Seis niños que juegan en la escuela de fútbol Islas Malvinas, de Newell’s, se sacan una foto con un jugador destacado de Rosario Central. Son sancionados. Cuando la situación se hace pública, se afirma que los niños son “víctimas” de sus padres. Se anula el deseo genuino de acercarse a un futbolista, aunque vista otra camiseta.
“En ambos casos, los dispositivos de poder no buscan instrumentar acciones de emancipación, sino reordenar: identificar, marcar fronteras, establecer jerarquías”, analiza Octavio Romano, politólogo e investigador del Laboratorio de Innovación Pública de la Universidad de Rosario.
LEER MÁS ► El emotivo descargo de Ian Moche tras ser acusado por el Gobierno de Javier Milei
Octavio, además, sabe escuchar a las infancias: fue coordinador del proyecto La Ciudad de las Niñas y los Niños, que busca incorporar su mirada en el diseño de políticas públicas. Para él, los dos episodios son “sintomáticos de una sociedad donde la violencia se torna comunicacional en sentidos que cada vez más trascienden el acto metafórico”.
El emotivo descargo de Ian Moche tras ser acusado por el Gobierno de javier Milei
Tras el llanto de Ian Moche, hubo ataques en redes sociales, a las que se sumó el Presidente Javier Milei.
¿Quién escucha a las infancias?
El lugar que ocupan las infancias en una sociedad es profundamente revelador. Francesco Tonucci, pensador, psicopedagogo y dibujante italiano, autor de La ciudad de los niños, propuso que la planificación urbana debe tener en cuenta a los más pequeños, entre otras razones, porque una ciudad diseñada desde la mirada de los más débiles será más amable para todos.
¿Quién escucha a las infancias? ¿Cómo se las habilita en una sociedad que habla por ellas, en lugar de hablar con ellas?
El juego, para las infancias, es esencial: permite simbolizar el mundo, construir pensamiento, generar lazos sociales. Si el juego queda capturado por la lógica de la rivalidad, los adultos están enseñando. “¿Quién les va a devolver el juego como lugar de libertad y no de vigilancia?”, se pregunta el investigador.
LEER MÁS ► El papel de las infancias: Wanda Nara, la China Suárez, Mauro Icardi, ¿alguien quiere pensar en los niños?
“Estos hechos condensan una degradación del espacio público, donde los regímenes de visibilidad, los dispositivos de enunciación y las formas del lazo social están profundamente alterados”, apunta Octavio.
Lo ocurrido en Newell’s es grave, no solo por su inscripción en una dinámica violenta del clásico rosarino. “Además, reactualiza una lógica que captura los cuerpos infantiles en discursos de orden y disciplinamiento. En un momento en que el fútbol sigue operando como un escenario de condensación de lo afectivo, la imagen se convierte en un campo de disputa. La infancia, en este caso, es traída a escena solo como medio: una superficie de inscripción de sentidos ajenos”, analiza Romano.
chicos newells malcorra.png
Seis niños que jugaban al fútbol en Newell's se tomaron una foto con Malcorra y fueron sancionados.
La foto en la que seis niños de nueve años, con la camiseta de Newell’s, posan con Ignacio Malcorra, jugador de Central, y por la cual fueron suspendidos y se les retiró la beca, encierra un mensaje potente.
Derechos humanos desmantelados
“El problema no es la foto, sino lo que proyectamos como sociedad en ella. Lo que se sanciona no es la desobediencia, el 'no vestir los colores correctos', sino la posibilidad misma de gestos que escapen a la lógica del enfrentamiento. Ahí se revela el punto más crítico de la escena”, sostiene Octavio. El punto es el lugar que ocupan las personas adultas.
Muchas niñas y niños viven en el desamparo: si nacen en familias sin recursos, deben trabajar para contribuir al sustento; en las escuelas, en vez de acompañarlos en el aprendizaje, se habla de evaluaciones, días de clase, fracaso, rendimiento.
LEER MÁS ► El papel de las infancias: Wanda Nara, la China Suárez, Mauro Icardi, ¿alguien quiere pensar en los niños?
“El gobierno nacional ha roto consensos básicos que dábamos por sentados desde la recuperación democrática”, afirma Octavio, quien señala que “la violencia discursiva en salud, discapacidad, educación, previsión social o infancias es la continuidad de políticas de desmantelamiento en garantías de derechos humanos, que hoy asumen otras formas en su avanzada contra la justicia social como paradigma del Estado de bienestar”.
Las niñas y los niños no son el futuro: viven y tienen derechos en el presente. “Cuando el Estado niega en las infancias su condición ciudadana actual y las proyecta solo como ‘adultos del futuro’, lo que está en disputa no es solo el acceso a derechos, sino la posibilidad misma de ser considerados sujetos políticos legítimos”, advierte Octavio.
Hablar de autismo
Ian Moche es un niño con autismo que lucha por la concientización sobre esa condición. Se ha reunido con distintas figuras políticas, muchas veces con una remera que dice: “Hablemos del autismo”.
Ian está acostumbrado a expresarse en medios. Es desenvuelto, tiene 12 años. Hace unos días, lloró en el programa de Paulino Rodríguez, mientras pedía disculpas. Habló del “colapso del sistema” de protección a personas con discapacidad, y comenzaron los ataques en redes. Incluso el presidente Javier Milei retuiteó fotos suyas con dirigentes políticos. Se deslegitimó su reclamo por —según estos discursos— responder a intereses partidarios.
A Ian “se lo reduce a un objeto de manipulación porque encarna, como tantos sujetos sociales marginados e invisibilizados, pensamientos divergentes del discurso oficial”. Romano considera que “cuando esa verdad queda desnuda y se transforma en llanto, cuando un niño llora en televisión nacional y denuncia una injusticia, el poder estatal lo diagnostica, lo reduce, lo traduce manipulado”.
Entre tantos atropellos cotidianos, estas dos situaciones que se viralizaron en los últimos días permiten pensar el lugar que ocupan las infancias en nuestra sociedad.