Esta iniciativa fue organizada por la asociación civil Canales, dedicada a mejorar la calidad de vida de niños sordos y promover su integración cultural. Julia Valmarrosa, directora de la ONG, y Gabriel Claria, uno de los intérpretes, contaron en el programa "¿Cuál es el plan?" lo que significó experiencia transformadora.
"Nos llamó la productora para esta oportunidad, y aunque ya habíamos participado en otros recitales, esta vez fue especial. La lengua de señas no es solo una traducción de palabras; debemos transmitir la esencia de lo que el autor quiere comunicar", sostuvo Valmarrosa, a través de la voz de Pablo Baldrich, en diálogo con AIRE.
Según detallaron, la preparación del evento fue intensa. Durante semanas, cuatro intérpretes y dos asesores sordos trabajaron para comprender las canciones de McCartney a fondo: su historia, los sentimientos detrás de cada letra y los detalles culturales de cada composición.
La logística también representó un desafío particular. “No es lo mismo un recital de música que una interpretación en una consulta médica. Acá trabajamos en equipo para captar cada matiz, cada cambio de ritmo, de tono y de emoción que McCartney quiere transmitir”, explicó Claria.
Durante tres horas de show, el equipo rotaba para interpretar las canciones. Según Valmarrosa, la tarea no se limitaba a traducir la letra. “Era vital comunicar los sentimientos; si una canción estaba inspirada en amor, rabia o nostalgia, y transmitirlo en lengua de señas requiere una labor minuciosa y detallada”, comentó.
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La adaptación de las canciones también fue un proceso complejo y demandante. “Cada canción tiene su propia narrativa y ritmo, lo cual requiere una investigación previa y una conexión emocional que vaya más allá de la música. Por ejemplo, hay una diferencia muy grande en el significado que transmite una guitarra acústica frente a un solo de batería”, detalló Claria.
Así, lograron comunicar la riqueza emocional y cultural de cada canción, algo que, como señaló Valmarrosa, “permite que las personas sordas se conecten de un modo muy distinto, a través de la visualización de los gestos y expresiones.”
Para Canales, esta experiencia no solo consistió en la interpretación de música en vivo; fue también una oportunidad para abrir nuevos horizontes de inclusión y accesibilidad en el ámbito cultural.
La ONG realiza habitualmente actividades para fomentar la cultura y la literatura entre niños sordos, pero este recital les brindó la posibilidad de explorar un área menos conocida: la música.
"Las personas sordas nunca habíamos participado en experiencias musicales. Pudimos descubrir qué es lo que transmiten las canciones y hacerlo accesible para nuestra comunidad", dijo Valmarrosa con emoción.
El éxito de esta experiencia marca un precedente importante para la inclusión en eventos musicales en Argentina, y abre la puerta a que más personas sordas puedan disfrutar de la música en un futuro.