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Sociedad grooming | familia | Santa Fe

Juegos en línea y grooming, testimonio del drama que atravesó una familia de Santa Fe

Mientras el MPA investiga un grupo de WhatsApp con contenidos sexuales infantiles, la historia de una familia de Santa Fe que aún lucha por superar lo vivido.

María y su familia viven el Colastiné Norte, ciudad de Santa Fe, y poco después de la pandemia que produjo una multiplicación exponencial de los contactos online, fueron víctimas de este drama: a través de un juego en red, desconocidos comenzaron a manipular a su hijo de 14 años, para que tomara fotos de contenido sexual a su hermana, de apenas 10 años.

Se trata de un caso real, contado en primera persona, en el preciso momento en que se investiga la existencia de un grupo de WhatsApp en la localidad de Barrancas, integrado por más de 400 niñas de entre 10 y 12 años, en el que desconocidos comenzaron a compartir imágenes de situaciones de abusos sexuales infantiles.

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A través del chat, los abusadores obtienen información relacionada con sus víctimas o su círculo íntimo.

A través del chat, los abusadores obtienen información relacionada con sus víctimas o su círculo íntimo.

En el caso relatado por María, primero fue el juego online, luego los chats con desconocidos que comenzaron a recabar información sobre cada uno de los miembros de la familia. Después llegaron los pedidos para que la víctima fotografiara a su hermana menor y, cuando se negó a hacerlo, aparecieron las extorsiones y amenazas.

"El objetivo era la hermana menor", explicó María -el verdadero nombre de la entrevistada se resguarda para no exponer a sus hijos- en el programa Creo, que se emite cada mañana en AIRE.

Grooming en Santa Fe: una familia que cinco años después intenta recuperarse

"Recién ahora puedo hablar del tema, porque hasta hace poco me costaba mucho. Al escuchar lo que estaba pasando, quise compartir nuestra experiencia para alertar a otras familias", insistió la entrevistada.

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- ¿Qué fue lo que pasó en tu familia?

- A finales de 2020, después del aislamiento por covid, empezamos a retomar nuestras vidas. Pero todo era a través del celular o de la computadora: la escuela, alguna actividad escolar que tuvieran los chicos.

En ese entonces yo tenía un varón de 14 años y una nena de 10. En casa siempre se habló acerca de los riesgos de internet. Tanto es así que el varón recién había accedido a su primer celular, porque no les dimos celulares hasta que estuvieron en 7º grado.

Cuando nosotros -papá y mamá- pudimos volver a salir para trabajar, empezamos a hacerlo. Pero los chicos solo estaban solos dos horas por día. Dos horas que bastaron para que estallara una bomba en mi casa. Algo que no lo descubrimos hasta principios del 2021.

Mi hijo mayor había empezado a jugar en línea y fue captado por personas que relacionadas con la pornografía infantil. Primero se hicieron pasar por amigos, después a través de las jugadas y los chats, recolectaron información acerca de nuestra familia y lo empezaron a coaccionar, a amenazar para que él ejecutara una serie de cosas, hiciera cosas. El objetivo era la hermana menor.

El tenía que hacer lo que le mandaban porque, si no, aparecían las amenazas. Que tu mamá salió y le va a pasar esto, que a tu familia le puede pasar tal cosa, que si tu papá o mamá se enteran se van a poner mal.

Mientras él jugaba en línea, tenía la posibilidad de chatear con la persona que estaba del otro lado. Y así le fueron sacando información sobre la familia, sobre la hermana y los papás.

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"Cuando los chicos juegan así, en línea, solo deberían hacerlo con personas que conocen físicamente en la vida real", dijo María en el programa Creo, que se emite cada mañana en AIRE.

- ¿Te acordás qué tipo de juego era? ¿Había apuestas? ¿De qué manera lo extorsionaban?

- Los papás que tienen hijos de estas edades deben haber sentido nombrar el juego: Call of Duty. Es un juego de estrategias. Pero el problema no es el juego en sí, sino las personas que están interactuando.

Mientras juegan, chatean con otras personas que también están jugando. Le dijeron que tenía que pertenecer al equipo porque era muy bueno jugando. Lo fueron manipulando.

- ¿Y qué pasó? ¿Qué le pidieron? ¿De qué manera lo empezaron a manipular, o a presionar, o a extorsionar?

- El objetivo de apuntar a la nena más chica fue para obtener material pornográfico. Entonces le pedían a él que le hiciera hacer tal o cual cosa a la hermana, cosas de contenido sexual que no corresponden a una criatura de 10 años. Ellos sabían que tenía 14, que tenía una hermana de 10 años, y ahí comenzaron con estos pedidos.

Sobre todo pedidos de imágenes o grabaciones, pidiéndole que la hermana hiciera tal o cual cosa, que se pare así, que se ponga así, que se quite la ropa.

Todas instrucciones, como si fueran prendas que él tenía que hacer con la hermana para avanzar en el juego.

Y cuando él se empezó a negar, vinieron las amenazas. Empezó a una negación por parte de mis hijos, porque era cada vez más fuerte el contenido que le pedían.

La más chiquita, por supuesto, no estaba a gusto con lo que le estaba pasando, aunque no lo entendía del todo. Y el más grande, porque de alguna forma comprendía que no era correcto lo que estaban haciendo. Pero estaba como entre la espada y la pared.

Una situación que no se podía expresar con palabras

- ¿Ustedes cómo se dieron cuenta de lo que estaba pasando?

- Más que nada, fue el cambio de actitud. La más chiquita era una persona muy alegre y ocurrente todo el tiempo, muy vivaracha. Y de un día para el otro, empezó a convertirse una persona dura, muy triste.

La psicóloga a la que recurrimos nos dijo que eso es clave. Cuando un niño inocente y alegre, de golpe pierde la sonrisa, es un llamado atención. Algo le está pasando.

- Cuando notaron el cambio, ¿tu hija menor contó lo que había sucedido?

- Primero fue el cambio en ella y en cómo se llevaban entre los dos.

Al principio pensamos que era porque los dejábamos solos y se peleaban. Pero cuando la cosa seguía y seguía, empezamos a preguntar. Nadie nos decía nada, ninguno de los dos expresaba nada. Y la más chiquita, además de su cambio de conducta, empezó a tener crisis de llanto, no querer dormir sola.

No lo podían expresar, porque algo pasaba, pero no lo estaba pudiendo decir. Entonces le dijimos que, cuando quisiera, nos escribiera una cartita o me lo dibujara. Yo me daba cuenta de que con las palabras no se podía.

Y así fue como tuvimos el primer indicio, con una carta que ella escribió. Y nos contó la punta del ovillo, apenas un poquito. Entonces recurrimos a una psicóloga, tomó el caso y nos dijo el hermano también debía ver a un profesional, y lo mismo con papá y mamá.

Fue algo que atravesó a toda la familia hasta que, finalmente, todo se develó. Nos llevó un año y medio. Un año y medio hasta que ella pudo soltar todo y hasta que pudimos también desentrañar lo que había pasado con su hermano mayor.

Porque para él fue tan traumática la situación, que tiene un bloqueo mental hasta el día de hoy.

Cuando los chicos juegan así, en línea, solo deberían hacerlo con personas que conocen físicamente en la vida real. No armar equipos con personas que ellos suponen que son otros niños o adolescentes, pero que los conocieron solamente a través del internet y nunca los vieron en persona.

Cinco años después, las secuelas de grooming continúan

- Pasaron cinco años. ¿Todavía quedan secuelas de lo ocurrido en tu familia?

- Sí. El varón, no sé si en algún momento podrá desbloquear lo que pasó. Es una ventana que cerró a su psiquis, según la psicóloga. Ella dice que lo hizo porque, si no, se iba a volver loco y necesitó protegerse de esa forma.

Igual tuvimos una conversación, tuvo una conversación con su hermana, disculpándose, pidiendo perdón y asegurándole que él nunca la iba a dañar. Que si lo hizo en algún momento, no lo recuerda y no lo va a repetir.

Es muy difícil la convivencia de dos hermanos, cuando uno es el agredido y el otro es el agresor, más allá de que haya sido coaccionado.

- ¿Y la nena?

- La nena va a cumplir 17 años, pasó de una terapia con una psicóloga infantil, a una psicóloga infanto juvenil. Y luego a una psicóloga juvenil, que además es especialista en casos de abusos.

Es lo que nos pasa a nosotros. Pasaron los años, pero las secuelas continúan.