Una de las cosas más lindas que tiene la astronomía es el poder contemplar la belleza del cielo. Desde la observación es como surgieron las preguntas sobre el funcionamiento del cosmos desde la antigüedad. Y a través de la observación es como muchas personas se acercan al campo de la astronomía, para tratar de entender lo que están viendo.
La mayoría de las personas no están acostumbradas a sentir el Universo, a palparlo. La información les llega a través de las imágenes o de la lectura de un estudio científico. Pero nadie ha tocado nunca el Universo más allá de la Tierra. O al menos no la mayoría de las personas. Neil Armstrong palpó la Tierra y la Luna y dijo que esta última está hecha como de un polvo muy fino, como tiza. Pero no pudo tocar una galaxia.
A pesar de que existen formas de conocer el Universo con otros sentidos, no es una costumbre muy común para la mayoría de los curiosos, pero sí lo es para quienes no pueden empezar a conocer el cielo con sus ojos porque carecen de la visión. ¿Cómo puede contemplar el cielo alguien que nunca ha podido verlo? Como pocos, con sus manos o a través de los sonidos.
"A lo largo de la historia (los humanos) pusimos en el cielo nuestros miedos y nuestros anhelos. El cielo, eso que entendemos como algo tan importante para completar nuestro paisaje, ese cielo para una persona ciega no existe", dice el divulgador científico Sebastián Musso en una charla TEDx, que tiene más de 26 mil visitas en YouTube. Musso es representante argentino del programa Unawe (Universe Awareness), una red de 400 expertos en 40 países con el soporte de UNESCO y la Unión Astronómica Internacional (UAI).
En el 2017, la Unesco declaró al cielo nocturno Patrimonio Intangible de la Humanidad y remarcó el derecho de las generaciones futuras a “observar el cielo estrellado”. Pero ¿cómo hace una persona no vidente para acceder a este derecho? Tal vez no haya sido un tema de debate entre quienes redactaron la declaración, pero sí lo es entre miles de divulgadores científicos alrededor del mundo, como Musso, que relató una idea que tuvo para responder a una pregunta que le hicieron unos adolescentes no videntes en 1999, cuando estaban a 3 mil metros de altura, en una montaña de Neuquén.
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"La cosa venía bárbara hasta que me empezaron a hacer preguntas como cuántas lunas tiene Saturno o quién era Galileo y uno de ellos me preguntó: ¿cómo se ve el cielo? Nunca lo vi. No tengo idea. Hablan de la Luna, de las estrellas... Parece una idea romántica, pero yo no tengo la más mínima noción de cómo se observan", cuenta el especialista en el video.
"Le robé la idea a un griego que no podía ya protestar. Se llamaba Hiparco. Hizo un montón de descubrimientos con sus conocimientos de astronomía. Fue el primero en percatarse que las estrellas tenían todas distinto brillo", sigue diciendo. Hiparco las clasificó luego por magnitudes.
Las estrellas se ven desde la Tierra de distintos tamaños según la distancia y el brillo. Para explicarles esto a los adolescentes, Musso tuvo una idea: transformar esa luz en sonido, algo que pudieran sentir. "A las estrellas que apenas podía ver les puse diez decibeles, que sería como el arrullo de las hojas de otoño cuando caminamos por el piso. A las de magnitud 5 les puse 20 decibeles, luego 30 o 40. Las que podía ver con mayor comodidad tenían 70 decibeles", que equivalen a como suena una voz en un micrófono. "Ahora cualquier estrella de la noche se podía escuchar", revela el divulgador argentino.
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Sin embargo, la solución no era tan simple. Había que describir más, porque las estrellas no solo se ven con más o menos brillo sino que algunas tienen colores distintos. Para explicar esto, el especialista en astronomía comparó la experiencia con el sonido de los autos de carrera, que cambia según se acerca o se aleja de los oídos ya que con la luz sucede lo mismo cuando llega a los ojos.
"Las estrellas azules son azules porque esa luz se esta apretando hasta mis ojos. Y las estrellas rojas son rojas porque la luz se está estirando, como el amanecer o atardecer, que son rojos porque la luz del Sol tiene que pasar mas atmósfera para llegar a nuestros ojos", explica. Y sigue: "Así que ya estaba. Las estrellas azules iban a tener un tono agudo, las rojas un tono grave y las blancas un tono neutro, intermedio".
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Pero la experiencia enseñando astronomía a personas no videntes de Sebastián Musso no termina ahí. También se dedica a dar talleres en donde aprovecha la experiencia del tacto en sus alumnos para que puedan acceder -como pocos en la Tierra- a conocer el Universo con sus manos. A tocarlo.
El astrónomo aficionado afirma que el Universo es invisible para todos. "Hoy la astronomía es la ciencia de lo invisible. Todos estudiamos un cielo que nadie ve", dice en referencia a la utilización de instrumentos que captan luz que los humanos no pueden ver o que estudian partículas subatómicas imposibles de observar con los ojos.
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Astronomía para ciegos
En enero, el divulgador puso en marcha el proyecto Astronomía para Ciegos, que tiene como objetivo el armado de 50 kits con elementos relacionados al Sistema Solar, las estrellas, el Sol, las galaxias, los agujeros negros y demás materiales del Universo para el dictado de unos 15 talleres de astronomía, que se distribuirán en las entidades educativas para ciegos de Argentina.
Para esto, continúan buscando voluntarios para imprimir en 3D los materiales de los kits o para comprar los materiales que van adentro de las cajas.
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