Por caso, ¿Cuántos creían que el ser humano caminaría alguna vez sobre la superficie de la Luna?
Y hubo una persona que, un día, tuvo la idea de intentar volar –literalmente–, pero sin ningún tipo de ayuda. Solo su cuerpo y el espacio. Sin paracaídas ni un traje especial (el wingsuit), y desde una altitud tal que hasta necesitaría, en un tramo de su trayecto, una máscara y un tubo de oxígeno.
LEER MÁS ► El vuelo comercial que se completa en menos de un minuto y medio y es único en el mundo
Lo primero que le dijeron es que era peligroso. “Muy peligroso”, retrucó. “Pero todos siempre hemos soñado con volar”, agregó.
Y, por eso, se preparó durante casi dos años para cristalizar su sueño, con agotadoras jornadas de entrenamiento.
Aikins - FOTO 1.jpg
La caída libre de dos minutos y medio de Luke, a una velocidad terminal de casi 190 km/h, finalizaría suavemente gracias a una estructura con una red de 30 por 30 metros (100 por 100 pies) diseñada por el ingeniero civil John Cruikshank, que se denominó Fly Trap (Trampa para moscas), que está detrás de él en la foto.
Pero lo logró. ¡Vaya que lo hizo! El sábado 30 de julio de 2016, el estadounidense Luke Aikins, un experto paracaidista, instructor y doble de riesgo con más de 18.000 saltos en su carrera, se lanzó al vacío desde 25.000 pies (7600 metros) ¡sin paracaídas ni traje alguno!
Y, tras poco más de dos minutos de caída libre, donde por momentos superó los 200 km/h, su cuerpo fue detenido suavemente por una red especialmente desplegada en Simi Valley, al sur de California.
Una vez más, un hombre había ido más allá de los límites. Y puede contarlo.
Aikins - FOTO 2.jpg
Luke, en la cabina del avión, poco antes de lanzarse al vacío sobre Simi Valley. Para su intento, fue acompañado por tres paracaidistas que saltaron con él y lo asistieron durante su caída libre sobre el desierto californiano.
Nacido para saltar y volar
Luke Aikins nació el 21 de noviembre de 1973 en Corpus Christi, Texas y, actualmente, reside en Graham, condado de Pierce, Washington. Su vocación se manifestó a los 12 años, cuando realizó su primer salto en tándem (con un instructor como piloto del paracaídas); a los 16 hizo su primer salto solo y, poco después, se volcó al salto BASE, considerado como el deporte más peligroso del mundo.
BASE es el acrónimo de Building (Edificio), Antenna (Antena, chimeneas o torres de alta tensión), Span (Viaducto, o puente), y Earth (Tierra, o acantilado). Es decir, se salta desde una torre, un puente, un risco o un edificio.
En los saltos BASE, el uso del paracaídas de reserva no tiene mucho sentido, ya que se suele saltar de cabeza desde muy poca altitud (comparado con hacerlo desde una avión o helicóptero). Por eso son saltos cortos –pero extremadamente peligrosos– en los que no hay tiempo de accionar un paracaídas de emergencia.
Aikins - FOTO 3.jpg
La imagen, tomada desde el casco de uno de los paracaidistas asistentes, muestra a Luke saliendo del avión. Se destacan su casco (donde tenía incorporado un GPS), y un protector para su cuello. Desde que abandonó la aeronave, tardó menos de dos minutos y medio en llegar a la red.
Pero fue por más. Ideó y desarrolló nuevos mecanismos de despliegue de paracaídas; se sumó a la Red Bull Air Force (un equipo de élite de saltadores BASE y acrobáticos); efectuó lanzamientos de prueba desde 8500 metros (28.000 pies), y fue asesor especial en la Red Bull Stratos, la misión de 2012 en la que el austríaco Félix Baumgartner saltó desde la estratósfera (lo hizo sobre Roswell, Nuevo México, desde 39.000 metros, o 128.300 pies).
Perfeccionista y obsesivo, obtuvo su licencia de piloto privado de avión; instruyó en técnicas particulares de salto a los mismísimos Navy Seals estadounidenses; es fotógrafo aéreo y, sus imágenes, fueron publicadas en las principales revistas y diarios de su país y el mundo; es asesor de Entrenamiento y Seguridad de la Asociación de Paracaidistas de los Estados Unidos (USPA), y hasta protagonizó escenas de riesgo en las películas Godzilla e Iron Man 3.
Hasta que, un día, un amigo le sugirió algo totalmente inédito: que intentara saltar desde 25.000 pies (7600 metros), ¡pero sin paracaídas ni wingsuits! Inicialmente, la idea no le agradó mucho pero, con el correr de las semanas, la misma fue tomando cada vez más y más fuerza, hasta que decidió llevar adelante el desafío.
Aikins - FOTO 4.jpg
Aikins (círculo) y sus tres asistentes saltaron desde un Cessna 208B Grand Caravan. Uno filmaba el salto; otro portaba un stick generador de humo en una de sus botas para que el público (televisivo o presente en Simi Valley) pudiera seguir el veloz descenso y, el último (también con humo que sirviera de guía), recibió la mascarilla y el tanque de oxígeno cuando llegaron a la altitud en la que Luke ya no los necesitaba.
Ahora bien, ¿por qué un hombre en su sano juicio saltaría al vacío desde un avión solo con lo puesto? ¿Para probar qué? Que los límites se pueden superar, claro.
Pero, para ello, Aikins debería “encontrar” en tierra una red muy pequeña donde caería, de solo 900 m² (una cancha de fútbol de 110 x 75 metros tiene una superficie de 8250 m²) y que, cuando recién estuviera cerca del terreno, apenas se vería como una estampilla.
Pero, por más que Luke tuviera una vastísima trayectoria profesional y sobrada experiencia –y que pertenece a la tercera generación de paracaidistas de su familia, ya que su abuelo fundó una escuela para la práctica de este deporte luego de prestar servicios en la Segunda Guerra Mundial, y que continuó su padre–, los riesgos que correría serían altísimos.
La preparación del salto extremo
El reto era enorme, extremo, único. Y, para ello, Luke se prepararía durante dos años con innumerables saltos de prueba. Asimismo, contó con el aporte clave del ingeniero civil John Cruikshank, quien colaboró activamente en el diseño de los elementos de seguridad.
Aikins - FOTO 5.jpg
A los 5000 pies (1520 metros) los tres asistentes que saltaron con él abrieron sus paracaídas y, a partir de ese momento, Luke quedó completamente solo, cayendo a unos 176 pies (53,5 metros) por segundo. La foto, tomada por uno de los asistentes, muestra la red (en el círculo) donde debía caer Aikins.
La caída libre de dos minutos y medio de Aikins, a una velocidad terminal de casi 190 km/h, finalizaría suavemente gracias a una estructura con una red de 30 por 30 metros (100 por 100 pies) diseñada por Cruikshank, que se denominó Fly Trap (Trampa para moscas).
Esta estructura estaría suspendida a unos 60 metros del piso (unos 200 pies) por cuatro grúas de 61 metros (con pistones neumáticos que absorberían la energía), y fue fabricada con Dyneema, una fibra hecha de polietileno de ultra alto peso molecular, resistente como el acero y que se usa habitualmente en la industria pesquera para capturar atunes.
Una vez que Cruikshank tuvo su red –que costó 42.500 dólares–, necesitaba determinar la física de la caída. “Comenzamos a hacer algunos cálculos y a pensar qué tan rápido caería Luke en velocidad terminal. Si tratábamos de reducir su impacto a casi 4G, necesitaríamos al menos 120 pies verticales (36,5 metros) de desaceleración para lograr una desaceleración segura de 120 millas por hora (193 km/h) a cero”, reveló.
La primera prueba a gran escala consistió en acordonar un cuadrado de 30 x 30 metros en el suelo con un GPS en el medio. Luego, un piloto de helicóptero practicó el lanzamiento de mancuernas desde varias alturas en el "punto óptimo" de 8,5 por 8,5 metros en el centro del cuadrado.
Aikins - FOTO 6.jpg
Cuando estuvo a unos 200 pies (61 metros) y, a poco más de un segundo del impacto, Aikins (círculo) realizó un rollover (es decir, girar sobre sí mismo), colocó su mentón sobre su pecho y cayó de espaldas en la red a unos 190 km/h.
“Cuando el piloto estaba sobre el centro del objetivo, escuchaba un silbido en su oído para saber que estaba directamente sobre él; luego era cuestión de averiguar en qué dirección soplaba el viento para poder moverse ligeramente y que el peso cayera en el centro del cuadrado”, explicó Cruikshank.
Después de más de 18 meses de preparación, el histórico salto en paracaídas de Aikins estuvo a punto de cancelarse. El Screen Actor's Guild (o SAG, el Gremio de Actores de Cine) intervino en las últimas semanas previas al salto insistiendo en que Luke debería usar –inexcusablemente– un paracaídas como medida de seguridad y, en caso contrario, no lo aprobarían porque era demasiado riesgoso saltar así.
Aikins no se había entrenado para el salto usando un paracaídas y, además, había sido muy claro en su postura: no iba a efectuar el lanzamiento si tenía que usar uno.
Además, Cruikshank y su equipo tampoco estaban seguros de cómo un objeto extra (y que agregaba peso) en su espalda afectaría el impacto de Aikins cuando tomara contacto con la red.
El sueño que se hizo realidad
El sábado 30 de julio de 2016 fue una jornada veraniega muy agradable en Simi Valley, al sur del desierto californiano, con vientos suaves y una temperatura que orilló los 30 grados.
Aikins - FOTO 7.jpg
La red que detuvo su caída fue fabricada con Dyneema, una fibra hecha de polietileno de ultra alto peso molecular, resistente como el acero y que se usa habitualmente en la industria pesquera para capturar atunes. Medía apenas 30 por 30 metros (900 m²) y costó 42.500 dólares.
Esto fue muy importante, ya que no había tantas térmicas (que son corrientes ascendentes de aire caliente, muchas en forma de tirabuzón, que podrían desestabilizar a Luke durante su caída).
Además, la visibilidad era óptima, y que fue otro requisito ineludible para que el intento tuviera éxito. Durante una entrevista previa al salto, Jenny Taft, reportera de Fox Sports, le preguntó a Luke cuál era su opinión sobre las personas que pensaban que estaba loco al hacer esto.
“Toda mi vida se centró en el aire, la aviación, volar, saltar, todo eso. Estoy aquí para mostrar que hay formas de hacer cosas que la gente piensa que son una locura y que no se pueden hacer. A esas personas les diría que presten atención a la ciencia y las matemáticas (que están) detrás de esto, y les mostraremos lo que es posible”, respondió.
—¿Y estás nervioso? —le preguntó Taft.
Aikins - FOTO 8.jpg
Aikins debía tomar contacto con la Fly Trap sobre su espalda ya que, si hubiera caído de frente (es decir, boca abajo), su cuerpo se habría doblado y partido por la mitad. Para ello, Luke se sometió a un largo entrenamiento con gimnastas para ensayar cómo caer de espaldas en una red.
—Si no lo estuviera, sería un tonto y no debería hacerlo —admitió Aikins con absoluta sinceridad.
Todo estaba listo, excepto de que el Sindicato de Actores seguía con su postura de que saltara con un paracaídas. Tal es así que, cuando el Cessna 208B Grand Caravan despegó cerca de las 17 –piloteado por Dave Kaiser, amigo personal de Luke–, con este y sus asistentes a bordo, las negociaciones continuaban…
Finalmente, el gremio levantó la restricción. “Nadie le había informado a Luke sobre esto, pero ya se había quitado el paracaídas con el que había subido al avión”, recordaría Cruikshank. "Él iba a saltar de todos modos", ratificó.
Mientras una enorme audiencia seguía por la cadena Fox el evento, llamado Heaven Sent (literalmente, Llovido del cielo), patrocinado y producido por los chicles Stride Gum (cuyo logo Luke exhibió en el pecho y la espalda de su mono, y que también estaba ploteado en la cola del avión), todos los miembros del personal técnico, de seguridad y médico estaban en el lugar, junto con Mónica, la esposa de Aikins –que también es instructora de paracaidismo–, y su hijo Logan, por entonces de 4 años.
Cayendo a casi 200 km/h
Ya en el nivel de vuelo establecido, Luke, con una máscara y un tanque de oxígeno –que utilizó durante los primeros 10.000 pies, o 3040 metros de su caída libre–, saltó del Cessna 208B Grand Caravan junto con tres paracaidistas (también con máscaras de oxígeno) que lo asistieron durante su caída libre: uno filmaba el salto; otro portaba un stick generador de humo en una de sus botas para que el público (televisivo o presente en Simi Valley) pudiera seguir el veloz descenso y, el último (también con humo que sirviera de guía), recibió la mascarilla y el tanque de oxígeno cuando llegaron a la altitud en la que Luke ya no los necesitaba.
Aikins - FOTO 9.jpg
Completado el histórico salto, con el que impuso el récord mundial para el salto más alto sin paracaídas o wingsuit, Luke festeja con su hijo Logan, por entonces de 4 años.
Con un mono verde (y abrigo debajo del mismo, por la baja temperatura existente a la altitud desde la que saltó) y un protector para su cuello, Aikins caía estable cara a tierra (es decir, “acostado” boca abajo en el aire) y, rápidamente, alcanzó una velocidad de 120 millas por hora (unos 193 km/h).
Para asegurarse de que estaba cayendo directamente sobre la red, Luke empleó un GPS (que estaba incorporado a su casco) y contó con el auxilio de un sistema VASI (Visual Approach Slope Indicator, o Indicador de Pendiente de Aproximación Visual), que es un sistema de luces ubicadas al costado de las pistas de todos los aeropuertos, que les provee información a los pilotos durante su aproximación final previa al aterrizaje.
Este sistema se ubicó a un costado del cuadrado donde estaba la red donde debía caer Luke. “Si estaba en el lado equivocado del cuadrado, las luces aparecían rojas pero, si estaba en el lado correcto, eran blancas”, explicó Cruikshank.
Asimismo, hubo otro aspecto clave: durante la caída, Aikins practicó dos veces el rollover (un giro en el aire), para adoptar la posición en la que tomaría contacto con la red, que debía ser sobre su espalda ya que, si hubiera caído de frente (es decir, boca abajo), su cuerpo se habría doblado y partido por la mitad.
Aikins - FOTO 10.jpg
Luke es felicitado por uno de los tres asistentes que saltaron con él y, a su izquierda, está su esposa, Mónica, que también es instructora de paracaidismo.
Para ello, Luke se sometió a un largo entrenamiento con gimnastas para ensayar cómo caer de espaldas en una red.
A la mitad de su recorrido, Aikins caía a 150 mph (unos 241 km/h) y, su ritmo cardíaco, era de 148 pulsaciones por minuto. Cuando alcanzó los 7000 pies (2130 metros), Luke llevaba cayendo unos 90 segundos y, sin embargo, la red a la que apuntaba todavía se veía increíblemente pequeña.
A los 5000 pies (1520 metros) y, una vez que comprobaron que Aikins estaba bien, los tres asistentes que saltaron con él abrieron sus paracaídas y, a partir de ese momento, Luke quedó completamente solo, con el terreno acercándose muy rápidamente ya que, con la velocidad ya estabilizada, caía a unos 176 pies (53,5 metros) por segundo.
Cuando estuvo a unos 200 pies (61 metros) y, a poco más de un segundo del impacto, Aikins rodó sobre sí mismo, colocó su mentón sobre su pecho y cayó de espaldas en la red. ¡Lo había logrado!
Embed - Luke Aikins No Parachute 25,000 Feet Airplane Jump Complete Video
“Estoy casi levitando, es increíble", fue lo primero que declaró tras ser bajado de la Fly Trap, que demostró su eficacia y excelencia. "¡La cosa (el salto extremo) simplemente sucedió! Ni siquiera puedo articular mis palabras", agregó, muy emocionado e, inmediatamente, abrazó y besó a su esposa y a su hijo mientras era felicitado por el equipo de trabajo que preparó el salto.
“Lo hicimos y no podemos agradecer lo suficiente a todos por el apoyo. Mi visión siempre fue la preparación adecuada y que, si entrenás bien, podés hacer que suceda cualquier cosa. ¡¡¡¡Gracias!!!!", escribió Luke en su página de Facebook.
"El salto de Aikins representa la culminación de una carrera de 26 años que impone un récord mundial personal para el salto más alto sin paracaídas o wingsuit", dijo su portavoz, Justin Aclin.
La hazaña se había consumado y, un nuevo límite, se había cruzado. Solo el tiempo dirá si esta marca será imbatible o, un nuevo Luke Aikins, intentará quebrarla.
Y, si lo lograra, que viva para contarlo.