El juego, la natación y el compartir con amigos durante las vacaciones pueden convertirse en medios de inclusión para los niños con discapacidad. Las colonias son el lugar ideal para hacer deporte, conectar con la naturaleza y dejar de lado las rutinas que se cumplieron durante todo el año.
¿Cómo los chicos pueden acceder y disfrutar plenamente de estos espacios? La licenciada en Terapia Ocupacional, Araceli Bordiga, charló con AIRE sobre este tema y compartió su testimonio como acompañante en una colonia de vacaciones.
Una experiencia accesible
Cuando Sofía se inscribió a la colonia de vacaciones de UNL-ATE, sus papás decidieron que Araceli -junto a su colega Anabela Raimondi- sea su acompañante terapéutica.
Luego de algunas charlas, recorridos por el complejo y encuentros previos con las autoridades y con el Área de Inclusión de la Secretaría de Bienestar de la UNL, se resolvió de qué manera se podía propiciar una experiencia accesible para ella, de la que pueda disfrutar a la par de sus compañeros y no tan solo como una espectadora.
Esto incluyó un horario reducido y la presencia de dos acompañantes que de forma rotativa la apoyaban en la realización de las distintas actividades.
“Sofi cumplió nueve años, tiene Síndrome de Rett y sus mayores dificultades están en la parte motriz y en la comunicación; pero utilizando herramientas alternativas, aumentativas, a través de tarjetas con imágenes y fotos, trabajamos muy bien en todas las áreas. Ella se comunica muy bien, siempre expresa lo que quiere y lo que no quiere”, cuenta Bordiga, quien también es docente de educación especial con orientación en discapacidad intelectual.
“Afortunadamente -continúa- el complejo de ATE tiene espacios muy amplios, sin escaleras, lo que beneficia muchísimo al traslado en coche o silla de ruedas; los vestuarios y los baños son grandes también. Hay que destacar también el grupo humano, los profes respetaban los tiempos en las actividades en las que teníamos que participar”.
Colonias de vacaciones y discapacidad: trabajo en equipo
La tarea del acompañante terapéutico en estos casos es trabajar como articulador en un engranaje conformado por la familia, los profesores, los directivos de la colonia y el niño. Para que el mecanismo funcione es imprescindible la predisposición y la flexibilidad de parte de todas las personas involucradas.
“Siempre apostamos al nuevo paradigma de la convivencia, para esto es necesaria la intervención de un adulto articulador que, en el caso de las colonias o de la práctica de un deporte, oriente a pensar las propuestas desde un diseño universal. Si vamos a jugar al básquet en silla de ruedas, pensemos a qué altura tiene que estar el aro, o hagamos pases. Hay muchas maneras de trabajar, pero siempre con el objetivo de que el niño participe de forma activa”, explica Araceli.
La TO destaca que hay muchos profesores de educación física que quizás no han tenido experiencia previa en lo que tiene que ver con la inclusión, pero que son muy abiertos y consultan cómo llevar adelante algunas actividades o anticipan qué se va a hacer para que el acompañante pueda adecuar la actividad a las necesidades específicas del niño.
Otro factor importante son los pares, sobre ellos la terapista destaca: “Cada día me sorprendo más de cómo los chicos tienen incorporado el concepto de convivencia. Siempre está la curiosidad, pero más allá de eso, en nuestra experiencia, los compañeros acompañaban en todo momento, fue una experiencia increíble. Nos ayudaban a bajar a Sofía a la pileta, ella hace natación y terapias en el agua desde muy chiquita, entonces sabía nadar. Todos respetaban el espacio que ella necesitaba".
"Las niñeces siempre acompañan en actividades de inclusión, esto es algo en lo que las terapistas ocupacionales y los acompañantes terapéuticos trabajamos constantemente, la real inclusión”", indicó.
Colonias de vacaciones y discapacidad: barreras por derribar
Araceli Bordiga reconoce que no todos los chicos con discapacidad que intentan sumarse a una colonia, como lo hizo Sofi la temporada pasada, tienen las mismas posibilidades. Cuenta que son muchos los niños que se inscriben, pero los directivos, al enterarse de que tienen Certificado Único de Discapacidad (CUD), dan por sentado que necesitan acompañamiento particular, cuando esto no es necesariamente así en todos los casos.
“Lo importante -finaliza- es conocer a la persona y no guiarnos solo por un diagnóstico porque si no empezamos a suponer desde el manual. Estas situaciones son complicadas, ya que hay mucha dificultad para conseguir acompañantes terapéuticos en el área de educación y en el área de esparcimiento y de juego, mucho más. Son muchas las familias que buscan una colonia para sus hijos con discapacidad, pero sencillamente al ver tantas barreras, se dan por vencidos".
Y concluye: "Lo ideal sería que experiencias como las de Sofi puedan trascender y que cada niño, joven o adulto con discapacidad, sea atendido en su particularidad, sin etiquetas ni prejuicios”.
Temas