Las vacaciones de verano siempre marcan un momento esperado para miles de familias que buscan cortar con la rutina, descansar y descubrir rincones cargados de historia. En ese mapa de escapadas cercanas a Santa Fe aparece Cayastá, un destino ubicado al norte de la capital provincial que se vincula directamente con el origen de la ciudad.
Cayastá combina historia, naturaleza y tranquilidad en un destino ideal para una escapada de fin de semana.
Maiquel Torcatt / Aire DigitalA menos de dos horas de la ciudad de Santa Fe, Cayastá conserva el lugar donde Juan de Garay fundó la primera Santa Fe en 1573. Ese pasado sigue presente en cada uno de sus recorridos: desde las ruinas coloniales y los senderos arqueológicos hasta las orillas tranquilas del río San Javier.
Recorriendo Cayastá, un destino único de Santa Fe
Cayastá también tiene una segunda historia fundacional. La localidad actual, tal como se conoce hoy, surgió casi tres siglos después: fue establecida como colonia el 10 o 11 de abril de 1867 por un grupo de inmigrantes europeos liderados por Jean Baptiste Léon de Tessières. Ese legado inmigrante complementa la etapa colonial y define parte de la identidad del pueblo.
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Escapada a Cayastá, un destino distinto para visitar en verano
La localidad de Cayastá propone un combo ideal para una escapada corta: historia, caminatas, río y paisajes que muestran la esencia del litoral. Las propuestas más buscadas incluyen:
- Recorrida por las Ruinas de Santa Fe la Vieja, donde se conservan los vestigios de la ciudad original fundada en 1573.
- Visitas guiadas al Parque Arqueológico, con réplicas, hallazgos y reconstrucciones que explican cómo vivían los primeros habitantes.
- Paseos en lancha por el río San Javier, una oportunidad para ver yacarés, carpinchos y aves en su entorno natural.
- Pesca deportiva y navegación recreativa, dos clásicos del litoral.
- Caminatas por esteros y senderos ribereños, ideales para observar fauna y flora autóctona.
- Excursiones hacia islas y lagunas, un plan perfecto para quienes buscan contacto directo con la naturaleza.
Muchos visitantes destacan que la magia de este lugar aparece en los detalles: el olor del barro del río, los restos coloniales que siguen asomando entre el pasto y la calma que define al pueblo.
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