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Economía pobreza | Empleo |

Aumentaron la pobreza y la desigualdad social: las cifras de un drama que afecta a 19 millones de argentinos

En los últimos cuatro años, disminuyeron los ingresos de los sectores más pobres y cayeron los indicadores de empleo. Se amplió la brecha con los sectores más ricos.

En Argentina no solo hay más pobres: 42% (19 millones de personas). También hay mayor desigualdad social. Una combinación que marca que el retroceso económico y social no golpea a todos por igual. De acuerdo al Indec, en los últimos 3 años el 10% más rico de la población aumentó de 17 a 21 veces su participación en el reparto de los ingresos. Esto pasó porque, por el aumento del desempleo y la caída del total de la gente ocupada, de los salarios y de las jubilaciones con relación a la inflación, la población de menores ingresos le correspondió una porción menor de la “torta” total.

De recibir el 1,8% a fines de 2017, el 10% más pobre disminuyó al 1,5% y el 10% más rico aumentó del 31 al 31,7%. Pero esta brecha fue más allá del 10% de la población. En relación a fines de 2017, de recibir el 40,3% de los ingresos total, el 70% de la población descendió al 38,7%, que fue acaparado por el 30% más rico que subió del 59,7% al 61,3%. De estos datos se desprende que esta mayor desigualdad afectó no solo a los sectores más pobres sino también a una vasta porción de la clase media.

Usurpaciones Rosario-pobreza
Más de 19 millones de Argentinos son pobres y la mitad de los chicos están bajo la línea de pobreza.

Más de 19 millones de Argentinos son pobres y la mitad de los chicos están bajo la línea de pobreza.

En la Ciudad de Buenos Aires, esta desigualdad es mayor. El 10% de mayores ingresos pasó de recibir 19 veces más a 25 veces. El 10% más rico subió del 29 al 30,7% su participación en el ingreso y el 10% más pobre descendió del 1,5 al 1,2%, de acuerdo a los datos de la Dirección de Estadística y Censos porteña.

Todos los datos nacionales surgen de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares). Pero se estima que esa brecha o desigualdad es mayor porque se admite que hay una subdeclaración de ingresos en los estratos más altos por razones impositivas, mientras hay una sobredeclaración de los ingresos de los más pobres por el llamado “efecto vergüenza”.

La pobreza aumentó y la distribución del ingreso empeoró, como consecuencia del incremento del desempleo, de la mayor cantidad de gente sin ingresos, de la caída del número de ocupados y del retroceso real de los salarios y jubilaciones.

Otro dato clave es que, con un aumento de la población total (de 44 millones a 45,4 millones) en 2017, el 61,4% tuvo ingresos – laborales y no laborales- en 2020 descendió al 58,6%. Si se hubiera mantenido el nivel de ingresos de tres años atrás, casi un millón de personas más tendrían algún sustento.

También aumentó la participación de los “ingresos no laborales” en el ingreso total de las familias. Mientras en los hogares más pobres esos ingresos no laborales se explican por las ayudas oficiales, en los segmentos más ricos es por razones financieras. Otro indicador de que con la mayor pauperización de la población hubo “un aumento de la desigualdad” es el coeficiente de Gini que subió de 0,417 a 0,435.

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El coeficiente de Gini es un indicador de desigualdad que toma en cuenta cómo se reparte la totalidad de los ingresos de la población. Es un indicador que varía entre 0 y 1. Cuanto más cercano a 1, mayor es la desigualdad en la distribución del ingreso y pasa lo contrario cuando se acerca a cero (igualdad absoluta).

Desde que el Indec difunde la nueva serie de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) -en el segundo trimestre de 2016- el coeficiente de Gini arrancó con un valor alto, fue disminuyendo hasta fines de 2017 para volver a subir desde el segundo trimestre del año pasado, con la recesión, el menor empleo y el deterioro de los ingresos de la población trabajadora y de los jubilados.

En síntesis, la pobreza aumentó y la distribución del ingreso empeoró, como consecuencia del incremento del desempleo, de la mayor cantidad de gente sin ingresos, de la caída del número de ocupados y del retroceso real de los salarios y jubilaciones, muy parcialmente compensadas por ayudas del Estado, y de la precarización e informalidad laboral.

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