas a expandirse y a seguir apostando por la industria nacional.
La primera es un ambicioso proyecto para incorporar como ambientes la cocina y el baño a su estrategia comercial. Para entrar en este nuevo nicho de mercado ya ha llevado a cabo significativas inversiones y reestructuraciones donde se destaca el segundo hito de la empresa: la instalación de un centro de formación y capacitación de equipos, una nave diseñada para entrenar a los talentos en áreas como la comercialización, el levantamiento de datos, el montaje y la logística.
La firma prevé que a finales de 2024 esta nueva unidad de negocio esté operativa en los primeros locales, ubicados estratégicamente.
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“Nosotros tenemos la obligación de seguir creciendo y generando mano de obra no solo por una cuestión empresarial sino por la responsabilidad social que tenemos en la comunidad de Uranga”, afirma Rodrigo Díaz.
Conscientes de que todo ciclo termina, los altos mandos de la compañía han comenzado a trabajar en el traspaso familiar y en la capacitación de los más jóvenes de la familia. “Dedicamos muchas horas de nuestra jornada a las nuevas generaciones para que continúen con este legado”, señala su gerente general. Los urangueses pueden estar tranquilos. Hay fábrica para rato.