El Departamento de Estado norteamericano, a través de Claver Carone, exige liquidar el swap con China, de imposible cumplimento fáctico sin que el FMI y otras entidades crediticias reemplacen un fondo que representa el 72% de las reservas brutas de la Argentina.
“No voy a entrometerme con las negociaciones que está llevando (Argentina) con el Fondo Monetario, lo que queremos es que ningún acuerdo al que se llegue termine prolongando esa línea de crédito o ese swap extorsivo que tienen con China”, declaró sobre el final de una conferencia en el Miami Dad College, y ante una pregunta sobre el impacto de los aranceles del 10% que se aplicarán a todos los países exportadores de alimentos y materias primas, como la Argentina.
Mauricio Claver Carone.png
Mauricio Claver Carone, representante del Departamento de Estado norteamericano para América Latina.
Y para no dejar nada librado a la interpretación, remarcó que “esa es para nosotros una prioridad por cuestiones geopolíticas”. Geoeconómicas y finalmente geopolíticas, ese tablero de operaciones planetario en el que Estados Unidos intenta revertir una derrota comercial y económica inocultable con China, apelando a una suba de aranceles de importación que ya intentó con malos resultados en 2018.
Alguien debiera explicar ya no cuándo y cómo llegarían los U$S 20 mil millones para salvar el programa económico libertario, sino cómo es que la Argentina va a cancelar un swap chino que representa el 72% (U$S 17 .906 millones) de las reservas brutas (U$S 25 mil millones). Y para cambiarlos por un préstamo que ofrece U$S 6 mil millones (menos de la mitad del swap) para fortalecer las reservas del Banco Central e intervenir el mercado de cambios. Y además en un contexto en donde la suba de aranceles dispuesta por Trump le pueden costar a la Argentina entre U$S 2.000 y 4.000 millones y la baja del precio del petróleo y el gas amenazan pulverizar el superávit energético previsto para 2025.
LEER MÁS ► Los aranceles de Trump y un mazazo a los mercados: se derrumbaron los activos argentinos y se disparó el Riesgo País
Si Carone expresó esta condicionalidad –de imposible cumplimiento– en nombre del gobierno de los Estados Unidos, se entiende por qué Trump no asistió a la American Patriot Gala, una cena a beneficio de policías y recolectores de residuos norteamericanos, tornando imposible e irrelevante una foto o cruce de palabras que para el presidente Milei eran desesperadamente necesarios.
No hubo foto, tampoco precisiones sobre un préstamo retardado o alguna línea de crédito paralela del Tesoro norteamericano y repleto de condiciones que le pueden costar el gobierno a Milei: la que blanqueó Carone y la devaluación que hoy pide el FMI y todos los que tienen negocios atados al dólar en nuestro país, los que –dependiendo de si exportan manufacturas, gas, petróleo, cereales y oleaginosas– oscila entre el 20% y el 40%, según el dólar pase a valer $1.400 o $1.600.
La Cámara Exportadora Cerealera que encabeza Gustavo Indígoras, sobre el cierre de semana y reunida con el secretario de Agricultura, pidió para paliar los efectos de la macro libertaria y la suba de aranceles de Trump: retenciones cero más allá de junio y un dólar a $1.800. Con esa cifra, la banda de flotación del FMI se parece el paraíso.
LEER MÁS ► Argentina negocia con Estados Unidos arancel cero para 50 productos y busca un Tratado de Libre Comercio
Alguien, el presidente Javier Milei, el ministro de Economía Luis Caputo o el presidente del Banco Central Santiago Bausili, al menos debieran explicar todo esto. Nosotros nos abocaremos a reseñar cómo Trump, retocando una tabla de aranceles, desata una ola recesiva a inflacionaria a escala global.
Celular mata revólver: los nuevos términos de la guerra comercial
Más de 95 años pasaron desde que Herbert Hoover enfrentó la crisis financiera y bursátil de 1929 como presidente de los Estados Unidos y desató una guerra arancelaria mundial (Ley Smoot-Hawley) que devino en una ola devaluatoria y hundió a Norteamérica en una depresión que lo llevó a la derrota electoral de 1932.
A casi un siglo, y tratando de alterar los términos de intercambio comercial global para rescatar a su país de un déficit comercial de U$S 1.2 billones, Trump lo hizo de nuevo.
Guerra comercial Estados Unidos China.png
Estados Unidos ya perdió la guerra comercial con China y contraataca con aranceles y amenazas. “Ninguna guerra debe librarse ni puede ganarse”, advirtió el gobierno chino.
El economista y analista político Alejandro Horowicz, nos decía hace cuatro años (cuando Trump era presidente y la derrota económica y comercial a manos de China era ya un hecho) que “cualquiera que enfrenta al mercado mundial con un revólver, termina haciéndose gárgaras con el revólver; en el momento en que Trump intenta detener a China como si fuese John Wayne en el lejano Oeste, haciendo valer su condición de gendarme planetario para patear el tablero comercial, está anticipando el resultado, que no es otro que una derrota”.
En 1991 hubo un vencedor global que logró que los límites del mercado fueran los mismos que los del planeta: los Estados Unidos. De ahí en más, China puso en marcha un programa denominado “las cuatro modernizaciones” que produjo un crecimiento ininterrumpido, multiplicando su PBI 8.600 veces y pasando de 700 a 1.300 millones habitantes.
Esto no ha pasado con ningún otro país, en ningún otro período histórico y los Estados Unidos manifiesta en 2025 lo mismo que en 2018, que no tiene modo de competir a cielo abierto con China, con la que tiene un déficit comercial de U$S 295 mil millones, pero tampoco con Japón, la Unión Europea y Corea del Sur.
LEER MÁS ► Cómo impactará en la Argentina y en Santa Fe la suba de aranceles anunciada por Trump
Es decir, no tiene modo de competir si no es recurriendo a una herramienta protectora que los países centrales no dejan de utilizar, pero desaconsejan a los países emergentes: las barreras arancelarias que protegen sus producciones de las desventajas comparativas con otras economías de escala.
Trump afecta así a 185 países de todos los continentes, incluidas las islas antárticas pobladas sólo por pingüinos. 34% para China (54% con el 20% que ya le había aplicado en enero), 32% para Taiwán, 26% para India, 24% para Japón, 20% para la Unión Europea y 10% para Centroamérica (excluido México) y América Latina toda.
Esta suba de aranceles no hará que la economía americana empiece a fabricar íntegramente celulares, computadoras o autos antes de fin de año, sino que encarecerá todos los productos gravados desatando una guerra de aranceles cruzados, suba de precios en los productos transados, devaluaciones para tornar competitivas las economías afectadas, baja en el consumo mundial y una consecuente recesión.
jpg milei estados unidos.jpg
Javier Milei viajó a Estados Unidos a recibir un premio, pero no consiguió su objetivo: una foto con Donald Trump.
¿Qué hizo el presidente argentino? Ante una selecta platea de millonarios trumpistas, y con una economía abierta que ya produce notables daños en las industrias metalúrgicas, alimentarias, de línea blanca, textiles y tecnológicas, aseguró que “Argentina va a adecuar su normativa para cumplir con la propuesta de aranceles recíprocos elaborados por el presidente Trump” y anunció un acuerdo de armonización arancelaria para 50 productos, en el camino de un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
El asesor financiero y director de la Consultora PxQ, Emanuel Alvarez Agis, consideró que la medida lanzada por Trump “fue el fin de la globalización” y que “tener un presidente que baja aranceles y abre importaciones es prácticamente suicida”.
Con éste nuevo escenario, un derrumbe sin fondo a la vista de las acciones argentinas en Wall Street (12% promedio al cierre de la nota) y un riesgo país a 925 puntos, la posibilidad del gobierno libertario de no devaluar se reduce a cero. Incluso de no devaluar antes de las elecciones de octubre, ya que con una pérdida promedio semanal de reservas de U$S 300 millones, los fondos que aportaría el FMI (con swap chino y todo) no permitirían llegar siquiera hasta junio.
LEER MÁS ► Exportaciones argentinas: el impacto de la suba de aranceles anunciada por Trump
Mientras Trump empieza a negociar barreras con un grupo de países, en la Argentina los operadores financieros de primer nivel –beneficiarios de un carry trade que se terminó en diciembre del año pasado– y las dos principales cámaras industriales que quieren que a Milei le vaya bien, alientan un cambio de esquema económico y de ministro antes o después de devaluar. Milei piensa en otros cambios, como el del canciller Gerardo Werthein, por ejemplo.
El gobierno se prepara para una crisis inevitable y hace cuentas para el control de daños, que dado el agotamiento de la tablita local y el efecto global que impone la guerra de aranceles desatada por Trump, es lo único que podría hacer si estuviese dispuesto a hacer lo que el propio Milei declama que nunca hará: cambiar. Porque según acaba de decir y a contramano de lo que dispusieron otros países afectados, “no existe otro camino que el de la libertad”.