La explicación es técnica, pero sencilla: cada palabra que escribimos —incluyendo "por favor", "gracias" y otras muestras de amabilidad— se procesa internamente como "tokens", pequeñas unidades de texto que consumen energía y recursos de cómputo. Y aunque una o dos palabras no parecen gran cosa, a escala global, esos pequeños gestos suman toneladas de procesamiento extra.
LEER MÁS ► Lo que nadie te dijo: ¿es verdad que crear imágenes con IA consume muchos litros de agua?
Entonces, la gran pregunta es: ¿vale la pena seguir siendo cortés con una máquina? La respuesta, sorprendentemente, es un rotundo sí.
Desde el punto de vista puramente funcional, ChatGPT no necesita que le pidamos las cosas amablemente para entender o ejecutar una solicitud. La IA no tiene emociones. No se "siente" mejor ni peor si la tratas con cariño o frialdad. Sin embargo, la manera en que interactuamos con la tecnología también moldea la forma en que nos relacionamos entre nosotros.
LEER MÁS ► Ciberseguridad y datos biométricos: el riesgo de usar inteligencia artificial para generar imágenes
Ser educados, incluso frente a una IA, es una afirmación cultural y ética. Es decir: no decimos "por favor" y "gracias" porque ChatGPT lo necesite, sino porque nosotros lo necesitamos. Es una manera de recordarnos que, detrás de cada interacción digital, sigue existiendo un modelo de respeto, empatía y humanidad.
gpt celular.jpg
Cada 'por favor' y 'gracias' tiene un costo... pero también un valor humano incalculable (Imagen de Foto de Sanket Mishr en Pexels).
Además, aunque ese gesto tenga un costo energético, la riqueza social y emocional que promueve no puede medirse en dólares ni en kilovatios. Como respondió el propio ChatGPT: "El tipo de relación que eliges tener con el mundo —incluso cuando ese mundo es digital— habla mucho de ti."
Así que, la próxima vez que escribas un mensaje a un bot, un asistente virtual o un modelo de IA, no dudes en agregar ese "por favor" o ese "gracias". Estarás invirtiendo en algo que ni todo el dinero del mundo puede comprar: nuestra humanidad.