El origen de la mala fama de los gatos negros y su conexión con Halloween
Durante la Edad Media, los gatos negros empezaron a vincularse con la brujería y las prácticas ocultas. En aquel entonces, muchas personas creían que las brujas podían transformarse en gatos, especialmente de color negro, para espiar o realizar actos prohibidos.
Esta asociación convirtió a los felinos oscuros en símbolos de mal augurio y desgracia, una creencia que aún persiste en diversas culturas.
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La idea del sacrificio de gatos negros en Halloween se originó a partir de estos mitos y supersticiones antiguas, aunque no existen pruebas sólidas de que sea una práctica extendida en la actualidad. Sin embargo, la creencia en la mala suerte que supuestamente traen sigue viva en algunas personas y subculturas, lo que ha llevado a adoptar precauciones adicionales.
Por eso, muchos refugios y organizaciones de protección animal suspenden las adopciones de gatos negros y blancos durante las semanas previas a Halloween. Esta medida busca evitar que los felinos sean utilizados en rituales, maltratados o expuestos a prácticas supersticiosas, asegurándoles una protección adicional en una época donde todavía prevalecen antiguas creencias.
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Se ha confirmado científicamente que los gatos negros no traen mala suerte.
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Superstición o ignorancia: la realidad detrás del mito
Contrario a las supersticiones, los gatos negros no traen mala suerte. Científicamente, el color negro de su pelaje responde a factores genéticos, sin relación alguna con la suerte o el ocultismo.
Sin embargo, estas creencias han afectado a estos animales, ya que suelen enfrentar dificultades para ser adoptados debido a su estigma. Organizaciones de protección animal buscan revertir esta situación promoviendo la adopción de gatos negros y sensibilizando sobre los mitos que los rodean.